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martes, 5 de noviembre de 2019

11. LA NATURALEZA HUMANA DE JESÚS. PARTE II. Exegesis




LA NATURALEZA HUMANA DE JESÚS. PARTE II


El ungido de Dios resalta la importancia sobre el “perdón”, ya que ante una pregunta de Pedro sobre el tema, le instruye que hay que perdonar “setenta veces siete”, es decir, estaba diciendo que el amor verdadero no le pone límite al perdón con el prójimo; teniendo en cuenta que los fariseos recalcaban que sólo se debía perdonar a alguien máximo tres veces (Mateo 18,21-22). Pensemos igualmente en la ternura con que sanó a cierto leproso. Compadecido lo tocó y le dijo: “Quiero” (Marcos 1,40-42). La gente decía: “¡Todo lo ha hecho bien! ¡Hasta hace oír a los sordos y hablar a los mudos! (Marcos 7,37), y en vez de pregonar su poder, en muchas ocasiones mandó a los sanados que no contaran a nadie lo ocurrido (Marcos 5,43; 7,36). En ocasiones, personas poseídas por espíritus inmundos gritaban a Jesús. En esas circunstancias, El conservaba la calma, recurriendo a su poder divino para liberarlas de esa dominación maléfica (Marcos 1,23-28; 5,2-8.15). A diferencia de los hombres egoístas que abusaban del poder, nunca utilizó sus facultades poderosas en beneficio propio o para hacer daño (Mateo 4,2-4), también se negó a ejecutar señales solo para satisfacer la curiosidad malsana, como cuando estuvo delante de Herodes Antipas (Lucas 23,8-9).

Tiene alegría por la buena cosecha espiritual de los setenta y dos discípulos (Lucas 10,21), y asombro ante la noticia de la muerte de  Lázaro en Betania (Juan 11,33), siente enojo y a la vez tristeza por los judíos que dudaban de su poder curativo (Marcos 3,5; 9,19), reprende a Santiago y Juan por su deseo de venganza contra los samaritanos (Lucas 9,55), además de ira santa por los mercaderes que habían profanado el templo de Jerusalén (Juan 2,13-16; Mateo 21, 12-13), llora por el terrible castigo que le aguardaba a la Ciudad Santa (Lucas 19, 41-44), y por el fallecimiento de su amigo (Juan 11, 35).
Al acercarse los días de su trágico destino, sufre intensamente por la prueba que tendrá que padecer (Marcos 8, 31; Lucas 12, 50; 24,26). Le duele la traición de Judas (Juan 13, 21). Llegada  la hora suprema vive una tremenda angustia en el jardín de Getsemaní (Marcos 14, 35-36; Juan 12, 27), hasta el punto de que su sudor se convirtió en grandes gotas de sangre que le caían por el rostro (Lucas 22, 44). Pues “mientras Cristo estuvo viviendo aquí en el mundo con voz fuerte y muchas lágrimas, oró y suplicó a Dios; quien tenía poder para liberarlo de la muerte” (Hebreos 5,7). Igualmente, demostró valor al enfrentarse a una agitada multitud que lo buscaba para arrestarlo (Juan 18,4-9). A diferencia de los hombres egoístas que abusaban del poder, nunca utilizó sus facultades poderosas en beneficio propio o para hacer daño (Mateo 4,2-4), también se negó a ejecutar señales solo para satisfacer la curiosidad malsana, como cuando estuvo delante de Herodes Antipas (Lucas 23,8-9).
“Era un hombre lleno de dolor, acostumbrado al sufrimiento” (Isaías 53,3; 1 Pedro 2, 21). “Cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente” (1 Pedro 2,23). “Porque tampoco Cristo buscó agradarse a  si mismo, al contrario, en él se cumplió lo que dice la Escritura: “Las ofensas de los que te insultaban cayeron sobre mi.” (Romanos 15,3). O también: “El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias’” (Isaías 53,4; Mateo 8, 16-17). Ya en la cruz se encuentra abandonado por su padre en los cielos (Mateo 27, 46; Salmo 22, 1-2). Finalmente grita y muere con dolor (Mateo 27,50), cumpliendo así con la misión por la cual había venido al mundo: “Consummatum ets!” (Juan 19,30).




Todo esto pasó “porque Cristo mismo sufrió la muerte por nuestros pecados, una vez para siempre. El era bueno, pero sufrió por los malos, para llevarlos a ustedes a Dios” (1 Pedro 3,18). “Así que Cristo, a pesar de ser Hijo, sufriendo aprendió a obedecer” (Hebreos 5,8), y “se humilló a sí mismo, y por obediencia fue a la muerte, a la vergonzosa muerte de la cruz” (Filipenses 2,8; Comparar con Hebreos 12,2). El “nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre” (Apocalipsis 1,5; Comparar con Gálatas 2,20). Es eternamente misericordioso con los hombres (1 Juan 2,1; Judas 21). Ama intensamente a los apóstoles hasta el final (Juan 13, 1; 15, 9-10), y a toda la humanidad (Efesios 3,19; 5,2). Intercede ante el tribunal de su Padre por toda la humanidad (Romanos 8,34; 1 Timoteo 2,5; Hebreos 7,25). Por esta razón, “no hay  duda  de  que  el  secreto  de  nuestra  religión  es muy grande: Cristo se manifestó en su condición de hombre, triunfó en su condición de espíritu y fue visto por los ángeles. Fue anunciado a las naciones, creído en el mundo y recibido en la gloria” (1 Timoteo 3, 16).

San Cipriano, obispo mártir del siglo III, tiene una preciosa oración sobre Jesús: “Hermanos queridos, son muchos y grandes los beneficios de Dios, que la bondad generosa y copiosa de Dios Padre y de Cristo ha realizado y realizará por nuestra salvación; de hecho, para preservarnos, para darnos una vida y podernos redimir, el Padre mandó al Hijo; el Hijo, que había sido enviado, quiso ser llamado también Hijo del hombre para convertirnos en hijos de Dios: se humilló para elevar al pueblo que antes estaba postrado por tierra, fue herido para curar nuestras heridas, se convirtió en esclavo para liberarnos a nosotros, que éramos esclavos. Aceptó la muerte para poder ofrecer a los mortales la inmortalidad. Estos son los numerosos y grandes dones de la misericordia divina”.








10. LA NATURALEZA HUMANA DE JESÚS. PARTE I. Exegesis




El hijo de Dios sólo podía ser verdaderamente el Redentor del género humano, si adoptaba enteramente un cuerpo y un alma humana, con todo lo que implicaba haber tenido nuestra propia naturaleza (Hebreos 2,14). Es decir, Cristo asumió la homoioma de nuestra humanidad en cuanto a la carne al haber nacido del vientre de la Virgen María (Romanos 8,3; Filipenses 2,7). Sin embargo, por el mismo hecho de ser Dios, no tuvo en su vida terrenal caída alguna. “Porque él también estuvo sometido a las mismas pruebas que nosotros; sólo que él jamás pecó”  (Hebreos 4,15), ya que  “nunca cometió ningún crimen ni hubo engaño en su boca” (Isaías 53,9; 1 Pedro 2,22), “Él es santo, sin mancha, apartado de los pecadores” (Hebreos 7,26), puesto que “ha sido hecho perfecto para siempre” (7,28), como hombre celestial (1 Corintios 15,47). Pues “por un poco tiempo, Dios hizo (a su Hijo) algo menor que los ángeles” (Hebreos 2,9), teniendo un desarrollo normal, ya que fue creciendo en cuerpo y mente, gozando del favor de Dios y de los hombres (Lucas 2,52; Proverbios 3,4).

Las Sagradas Escrituras relatan que “Cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a su Hijo, que nació de una mujer, sometido a la ley de Moisés” (Gálatas 4,4). “Por medio de los profetas, Dios había comunicado este mensaje que trata de su Hijo Jesucristo, Nuestro Señor, que como hombre es descendiente del rey David” (Romanos 1, 3-4; 2 Timoteo 2,8), porque Él mismo “tomando naturaleza de siervo nació como hombre” (Filipenses 2,7). En cuanto a lo humano es de raza judía (Romanos 9,5), de la tribu de Judá (Hebreos 7,14).





De la vida pública de Jesucristo la Santa Biblia nos aportan una abundante información sobre las necesidades físicas, virtudes y pasiones que sintió en carne propia. Experimentó el aguijón del hambre (Mateo 4,2; 21,18; Lucas 24,41-42), le pide agua de beber a la mujer samaritana (Juan 4,6-8), siente nuevamente sed cuando está en la cruz (Juan 19, 28-30). Oraba en las madrugadas (Marcos 1,35) y al final del día (Mateo 14,23), alejándose del clamor de las multitudes, como en el desierto y las montañas (Lucas 4,42; 5,16; Mateo 14,23). Enseñaba el mensaje de la redención en las aldeas y pueblos de Israel (Mateo 9,35), en los caminos de Samaria (Juan 4,5-6), a orillas del lago de Galilea (Marcos 3,9), en la barca de Pedro (Lucas 5,2-3), en lo alto de un monte (Mateo 5,1; Juan 6,3), en las sinagogas y en el templo de Jerusalén (Juan 18,20; Lucas 19,47). En varias ocasiones llega al cansancio y el agotamiento físico (Marcos 4, 38; Juan 4,6). Cuando se sentía extenuado por las duras jornadas de predicación se iba a solas con los apóstoles (Marcos 6, 30-32), también lo hacía a Cafarnaúm en Galilea (Juan 6,15-21), y otras veces a Betania (Marcos 11,11-12) y Efrem (Juan 11,54), dos ciudades próximas a Jerusalén de Judea.

Su personalidad era atrayente, pues tenía una mirada penetrante (Marcos 5,32-33; 8,33). Los apóstoles y los discípulos sienten temor y asombro, por sus doctrinas y prodigios (Marcos 4,41; 6,51; 9,6.32; 10,24.32). Conocía el corazón de los hombres ((Juan 2,24-25; 6,64). Hasta quienes pecaban gravemente se sintieron cautivados hacía Él (Mateo 9,9-13; Lucas 7,36-38; 19,1-10). Los fariseos sentían miedo, porque la gente estaba sorprendida por sus enseñanzas (Marcos 11,18; Juan 7,15.32), al igual que toda la multitud (Marcos 9,15), “porque lo hacía con plena autoridad, y no como sus maestros de la ley” (Mateo 7,28-29; Lucas 4,22.32), hablando siempre con la verdad (Marcos 12,14), sin necesidad de gritar o levantar la voz (Isaías 42,2; Mateo 12,19). Incluso, cuando estuvo sometido a presión, su manera de proclamar la verdad atraía a las personas sinceras (Juan 7,32.40.45-46). Fue accesible y bondadoso, y todo lo hizo por amor (Mateo 19,13-15; Juan 15,12).

Dio ánimo a sus esforzados apóstoles (Juan capítulos 13 a 17), lidiando con las rivalidades que surgían entre ellos (Marcos 9,33-37; Lucas 9,46-48; 22,24-27; Juan 13,14), tuvo en consideración sus limitaciones estando siempre dispuesto a perdonarlos (Marcos 10,35-45; 14,34-38. 66-72; Lucas 22,31-32; Juan 15,15; 16,12; 21,15-17). Tampoco les impuso sus opiniones. Al contrario, los animaba a expresarse con libertad (Mateo 16,13-15). Cuando trataba con los pecadores tenía en cuenta su determinación por cambiar (Lucas 7,37-50; 19,2- 10). Amaba la justicia, por lo que se llenó de recta indignación al ver a los abusivos mercaderes del templo lucrarse con la gente pobre y sencilla (Mateo 21,12-13). No quería que la muchedumbre sacara conclusiones acerca de su persona basándose en informes sensacionalistas (Mateo 12,15-19).

Fue profundamente sensible con las criaturas  humanas  (2 Corintios 10,1), multiplica en dos oportunidades los panes y los peces, para dar de comer a la multitud hambrienta que lo seguía a todas partes (Mateo 14, 13-21; 15, 32-38). Sin embargo, nunca utilizó su propio poder divino en beneficio propio, como cuando después de 40 día ayunando en el desierto, se negó a convertir las piedras en panes, tal como el Diablo se lo pidió (Mateo 4,2-4).

A todos los que lo sigue los llama “amigos” (Juan 15,14), es  tierno con  los  niños  que  se acercaban a su lado (Marcos 10, 13-16), siente cariño ante la primera confesión del príncipe de la sinagoga (Marcos 10,20-21), es paciente y humilde de corazón (Mateo 11,29; Marcos 10,13-16), hasta el punto que dirigía a Dios su Padre la alabanza y la honra (Marcos 10,17-18), al igual que sus oraciones (Mateo 11,25). Ama la justicia y odia la maldad (Hebreos 1,9).






Cuando lo consideró necesario, ilustraba sus predicaciones con ejemplos o pasajes de las Santas Escrituras (Mateo 12,38-42; 15,1-9; 16,1-4; 21,13; Juan 6,45; 8,17), las citaba y sabía exactamente qué texto usar en cada situación (Mateo 4,4; 7.10; 12,1-5; Lucas 4,16-21), “y sin parábolas no les hablaba” (Mateo 13,34). En su predicación Jesús afirmó y sostuvo la autoridad de la ley (Mateo 5,17-19), y como Dios encarnado la expuso, quitando las interpretaciones erróneas, dándole su verdadero significado espiritual (Mateo 7,12), y mostró como su fundamento era el amor (Mateo 22,34-40). Su exhortación era una ofensa a la gente de su pueblo (Marcos 6,3), para los fariseos (Mateo 15,12), los judíos (Juan 6,61.66), y sus discípulos (Marcos 14,27), y por eso las opiniones estaban divididas con respeto a su persona (Juan 7,12).

De hecho, en vez de enseñar sus propias ideas, habló en nombre de aquel que lo había enviado (Juan 7,16-18; 8,28; 12,49; 14,10), con toda humildad, haciendo su voluntad, y sin ningún tipo de pretensión de su parte (Salmo 40,8; Mateo 26,42; Juan 5,41; 6,38; 8,50). Por el contrario, cuando era obvio que hablar no serviría de nada, optó sencillamente por quedarse callado (Marcos 15,2-5; Lucas 22, 67-70). Ilustró que la Ley del Señor debía aplicarse de manera razonable y misericordiosa (Mateo 23,23), además actuó con justicia al predicar a ricos y pobres por igual (Mateo 11,5; Lucas 18, 18-23). Exhortaba siempre con su ejemplo (Juan 13,15). Igualmente, dedicó gran parte de su tiempo a hacer preguntas, pues le interesaba profundamente lo que pensaban y sentían sus oyentes (Mateo Mateo 12,24-30; 17,24-27; 22,41-46; Marcos 8,27-29).

“La gente empezó a alabar a Dios, diciendo- Un gran profeta ha aparecido entre nosotros” (Lucas 7,16),“enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos” (Lucas 4,15), otros decían: “Es un buen hombre” (Juan 7,12), “Este es el Mesías” (Juan 7,40-41), el “Hijo de David” (Mateo 15,22), el “Cristo de Dios” (Lucas 23,35), “el Hijo de Dios, que ha venido al mundo” (Juan 11,27), “santo y justo” (Hechos 3,14), el “Salvador del mundo” (Juan 4,42).

En cierta ocasión, varios soldados enviados para detenerlo regresaron con las manos vacías, y dijeron: “Nunca hombre alguno ha hablado como éste” (Juan 7,46), “poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo” (Lucas 24,19), sus palabras son Espíritu y Vida (Mateo 23,8). Todo el pueblo le escuchaba y estaba pendiente de sus palabra” (Lucas 19,48), sintiéndose atraídos por su forma de enseñar (Mateo 7,28-29). O tanbién “muchísima gente” permaneció junto a él durante tres días, al punto de quedarse sin comida (Marcos 8,1-2).














9. LA NATURALEZA DIVINA DE JESÚS PARTE II. Exegesis




Cristo Jesús es el UNIGENITO de Dios (Juan 1,14). El vocablo UNIGENITO en griego es monogenes, que se deriva del adjetivo de genos, ORIGEN, RAZA, INJERTO etc. De manera que monogenes puede traducirse UNO DE UNA CLASE, dando a entender que Jesucristo es consustancial al Padre, Él es Hijo de Dios en forma única. La revelación de Yahveh al hombre (Juan 1,18), y la salvación eterna a través del Hijo (Juan 3,16; 1 Juan 4,9).
El apóstol de los gentiles se refiere a Hijo del hombre como el<<primogénito(prototokos)de toda creación”>>(Colosenses 1,15. Comparar con Hebreos 1,6). Los arrianos usaban estos dos pasajes como evidencia de que Cristo era un ser creado, pero los exegetas han definido que el Mesías tiene autoridad sobre todo lo creado (sin que Él mismo haya sido creado). La palabra declara que el Emmanuel es el Señor de la creación porque como primogénito es el heredero del orden creado. Es decir, lo que es anterior al tiempo debe pertenecer al orden de la eternidad (Véase Isaías 9,5; Juan 1,1).

Del mismo modo Apocalipsis 3,14, afirma que Jesucristo es <<el principio de la creación de Dios>>. Los autores del Nuevo Testamento y los de otras obras griegas contemporáneas a veces usaban el vocablo arjeCE (principio), para aludir a una posición más bien que al tiempo, o también a ORIGEN o CAUSA. La frase podría interpretarse como que el Unigénito de Yahvé es el PRINCIPE DE LA CREACION o el PRINCIPADOR (originador) de la creación. Y cualquiera de estos conceptos concuerda mejor con el cuadro neo-testamentario.
Cuando el mismo San Pablo en la epístola a los Filipenses 2,6-7, habla de Jesús <<el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres>>. Podemos explicar dos cosas:

v La expresión EN FORMA DE DIOS (morphê Theou) es la naturaleza divina real e inseparablemente subsistente en la persona del Mesías. Él siempre tuvo la naturaleza misma de Yahvé su Padre, ya que es explicada como IGUAL A DIOS (isa Theō). La palabra griega (isa) es un adverbio, y por lo tanto describe la forma de existencia en que se encontraba antes de adquirir su naturaleza humana.
v El término griego kenosis, que viene de kenoó que traduce SE DESPOJO ASI MISMO, se utiliza en el NT en forma metafórica más bien que literal. Los exegetas han aclarado que Él retuvo su naturaleza y atributos de Dios (en morphê Theou hyparchón) (Comparar con Mateo 11,27; Marcos 1,1; Juan 3,13; 14,9; Romanos 1,4).

Del mismo modo, <<Nadie ha visto jamás a Dios, el hijo único, que es Dios y que vive en íntima comunión con el Padre, es quien nos lo ha dado a conocer>> (Juan 1,18). Dios quiso habitar en la persona de Cristo (Colosenses 1,19), quien es de Dios (Juan 9,33; 1 Corintios 3,23) y  procede de Dios (Juan 7, 29; 8,42). <<Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha hecho que el Hijo tenga vida en sí mismo>> (Juan 5,26); pues la gloria de Dios brilla en la cara de Jesucristo (2 Corintios 4,6).<<Cristo el que está por encima de todas las cosas, Dios bendito por los siglos>> (Romanos 9,5). Por esta razón, los fariseos lo atacaban porque siendo un hombre se hacía igual a  Dios (Juan 5,18; 10,33).




Percatados de esta verdad, Cristo Jesús fue por eso adorado por los magos de Oriente (Mateo 2, 11), por el ciego de nacimiento al que le dio la vista (Juan 9,35-38), por las mujeres que se lo encontraron después de la resurrección (Mateo 28,9), por los apóstoles cuando lo vieron regresar a la presencia del Padre (Mateo 28,17; Lucas 24,52), y por los ángeles del cielo (Hebreos 1,6). Como si fuera poco, el mismo Señor Jesús puso de manifiesto varias veces su naturaleza divina, pues <<nadie conoce al hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el hijo se lo quiera revelar>>(Mateo 11,27), <<Yo y el Padre somos una sola cosa>> (Juan 10,30), <<el Padre está en mí y yo en el Padre>> (Juan 10,38), <<crean en Dios y crean también en mí>> (Juan 14,1), <<porque todo lo que tiene el padre es mío>> (Juan 16,15). Por todas estas declaraciones, el Unigénito de Dios puede decir con autoridad: <<Nadie va al Padre sino por mí, si me habéis conocido a mí, conocéis también a mi Padre, y desde ahora lo conocéis y lo veis>> (Juan 14,7).
N. S. Jesucristo dijo enfáticamente <<el que no honra al hijo no honra al Padre que lo envió>> (Juan 5,23). Es importante anotar que el principal término hebreo que significa HONRA es ka·vóhdh, cuyo significado literal es PESO. De modo que a la persona a la que se honra se la considera de peso, de valía. En griego, el nombre ti·mḗ transmite la idea de REVERENCIA, HONOR, HONRA, ESTIMA, VALOR o PRECIADO. En conclusión, honra significa demostración de aprecio que se hace a una persona reconociendo su virtud y su mérito. Asimismo, los milagros de Cristo (Lucas 9,43) y su transfiguración en el monte Tabor (2 Pedro 1,16-17), revelan la majestad (megaleiotés) que le viene de Dios Padre. Además, ambos reciben la misma gloria (doxa) (Juan 17,5), y adoración (latreúo) (Apocalipsis 5,14; 22,3).






Por otra parte, los apóstoles  Pablo y Pedro nombran a Jesucristo en sus cartas como DIOS Y SALVADOR theou kai soteros (Tito 2,13; 2 Pedro 1,1); título que también recibe “DIOS PADRE” (Daniel 6, 27,1 Timoteo 2,3; 4,10; Tito 3,4). Es más, en la resurrección del Mesías, el apóstol Tomás exclama maravillado y convencido: <<¡Señor mío y Dios mío!>>  Kírios moy kai Theós moy (Juan 20,28); Comparar con (1 Reyes 3,7: Salmo 86,12). Por su parte, San Juan concluye diciendo:<<Vivimos unidos al que es verdadero, es decir, a su hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y la vida eterna >> (1 Juan 5,20), comparar con (Juan 17,3). Igualmente, hay varios pasajes bíblicos donde se nombra a Jesús como el Pantokrátor, término griego para TODOPEROSO. En un sentido literal implica <<Gobernante sobre Todo; Aquel Que Tiene Todo el Poder>>. (Juan 1,3; Mateo 28,18; Apocalipsis 1,8).



8. LA NATURALEZA DIVINA DE JESÚS. PARTE I. Exegesis




LA NATURALEZA DIVINA DE JESÚS PARTE I



En el Antiguo Testamento el profeta Isaías había revelado al pueblo de Israel que el HIJO DE DIOS sería llamado el Emmanuel (7,14), que en hebreo traduce DIOS CON NOSOTROS. Igualmente, el mismo profeta en otro de sus apartes lo llamó también DIOS INVENCIBLE (9,6); el autor de la carta a los hebreos (1,8) agrega: más del Hijo dice (el Padre): Tu trono, OH Dios, por el siglo del siglo, cetro de equidad es el cetro de tu reino (Véase también Salmo 45,6-7). Del mismo modo, el nombre de JESUS quiere decir en hebreo DIOS SALVA; así lo identificó el Arcángel San Gabriel al anunciarle a la Virgen María su misión (Lucas 1,31-33).

Claro está, que el libro bíblico donde más se hace alusión a la naturaleza divina de Jesús se encuentra condensado en el evangelio de San Juan; escrito en la ciudad de Éfeso a finales del siglo I, por petición de los obispos de Asia Menor, para refutar y aclarar el error teológico que empezaba a extender un hereje de nombre Cerinto en compañía de los ebionitas, los cuales negaban esta verdad de Fe. Así lo demuestra el prólogo: En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios (En archê en ho Logos kai ho Logos en pros ton Theon kai ho Logos en Theos). Comparar con (1 Juan 1,1-3).

El prólogo del evangelio de Juan versos 1 al 3 y 14, establece tres facetas principales del Logos Theou (el Verbo ontológico encarnado) y su actividad:

Ø Su divinidad e íntima relación con el Padre desde toda la eternidad.
Ø Su obra como agente de la creación del universo.
Ø Su encarnación por medio de la Virgen María.



El evangelista utiliza dos verbos griegos que en español son el equivalente a SER, EXISTIR o ESTAR. Estos son: en, que se puede definir como existir sin principio en el tiempo. El segundo, egenetos significa existir con un principio. En el capítulo uno en los versículos 1 al 2, el Apóstol utiliza 4 veces el verbo en para referirse a Cristo. Al transcribir el texto, lo pondremos en mayúsculas: En el principio EXISTÍA la Palabra y la Palabra ESTABA con Dios, y la Palabra ERA Dios. Ella ESTABA en el principio con Dios. En el versículo 3, al hablar de la creación emplea el verbo egenetos. Todo se HIZO por ella y sin ella no se HIZO nada de cuanto existe. Claramente, San Juan hace una diferencia entre el creador, Jesús, quien siendo Dios no tuvo principio ni tendrá fin, y la creación que sí tuvo un comienzo.
Las Sagradas Escrituras nos indican que Jesús no fue CREADO sino ENGENDRADO. En forma metafórica equivale a decir ENGENDRADO DE DIOS (gennétheis ek tou Theou) (Salmo 2,7; Proverbios 8,25; Hechos 13,33; Hebreos 1,5; 5,5), o usualmente NACIDO DE DIOS (gegennémenos ek tou Theou) (1 Juan 5,18). El aoristo gennétheis describe la acción realizada una vez y para siempre, mientras que el perfecto gegennémenos habla de una continuación de la acción ya consumada, en la cual todo creyente como HIJO ADOPTIVO del Padre Eterno está llamado a permanecer por la fe en su Unigénito, nuestro hermano mayor (Juan 1,12-13). Por lo tanto, Jesucristo HA VENIDO DE DIOS (Juan  6,46;  13,13),  bajado  del   cielo (en griego katabasis, es decir DESCENDIMIENTO) (Juan 3,13), <<Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad>> (Colosenses 2,9). Habitar en la traducción griega de la palabra katiokeo, puede traducirse como establecerse permanentemente en una vivienda, mientras que plenitud viene del griego pleroma, que indica que se llena la plenitud de la DEIDAD o DIVINIDAD (theotes). Este texto afirma que la NATURALEZA o la ESCENCIA divina completa se manifiesta en la persona de Jesucristo. Igualmente, <<Él es el resplandor glorioso de Dios, la representación (del griego charaktér) misma de lo que Dios es>> (Hebreo 1,3). El término charaktér, es la única vez que se usa en el Nuevo Testamento, y significa IMPRIMIR SOBRE o SELLAR.
Del mismo modo, hablar de RESPLANDOR, es aclarar que tiene la misma IMPRESION o SUSTANCIA de Dios (hypostasis). O también <<la imagen (del griego eikón) del Dios invisible>> (Colosenses 1,15; Véase también 2 Corintios 4,4). Nótese bien, que Pablo pudo haber usado la expresión homoima. Esta palabra indica una semejanza con un arquetipo. También pudo haber empleado el vocablo eidos, que significa una forma o la forma, pero el apóstol utilizó eikón para afirmar que Jesús es la imagen misma del Padre en su SUSTANCIA, ESENCIA y SER (véase Juan 14, 7-8-9).



domingo, 29 de septiembre de 2019

7. ¿CUAL ES EL VALOR DE LA PASION DEL SEÑOR?. Exegesis




LA PASIÓN DEL SEÑOR


El arresto y el juicio de Jesús se produjo en tiempos de la Pascua, que era la máxima fiesta religiosa en la que se celebra hasta nuestros días, la salida del pueblo judío de la esclavitud en Egipto, comandados por Moisés. Ya en cuanto las acusaciones en contra suya fueron tanto de carácter religioso porque siendo un hombre se hacía llamar HIJO DE DIOS, y de orden político, pues recibía de sus seguidores el título de REY DE LOS JUDIOS, lo que era considerado un acto de rebeldía al entonces emperador Tiberio César. Fue esta última denuncia lo que obligó al procurador Poncio Pilatos (26 al 36) a sentenciar a este Vir Dolorum (varón de dolores) a la pena capital de la Cruz, castigo solo reservado a los peores criminales y soldados que desertaban de las filas imperiales. El mismo gobernador romano mandó a colocar sobre la Cruz, el letrero de INRI, palabra formada por las iniciales latinas IESUS NAZARENUS REX JUDEORUM (JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS).

Sobre la tortura  de Cristo el viernes santo, los evangelios nos narran de manera completa la gran cantidad de sufrimientos que tuvo que padecer, tales como las burlas y los insultos de los soldados, la coronación de espinas, los latigazos, los golpes con una caña en la cabeza, los puñetazos en la cara, el peso del madero desde el Pretorio romano hasta el monte Gólgota o Calavera; y la terrible agonía de seis hora (9 a.m. a 3 p.m.), acompañada de calambres, desgarre muscular en los brazos y espalda, las heridas abiertas, fiebre alta, deshidratación, un sudor frío que le bañaba todo el cuerpo, hasta experimentar la muerte por asfixia, según lo han concluido los médicos forenses. Sobre el particular, San Ignacio, obispo de Antioquía (+107), haciendo énfasis en la divinidad y humanidad de Cristo, pudo decir que ese día en el calvario fue derramada por nuestra salvación LA SANGRE DE DIOS. Después de su muerte descendió a las partes bajas del mundo (descendit ad ínferos) para llevar a las almas de los justos al cielo.

6.¿CUAL ES EL SIGNIFICADO DEL RESCATE DE DIOS PARA EL HOMBRE? Exegesis



EL SIGNIFICADO DEL RESCATE DE DIOS


La Biblia le da varios nombres al acto amoroso de Dios Padre de habernos entregado a su UNIGENITO por la salvación de toda la humanidad, y que puede estar relacionado con los términos: comprar, reconciliación, redención, propiciación y expiación (Salmo 49,8; Daniel 9,24; Gálatas 3,13; Colosenses 1,20; Hebreos 2,17). Pero la expresión que tal vez la defina mejor la utilizó el propio Jesús cuando dijo: <<De la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos>> (Mateo 20,28. Biblia de Jerusalén). La palabra griega para RESCATE es lý-tron, significa SOLTAR, LIBERAR, y designa el dinero que se pagaba a cambio de la liberación de los prisioneros de guerra. Por consiguiente, la definición esencial de rescate es lo que se paga para recomprar algo.

En el AT el vocablo correspondiente es kó-fer, que procede de un verbo que expresa CUBRIR, y en un plano teológico sería CUBRIR DE PECADOS (Salmo 65,4). Del mismo modo, para rescatar del pecado, o cubrirlo, debe pagarse un precio que corresponda plenamente al daño ocasionado por este, o lo cubra en su totalidad. Por esta razón, la ley divina que recibió Israel estipulaba lo siguiente: <<No tendrá piedad tu ojo. Vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie>> (Deuteronomio 19,21. Biblia de Jerusalén).

5. ¿CUAL ES LA MISION REDENTORA DE JESUS?. Exegesis



 SU MISIÓN REDENTORA


JESUS equivalente a: Yoshua (en hebreo) o Yeshua (en arameo), cuyo nombre significa Yahveh Salva. Recibió el título de MESIAS, Maschíaj (en hebreo) o CRISTO, kjristós (en griego), equivalente a Christus (en latín) que quiere decir UNGIDO, ESCOJIDO o SAGRADO (término que identificaban a los reyes, sacerdotes y profetas del pueblo escogido por Dios); de aquí surge la combinación de JESUCRISTO, Iesus Christus (en latín). También se le relaciona en las Escrituras con el distintivo de HIJO DE DIOS, Ben Elohim (en hebreo), SEÑOR, Maran (en hebreo), Kyrios (en griego) o Dominus (en latín). En el arte cristiano aparece el símbolo IHS, que compone las iniciales de Iesus Hominum Salvator, Jesús Salvador de los hombres.

Para demostrar su naturaleza y misión divina realizó grandes prodigios como curar a los ciegos, leprosos, paralíticos, mudos, resucitar a los muertos, como a su amigo Lázaro, expulsar demonios, transformar el agua en vino, multiplicar en dos oportunidades los panes y los peces para dar de comer a más de cinco mil personas, calmar la tempestad con su voz, caminar sobre las aguas, y dejar ver su resplandor glorioso en el monte Tabor a sus tres más cercanos seguidores: Pedro, Santiago el MAYOR y Juan, el discípulo amado.

La predicación de Jesús era de fácil comprensión, resumiendo los mandatos de la ley mosaica en dos grandes principios: “Amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo”. También hablaba de que su cuerpo y su sangre se convertirían en una NUEVA ALINZA o PACTO ETERNO en el que no solamente estaban incluidos los judíos sino también los paganos, llamados a formar por el bautismo una única Iglesia Universal (Católica en griego). Para llevar este mensaje se valió especialmente de ejemplos y comparaciones con la vida cotidiana (parábolas). Sin embargo, fueron muchos los que no aceptaron tales palabras, pues mientras Jesús les hablaba de un REINO DE LOS CIELOS (Regnum Christi), ellos esperaban un rey guerrero como había sido David, que los liberara del  yugo  de  los  idólatras romanos, y los convirtiera en “reyes de este mundo”; esperanza que todavía anhelan muchos de los llamados judíos ortodoxos. Todo esto le ocasionó una serie de grandes peligros, destierros, intentos de asesinatos, calumnias y traiciones por parte del Sanedrín (consejo de ancianos), al mando del Sumo Pontífice Anás y su yerno Caifás (El primero gobernó el sanedrín hasta el año 16, y Caifás del 16 al 40), quienes se valieron de la codicia de Judas Iscariote para vender a su Maestro por treinta monedas de plata, precio que era pagado en aquel tiempo por un esclavo, según el pacto de la ley de Moisés.

lunes, 23 de septiembre de 2019

4.¿COMO ERA EL MARCO SOCIAL Y RELIGIOSO EN LA VIDA DE JESUS? Exegesis



I.           LA ANTIGUA ISRAEL

Los Evangelios narran que el Mesías nació en Belén, la ciudad del rey David; de cuya estirpe real pertenecía su padre adoptivo José. Vivió treinta años en Nazaret y murió en Jerusalén, capital de Israel. Ya en cuanto a su vida pública la inicia a los treinta años de edad, cuando después de haberse hecho bautizar por su primo  Juan  Bautista  en  el río Jordán, empieza a recorrer durante tres años las aldeas y los campos de las cuatro provincias de Palestina (Judea, Galilea, Samaria y Perea) anunciando la “Buena Nueva”, en especial a los pobres y marginados como los ancianos, las viudas, los huérfanos, los extranjeros al igual que los pescadores del mar de Galilea; entre los que se encontraban cuatro de sus apóstoles incluyendo a Pedro, a quien Jesús prometió en la región de Cesarea que sobre él edificaría su Iglesia al ser nombrado su primer pastor en la tierra. Esta labor apostólica ha continuado hasta nuestros días hasta llegar al Papa Francisco.

III. MARCO SOCIAL Y RELIGIOSO

Los judíos vivían una de sus peores crisis en el ámbito político y social, la clase dominante era regida por los Saduceos (los justos), quienes tenían el control del Templo de Jerusalén, centro espiritual y de peregrinación del pueblo hebreo. Estos a su vez rivalizaban doctrinalmente con los Fariseos (los puros), y Escribas (Doctores de la Ley), encargados de las Sinagogas, los Saduceos junto con los Fariseos, Escribas y Ancianos formaban el llamado “Consejo de los Judíos” o “Sanedrín”, que estaba constituido por setenta y un miembros incluido el Sumo Sacerdote.  Todos ellos vestidos de púrpura real y lino blanco que representaban su posición favorecida. Del mismo modo, se encontraban los Herodianos que incluían la corte del rey Herodes el Grande, aliados de los romanos. También estaban los publicanos quienes recogían los impuestos para el César. Asimismo, los Zelotes (los celosos), llamados también Sicarios (por el pequeño puñal o “sica” que utilizaban). Igualmente, con los Samaritanos se evitaba todo contacto, pues ambos pueblos se habían distanciado desde la división del reino de Israel y Judá ocho siglos atrás, y sobre todo por tener una tradición bíblica y una organización religiosa independiente de la de Jerusalén. Finalmente, los Esenios (Hijos de la luz), agrupaban comunidades de judíos que vivían aislados de los demás; éstos no son mencionados en los evangelios.




3.¿COMO ES EL CONTEXTO HISTÓRICO DE LA VIDA DE JESÚS? Exegesis



“Jesucristo sin escribir una sola línea, inspiró más sermones, oraciones, debates, libros, obras de arte y cantos de alabanza que todos los grandes hombres de la historia juntos”.
Philip Schaff.
Historiador del siglo XIX.

I.           CONTEXTO HISTÓRICO

Desde el año 63 a.C., Israel era una de las cincuenta provincias del vasto imperio romano que abarcaba casi toda Europa, el Norte de África y el Medio Oriente. Contaba con un sistema político y códigos civiles que todavía son conocidos hasta nuestros días. Poseía un enorme ejército bien disciplinado que aplastaba cualquier intento de subversión en sus territorios conquistados. Contaba con excelentes caminos que unían a Roma a las tierras más distantes gobernadas por los Césares, y mares limpios de piratas, facilitando así un rápido movimiento de tropas, esclavos, mercancía y víveres.

Al reconocer que el pueblo judío era una nación única, y que requería un trato especial, los romanos le concedieron privilegios excepcionales. Julio César colocó su religión en la categoría de aquéllas que estaban permitidas en forma oficial, y en el año 37 a.C., Herodes el Grande, quien, a pesar de ser idumeo de nacimiento, era judío de religión, fue nombrado para que gobernara Judea como rey subordinado.






Por ese tiempo, Israel tan sólo contenía un reducido número del grupo total de hebreos que estaban esparcidos a lo largo de todo el imperio. Desde la caída de Jerusalén en el año 586 a.C., su dispersión se extendió por medio de la política colonizadora de Alejandro Magno y los reyes antioquenos. Se podía encontrar en números considerables en todos los grandes centros comerciales y puertos marítimos, y donde quiera que residieran diez cabezas de familia se edificaba por lo general una sinagoga. En estas escuelas religiosas se reunían el sábado para oír la lectura de las Escrituras, y esta práctica junto con el rito de la circuncisión llegó a ser un vínculo de unidad y su distintivo de otras naciones, lo que aseguró su identidad como “pueblo escogido por Yavé”.

En las comunidades judías de las diásporas se hablaba el idioma griego, que era el lenguaje del comercio, la filosofía y la universidad. Este desarrollo se dejó sentir en la ciudad de Alejandría (Egipto) con la traducción de los textos vetero-testamentarios del hebreo al griego, y que es conocida como la versión de la septuaginta. Del mismo modo, muchos gentiles se sintieron atraídos por las enseñanzas de la torah en sus centros de culto, la majestad de un único y verdadero Dios (monoteísmo), las altas reglas morales y la esperanza en un mesías esperado y anunciado por los profetas. Este grupo se les conoció como los prosélitos justos, los cuales cumplían todo los preceptos y ritos de la ley mosaica, y en compañía de los hebreos peregrinaban al templo de Jerusalén para la fiesta de la Pascua (o el Pésaj).


2.¿CUALES SON LOS TÍTULOS Y CUALIDADES DE JESÚS?. Exegesis




§  <<Autor principal de la vida>> (Hechos 3,15).
§  <<Amén>> (2 Corintios 1,19 -20; Apocalipsis 3,14).
§  <<Apóstol>> (Hebreos 3,1).
§  <<Buen pastor>> (Juan 10,11).
§  <<Cordero de Dios>> (Juan 1,29).
§  <<Cristo, Mesías>> (Juan 1,41).
§  <<Cristo el Señor>> (Lucas 2,11).
§  <<Cristo de Dios, el Escogido>> (Lucas 23,35).
§  <<Dios Poderoso>> (Isaías 9,6).
§  <<Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos>> (Romanos 9,5).
§  <<Emmanuel>> (Isaías 7,14; Mateo 1,23).
§  <<Estrella que saldrá de Jacob>> (Números 24,17).
§  <<Estrella resplandeciente de la mañana>> (Apocalipsis 22,16).
§  <<El sol de la justicia>> (Malaquías 4,2).
§  <<El veraz>> 0(Apocalipsis 3,7).
§  <<El principio de las criaturas de Dios>> (Apocalipsis 3,14).
§  <<El Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último>> (Apocalipsis 22,13).
§  <<Gran Dios y Salvador Jesucristo>> (Tito 2,13).
§  <<Dios Poderoso>> (Isaías 9,6).
§  <<Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos>> (Romanos 9,5).
§  <<Emmanuel>> (Isaías 7,14; Mateo 1,23).
§  <<Imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación>> (Colosenses 1,15).
§  <<Jesucristo, Hijo de Dios>> (Marcos 1,1).
§  <<Jesús Nazareno, Rey de los Judíos>> (Juan 19,19).
§  <<Juez de vivos y muertos>> (Hechos 10,42).
§  <<León de la tribu de Judá>> (Apocalipsis 5,5).
§  <<Lucero de la mañana>> (Apocalipsis 22,16).
§  <<Luz de las naciones>> (Isaías 42,6).
§  <<Luz de los hombres>> (Juan 1,4).
§  <<Maestro, y Señor>> (Juan 13,13).
§  <<Maravilloso consejero>> (Isaías 9,6).
§  <<Mediador entre Dios y los hombres>> (1 Timoteo 2,5).
§  <<Padre Eterno>> (Isaías 9,6).
§  <<Pastor del pueblo de Israel>> (Mateo 2,6; 15,24).
§  <<Pastor y Obispo>> (1 Pedro 2,25).
§  <<Poder de Dios, y sabiduría de Dios>> (1 Corintios 1,24).
§  <<Príncipe de la Paz>> (Isaías 9,6).
§  <<Príncipe de los pastores>> (1 Pedro 5,4).
§  <<Príncipe y Salvador>> (Hechos 5,31).
§  <<Príncipe de los reyes de la tierra>> (Apocalipsis 1,5).
§  <<Resplandor de Dios>> (Hebreos 1,3).
§  <<Rey de Reyes y Señor de Señores>> (Apocalipsis 19,16).
§  <<Salvador>> (Lucas 2,11).
§  <<Santo de Dios>> (Marcos 1,29).
§  <<Santo Hijo Jesús>> (Hechos 4,27).
§  << ¡Señor mío y Dios mío! >> (Juan 20,28).
§  <<Señor y Mesías>> (Hechos 2,36).
§  <<Señor y Salvador Jesucristo>> (2 Pedro 3,18).
§  <<Sumo Sacerdote>> (Hebreos 4,14-15).
§  <<Testigo Fiel, el Primogénito de los muertos>> (Apocalipsis 1,5).
§  <<Tronco de Jesé>> (Isaías 11,1).
§  <<Todopoderoso>> (Apocalipsis 1,8).
§  <<Ultimo Adán>> (1 Corintios 15,45).
§  <<Vástago de David>> (Apocalipsis 5,5).
§  <<Verbo de Dios>> (Apocalipsis 19,13).
§  <<Verdadero Dios, y la vida eterna>> (1 Juan 5,20).