lunes, 7 de enero de 2019

89. ¿A quién promete Jesús el «reino de Dios»?



Dios quiere «que todos se salven y lleguen al conocimiento de la  verdad» (1 Tim 2,4). El «reino de Dios» comienza en las personas que se  dejan transformar por el amor de Dios. Según la experiencia de Jesús  son sobre todo los pobres y los pequeños. [541­546,567] Incluso las personas que están alejadas de la Iglesia encuentran fascinante que  Jesús, con una especie de amor preferencial, se dirija primero a los excluidos  sociales. En el sermón de la montaña son los pobres y los que lloran, las  víctimas de la persecución y de la violencia, todos los que buscan a Dios con un  corazón puro, todos los que buscan su misericordia, su justicia y su paz, los que  tienen un acceso preferente al reino de Dios. Los pecadores son especialmente  invitados: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a  llamar a justos, sino a pecadores» (Mc 2,17).

541.  "Después que Juan fue preso, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva" (Mc 1, 15). "Cristo, por tanto, para hacer la voluntad del Padre, inauguró en la tierra el Reino de los cielos" (LG 3). Pues bien, la voluntad del Padre es "elevar a los hombres a la participación de la vida divina" (LG 2). Lo hace reuniendo a los hombres en torno a su Hijo, Jesucristo. Esta reunión es la Iglesia, que es sobre la tierra "el germen y el comienzo de este Reino" (LG 5)

546.   Jesús llama a entrar en el Reino a través de las parábolas, rasgo típico de su enseñanza (cf. Mc 4, 33-34). Por medio de ellas invita al banquete del Reino (cf. Mt 22, 1-14), pero exige también una elección radical para alcanzar el Reino, es necesario darlo todo (cf. Mt 13, 4445); las palabras no bastan, hacen falta obras (cf. Mt 21, 28-32). Las parábolas son como un espejo para el hombre: ¿acoge la palabra como un suelo duro o como una buena tierra (cf. Mt 13, 3-9)? ¿Qué hace con los talentos recibidos (cf. Mt 25, 14-30)? Jesús y la presencia del Reino en este mundo están secretamente en el corazón de las parábolas. Es preciso entrar en el Reino, es decir, hacerse discípulo de Cristo para "conocer los Misterios del Reino de los cielos" (Mt 13, 11). Para los que están "fuera" (Mc 4, 11), la enseñanza de las parábolas es algo enigmático (cf. Mt 13, 10-15). 

567.   El Reino de los cielos ha sido inaugurado en la tierra por Cristo. "Se manifiesta a los hombres en las palabras, en las obras y en la presencia de Cristo" (LG 5). La Iglesia es el germen y el comienzo de este Reino. Sus llaves son confiadas a Pedro. 



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