Creemos en un solo Dios porque según el testimonio de la Sagrada Escritura sólo hay un Dios y porque, según las leyes de la lógica, tampoco puede haber más que uno. [200202, 228] Si hubiera dos dioses, uno sería el límite del otro; ninguno de los dos sería infinito, ninguno sería perfecto; de modo que ninguno de los dos sería Dios. La experiencia fundamental de Dios que tiene el pueblo de Israel es: «Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo» (Dt 6,4). Una y otra vez los profetas exhortan a abandonar los falsos dioses y a convertirse al único Dios: «Yo soy un Dios justo y salvador, y no hay ninguno más» (Is 45,22).
202. Jesús mismo confirma que Dios es "el único Señor" y que es preciso amarle con todo el corazón, con toda el alma, con todo el espíritu y todas las fuerzas (cf. Mc 12,29-30). Deja al mismo tiempo entender que Él mismo es "el Señor" (cf. Mc 12,35-37). Confesar que "Jesús es Señor" es lo propio de la fe cristiana. Esto no es contrario a la fe en el Dios Único. Creer en el Espíritu Santo, "que es Señor y dador de vida", no introduce ninguna división en el Dios único:
«Creemos firmemente y confesamos que hay un solo verdadero Dios, inmenso e inmutable, incomprensible, todopoderoso e inefable, Padre, Hijo y Espíritu Santo: Tres Personas, pero una sola esencia, substancia o naturaleza absolutamente simple» (Concilio de Letrán IV: DS 800).
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