El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad (TRINIDAD) y de la misma naturaleza divina del Padre y del Hijo. [243248,263264] Cuando descubrimos la realidad de Dios en nosotros, entramos en contacto con la acción del Espíritu Santo. Dios «envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo» (Gál 4,6), para que nos llene completamente. En el Espíritu Santo el cristiano encuentra una alegría profunda, la paz interior y la libertad. «Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para recaer en el temor, sino que habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: ¡Abbá, Padre!» (Rom 8,15b). En el Espíritu Santo, que hemos recibido en el Bautismo y la CONFIRMACIÓN podemos llamar a Dios «Padre». 113120, 203206, 310311
243. Antes de su Pascua, Jesús anuncia el envío de "otro Paráclito" (Defensor), el Espíritu Santo. Éste, que actuó ya en la Creación (cf. Gn 1,2) y "por los profetas" (Símbolo Niceno-Constantinopolitano: DS 150), estará ahora junto a los discípulos y en ellos (cf. Jn 14,17), para enseñarles (cf. Jn 14,16) y conducirlos "hasta la verdad completa" (Jn 16,13). El Espíritu Santo es revelado así como otra persona divina con relación a Jesús y al Padre.
263. La misión del Espíritu Santo, enviado por el Padre en nombre del Hijo (cf. Jn 14,26) y por el Hijo "de junto al Padre" (Jn 15,26), revela que Él es con ellos el mismo Dios único. "Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria".
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