¿Cuál es la felicidad que Jesús nos habla en el Evangelio?
Cuando Dios no creo, Él nos formó con la necesidad y anhelo
profundo de ser felices, podríamos decir que es un hambre que siempre tiene el
ser humano y que muchos la siguen buscando en diversas formas y maneras. A
cualquier ser humano no importando la condición, la raza y posición,
encontraremos a alguien exactamente que busca lo mismo y eso es ser feliz.
Pero lamentablemente si hiciéramos una encuesta difícil
coincidiríamos en lo mismo y no tendríamos una respuesta clara.
Tratando de dar solución a esa gran incógnita podremos
concluir que la felicidad es algo que nos falta o que no tenemos todavía de
manera plena.
Jesús nos enseña que en las bienaventuranzas en la escucha
sencilla y poniéndolas en práctica podremos encontrar esa felicidad que no se
acaba y perdura mucho en nuestro corazón, que es capaz de brindar ese abrazo
que contagia a los demás y anima a poder también compartir esa felicidad, Jesús
nunca se equivoca desarrollando una bienaventuranza que si las vivimos hacen un
eco especial en nuestra alma. Por una parte, su tono fuerte nos desconcierta,
pero por otro lado nos llena de esperanza dándonos esa agua que sacia nuestra
sed.
Nunca debemos olvidar que como cristianos el Evangelio de
Jesucristo es un llamado permanente a ser feliz. No de cualquier manera si no a
la manera de Jesús. Muy alejada a la que la sociedad ofrece basada muchas veces
en el dinero, prestigio, el mismo placer. Eso nos confunde de lo que pareciera
una gran felicidad.
Jesús no enseña que la mejor manera de ser felices siempre
será en una entrega constante al hermano, demostrando que es mejor dar que
recibir, es mejor servir que dominar, es mejor perdonar que vengarse. Atravesar
esta dimensión no es tan fácil cuando en nuestro corazón no estamos dispuesto a
que sea Jesús sea el que gobierne nuestro corazón. Seamos inteligentes y en
nuestra intuición hagamos caso a lo que Jesús nos dice y veremos que tiene
razón.
Es Cristo que con un grito fuerte nos dice seamos felices
luchando por el desprotegido y por nuestra alma, pero también es un grito de
maldición para el que no lo haga.
Nos dice felices los que saben ser pobres en corazón y con
ese corazón saben compartir con los más necesitados, pero dice también malditos
los que solo se preocupan por sus intereses y riquezas.
Felices nos repite los que conocen el hambre y la necesidad
porque ellos tendrán compasión de los demás y jamás van a querer explotar,
abusar y oprimir a los demás. Nos dice malditos los que con su indiferencia no
son capaces de preocuparse por los en sufren
Seamos felices pidiendo tener los sentimientos de Jesús.
Construyendo en nuestro corazón un corazón de carne que sea capaz de mirar las
diversas necesidades de nuestro mundo, nuestra alma y nuestro hermano, lloremos
las injusticias, las muertes, las torturas, los abusos y el sufrimiento y así
podremos amar hasta el limite como Jesús lo hizo en la cruz donde él se entregó
por cada uno de nosotros.
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