lunes, 14 de enero de 2019

102.¿Por qué debemos nosotros también aceptar el sufrimiento en nuestra vida  y así «cargar con la cruz» y con ello seguir a Jesús?



Los cristianos no tienen que buscar el dolor, pero cuando se  enfrentan a un dolor que no se puede evitar, éste puede cobrar  sentido para ellos si unen su dolor al dolor de Cristo: «Cristo  padeció por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus  huellas» (1 Pe 2,21). [618] Jesús dijo: «El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo,  que cargue con su cruz y me siga» (Mc 8,34). Los cristianos tienen la tarea  de mitigar el dolor en el mundo. Sin embargo, siempre habrá dolor. En la  fe podemos aceptar nuestro propio dolor y compartir el ajeno. De este modo  el dolor humano se hace uno con el amor redentor de Cristo y con ello se  hace parte de la fuerza divina que transforma el mundo hacia el bien

618.   La Cruz es el único sacrificio de Cristo "único mediador entre Dios y los hombres" (1 Tm 2, 5). Pero, porque en su Persona divina encarnada, "se ha unido en cierto modo con todo hombre" (GS 22, 2) Él "ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de Dios sólo conocida [...] se asocien a este misterio pascual" (GS 22, 5). Él llama a sus discípulos a "tomar su cruz y a seguirle" (Mt 16, 24) porque Él "sufrió por nosotros dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas" (1 P 2, 21). Él quiere, en efecto, asociar a su sacrificio redentor a aquellos mismos que son sus primeros beneficiarios (cf. Mc 10, 39; Jn 21, 18-19; Col 1, 24). Eso lo realiza en forma excelsa en su Madre, asociada más íntimamente que nadie al misterio de su sufrimiento redentor (cf. Lc 2, 35): 
«Esta es la única verdadera escala del paraíso, fuera de la Cruz no hay otra por donde subir al cielo» (Santa Rosa de Lima, cf. P. Hansen, Vita mirabilis, Lovaina, 1668) 

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