martes, 29 de octubre de 2019

12. ¿Por qué los católicos comen animales impuros?. Apologetica




12. ¿Por qué los católicos comen animales impuros?

OBJECIÓN: La biblia dice que algunos animales son impuros y no se pueden comer. ¿Por qué los católicos no observan estas prohibiciones?

Es verdad que en la Biblia hay una larguísima lista de animales que no pueden comerse. Anotamos aquí algunas de las citas relativas: Lv 11, 1-3; Dt 14, 3-20. En estos textos se habla de animales puros e impuros. La dificultad está en observar la letra y no el espíritu de la palabra de Dios.

Esta distinción se funda probablemente en que algunos animales estaban asociados a los dioses subterráneos y demonios cananeos que producían horror a los israelitas. También habían influido motivos higiénicos. El pueblo de Israel reviste estas cosas de carácter religioso para distinguirse así de los otros pueblos. Si la causa de la división de los animales no fuera la que aquí se alude, sin duda ésta sí vino a fomentar en el judaísmo su separación de los demás pueblos.

Los israelitas se consideraban «puros» y a los paganos los consideraban «impuros». Entre estos dos mundos no había posibilidades de comer en una misma mesa y de tener relaciones familiares. Pero por encima de esta impureza ritual, los profetas insisten en la purificación del corazón (Is 1, 16; Jr 33, 8; Sal 51, 12). En esta perspectiva se comprende mejor la visión de Pedro en Jope, en la cual, el cristianismo dio término a esta división (Hch 10, 9-16).

A propósito, de la impureza de las manos, objetada por los fariseos, Jesús considera la cuestión de forma más general. La Ley atribuía impureza a algunos alimentos (Lv 11), pero Jesús enseña que lo importante es la pureza moral:

«Luego Jesús llamó a la gente y dijo: escuchen y entiendan: “Lo que entra por la boca del hombre no es lo que lo hace impuro, al contrario, lo que hace impuro al hombre es lo que sale de su boca”» (Mt 15, 10-11). En Mc 7, 19b se dice expresamente: «Con esto quiso decir que todos los alimentos son limpios».

San Pablo en Ro 14, 14 afirma: «Yo sé que nada hay impuro en sí mismo; como creyente en el Señor Jesús, estoy seguro de ello». Y, refiriéndose directamente a los alimentos, declara sin ambigüedad en 1Tm 4, 3-5: «Pues todo lo que Dios ha creado es bueno; y nada debe ser rechazado si lo aceptamos dando gracias a Dios, porque la palabra de Dios y la oración lo hacen puro».

Después de estos textos, no tiene sentido quedarse «bloqueado» por las enseñanzas del Antiguo Testamento y no querer comprender que su verdadero sentido fue revelado por Cristo, en el Nuevo. Todos los alimentos, absolutamente todos, son puros en el Señor.

«Coman ustedes todo lo que se vende en la carnicería, sin preguntar nada por motivos de conciencia; porque el mundo entero, con todo lo que hay en él, es del Señor» (1Co 10, 25-27).



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