domingo, 25 de noviembre de 2018

50. ¿Qué papel juega el hombre en la providencia divina?



La consumación de la Creación a través de la providencia  divina no sucede sin nuestra intervención. Dios nos invita a  colaborar en la perfección de la Creación. [307­308]

El hombre puede rechazar la voluntad de Dios. Pero es mejor  convertirse en un instrumento del amor divino. La Madre Teresa se  esforzó toda su vida por pensar así: «Soy únicamente un pequeño lápiz  en la mano de nuestro Señor. Él puede cortar o afilar el lápiz. Él puede  escribir o dibujar lo que quiera y donde quiera. Si lo escrito o un dibujo  es bueno, no valoramos el lápiz o el material empleado, sino a aquel  que lo ha empleado». Si Dios actúa también con nosotros y a través  nuestro, no debemos confundir nunca nuestros propios pensamientos,  planes y actos con la acción de Dios. Dios no necesita nuestro trabajo  como si a Dios le faltara algo sin él.

307.   Dios concede a los hombres incluso poder participar libremente en su providencia confiándoles la responsabilidad de "someter'' la tierra y dominarla (cf. Gn 1, 26-28). Dios da así a los hombres el ser causas inteligentes y libres para completar la obra de la Creación, para perfeccionar su armonía para su bien y el de sus prójimos. Los hombres, cooperadores a menudo inconscientes de la voluntad divina, pueden entrar libremente en el plan divino no sólo por su acciones y sus oraciones, sino también por sus sufrimientos (cf. Col 1, 24). Entonces llegan a ser plenamente "colaboradores [...] de Dios" (1 Co 3, 9; 1 Ts 3, 2) y de su Reino (cf. Col 4, 11). 

308.   Es una verdad inseparable de la fe en Dios Creador: Dios actúa en las obras de sus criaturas. Es la causa primera que opera en y por las causas segundas: "Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece" (Flp 2, 13; cf. 1 Co 12, 6). Esta verdad, lejos de disminuir la dignidad de la criatura, la realza. Sacada de la nada por el poder, la sabiduría y la bondad de Dios, no puede nada si está separada de su origen, porque "sin el Creador la criatura se 
diluye" (GS 36, 3); menos aún puede ella alcanzar su fin último sin la ayuda de la gracia (cf. Mt 19, 26; Jn 15, 5; Flp 4, 13). 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario