martes, 2 de octubre de 2018

1.Por que estamos en la tierra?


Estamos en la tierra para conocer y amar a Dios,  para hacer el bien según su voluntad y para ir un 
día al cielo. [, 358]

358 Dios creó todo para el hombre (cf. GS 12,1; 24,3; 39,1), pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creación. 

Ser hombre quiere decir: venir de Dios e ir hacia Dios.  Tenemos un origen más remoto que nuestros padres.  Venimos de Dios, en quien reside toda la felicidad del Cielo 
y de la Tierra, y somos esperados en su bienaven­turanza  eterna e ilimitada. Mientras tanto vivimos en la tierra. A 
veces experimentamos la cercanía de nuestro Creador, con  frecuencia no experimentamos nada en absoluto. Para que  podamos encontrar el camino a casa, Dios nos ha enviado a  su Hijo, que nos ha liberado del pecado, nos ha salvado de  todo mal y nos conduce infaliblemente a la verdadera vida. 
Él es «el camino y la verdad y la vida» (Jn 14,6).  285


285 Desde sus comienzos, la fe cristiana se ha visto confrontada a respuestas distintas de las suyas sobre la cuestión de los orígenes. Así, en las religiones y culturas antiguas encontramos numerosos mitos referentes a los orígenes. Algunos filósofos han dicho que todo es Dios, que el mundo es Dios, o que el devenir del mundo es el devenir de Dios (panteísmo); otros han dicho que el mundo es una emanación necesaria de Dios, que brota de esta fuente y retorna a ella ; otros han afirmado incluso la existencia de dos principios eternos, el Bien y el Mal, la Luz y las Tinieblas, en lucha permanente (dualismo, maniqueísmo); según algunas de estas concepciones, el mundo (al menos el mundo material) sería malo, producto de una caída, y por tanto que se ha de rechazar y superar (gnosis); otros admiten que el mundo ha sido hecho por Dios, pero a la manera de un relojero que, una vez hecho, lo habría abandonado a él mismo (deísmo); otros, finalmente, no aceptan ningún origen transcendente del mundo, sino que ven en él el puro juego de una materia que ha existido siempre (materialismo). Todas estas tentativas dan testimonio de la permanencia y de la universalidad de la cuestión de los orígenes. Esta búsqueda es inherente del hombre

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