Los milagros que hizo Jesús eran signos del comienzo del reino de Dios. Eran expresión de su amor a los hombres y confirmaban su misión. [547550] Los milagros de Jesús no eran una representación mágica. Él estaba lleno del poder del amor salvífica de Dios. Por medio de los milagros, Jesús muestra que es el Mesías y que el reino de Dios comienza en él. De este modo se podía experimentar el inicio del nuevo mundo: liberaba del hambre (Jn 6,515), de la injusticia (Lc 19,8), de la enfermedad y la muerte (Mt 11,5). Mediante la expulsión de demonios comenzó su victoria contra el «príncipe de este mundo» (Jn 12,31; se refiere a Satanás). Sin embargo, Jesús no suprimió toda desgracia y todo mal de este mundo. Se fijó especialmente en la liberación del hombre de la esclavitud del pecado. Le importaba ante todo la fe que suscitaba a través de los milagros. 241242
547. Jesús acompaña sus palabras con numerosos "milagros, prodigios y signos" (Hch 2, 22) que manifiestan que el Reino está presente en Él. Ellos atestiguan que Jesús es el Mesías anunciado (cf. Lc 7, 18-23).
550. La venida del Reino de Dios es la derrota del reino de Satanás (cf. Mt 12, 26): "Pero si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios" (Mt 12, 28). Los exorcismos de Jesús liberan a los hombres del dominio de los demonios (cf. Lc 8, 26-39). Anticipan la gran victoria de Jesús sobre "el príncipe de este mundo" (Jn 12, 31). Por la Cruz de Cristo será definitivamente establecido el Reino de Dios: Regnavit a ligno Deus ("Dios reinó desde el madero de la Cruz", [Venancio Fortunato, Hymnus "Vexilla Regis": MGH 1/4/1, 34: PL 88, 96]).
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