1) Oír misa entera los domingos y fiestas de
precepto.
2) Confesar los pecados mortales al menos una
vez al año, en peligro de muerte, y si se ha de
comulgar.
3) Comulgar por Pascua de Resurrección.
4) Ayunar y abstenerse de comer carne cuando
lo manda la Santa Madre Iglesia.
5) Ayudar a la Iglesia en sus necesidades. [2042
2043]
2042. El primer mandamiento («oír misa entera los domingos y demás
fiestas de precepto y no realizar trabajos serviles») exige a los fieles que
santifiquen el día en el cual se conmemora la Resurrección del Señor y las
fiestas litúrgicas principales en honor de los misterios del Señor, de la
Santísima Virgen María y de los santos, en primer lugar participando en la
celebración eucarística en la que se congrega la comunidad cristiana y
descansando de aquellos trabajos y ocupaciones que puedan impedir esa
santificación de esos días (cf. CIC can 1246-1248; CCEO can. 881, 1.2.4).
El segundo mandamiento («confesar los pecados mortales al menos una
vez al año») asegura la preparación a la Eucaristía mediante la recepción del
sacramento de la Reconciliación, que continúa la obra de conversión y de
perdón del Bautismo (cf. CIC can. 989; CCEO can. 719).
El tercer mandamiento («recibir el sacramento de la Eucaristía al menos
por Pascua») garantiza un mínimo en la recepción del Cuerpo y la Sangre del
Señor en conexión con el tiempo de Pascua, origen y centro de la liturgia
cristiana (cf. CIC can. 920; CCEO can. 708-881, 3)
2043. El cuarto mandamiento («abstenerse de comer carne y ayunar en los
días establecidos por la Iglesia») asegura los tiempos de ascesis y de
penitencia que nos preparan para las fiestas litúrgicas y para adquirir el
dominio sobre nuestros instintos, y la libertad del corazón (cf. CIC can.
1249-1251; CCEO can. 882).
El quinto mandamiento («ayudar a la Iglesia en sus necesidades»)
enuncia que los fieles están obligados de ayudar, cada uno según su
posibilidad, a las necesidades materiales de la Iglesia (cf. CIC can. 222).
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