miércoles, 26 de diciembre de 2018

84. ¿Fue María únicamente un instrumento de Dios?



María fue mucho más que un mero  instrumento pasivo de Dios. También  mediante su asentimiento activo se realizó la  Encarnación de Dios. [493­494,508­511] Al ángel que le dijo que daría a luz al «Hijo del  Altísimo», María le respondió: «Hágase en mí según  tu palabra» (Lc 1,38). La salvación de la humanidad  por medio de Jesucristo comienza por tanto con una  solicitud de Dios, con el consentimiento libre de una  persona, y con un embarazo antes de que María  estuviera casada con José. A través de estos caminos  tan poco comunes, María se convirtió para nosotros  en la «puerta de la Salvación». 479

493.   Los Padres de la tradición oriental llaman a la Madre de Dios "la Toda Santa" (Panaghia), la celebran "como inmune de toda mancha de pecado y como plasmada y hecha una nueva criatura por el Espíritu Santo" (LG 56). Por la gracia de Dios, María ha permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida

494.   Al anuncio de que ella dará a luz al "Hijo del Altísimo" sin conocer varón, por la virtud del Espíritu Santo (cf. Lc 1, 28-37), María respondió por "la obediencia de la fe" (Rm 1, 5), segura de que "nada hay imposible para Dios": "He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 37-38). Así, dando su consentimiento a la palabra de Dios, María llegó a ser Madre de Jesús y, aceptando de todo corazón la voluntad divina de salvación, sin que ningún pecado se lo impidiera, se entregó a sí misma por entero a la persona y a la obra de su Hijo, para servir, en su dependencia y con él, por la gracia de Dios, al Misterio de la Redención (cf. LG 56): 
«Ella, en efecto, como dice san Ireneo, "por su obediencia fue causa de la salvación propia y de la de todo el género humano". Por eso, no pocos Padres antiguos, en su predicación, coincidieron con él en afirmar "el nudo de la desobediencia de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató la virgen Eva por su falta de fe lo desató la Virgen María por su fe". Comparándola con Eva, llaman a María "Madre de los vivientes" y afirman con mayor frecuencia: "la muerte vino por Eva, la vida por María"» (LG 56; cf. Adversus haereses, 3, 22, 4). 

511.  La Virgen María "colaboró por su fe y obediencia libres a la salvación de los hombres" (LG 56). Ella pronunció su "fiat" loco totius humanae naturae ("ocupando el lugar de toda la naturaleza humana") (Santo Tomás de Aquino, S.Th., 3, q. 30, a. 1): Por su obediencia, ella se convirtió en la nueva Eva, madre de los vivientes. 

83. ¿Qué significa la «Inmaculada Concepción de María»?



La Iglesia cree que «la bienaventurada Virgen María fue  preservada inmune de toda mancha de pecado original en el  primer instante de su concepción por singular gracia y  privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de  Jesucristo Salvador del género humano» (Dogma de 1854;  DOGMA). [487­492,508] La fe en la «Inmaculada Concepción» de María existe desde el inicio de  la Iglesia. Hoy, a veces, se entiende mal esta expresión. Significa que  Dios preservó a María del pecado original, y además desde el principio.  Pero no dice nada sobre la concepción de Jesús en el vientre de María. Y  en ningún caso es una minusvaloración de la sexualidad en el  cristianismo, como si el marido y la mujer se «mancharan» cuando  engendran a un hijo. 68­69

487.   Lo que la fe católica cree acerca de María se funda en lo que cree acerca de Cristo, pero lo que enseña sobre María ilumina a su vez la fe en Cristo. 

492.   Esta "resplandeciente santidad del todo singular" de la que ella fue "enriquecida desde el primer instante de su concepción" (LG 56), le viene toda entera de Cristo: ella es "redimida de la manera más sublime en atención a los méritos de su Hijo" (LG 53). El Padre la ha "bendecido [...] con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo" (Ef  1, 3) más que a ninguna otra persona creada. Él la ha "elegido en él antes de la creación del mundo para ser santa e inmaculada en su presencia, en el amor" (cf. Ef  1, 4). 

508.   De la descendencia de Eva, Dios eligió a la Virgen María para ser la Madre de su Hijo. Ella, "llena de gracia", es "el fruto más excelente de la redención" (SC 103); desde el primer instante de su concepción, fue totalmente preservada de la mancha del pecado original y permaneció pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida. 

82. ¿No es escandaloso llamar a María «Madre» de Dios?



No. Quien llama a María Madre de Dios confiesa  con ello que su hijo Jesús es Dios. [495,509] Cuando la cristiandad primitiva discutía quién era Jesús,  el título Theotokos («la que da a luz a Dios») se convirtió  en el signo de identidad de la interpretación ortodoxa de  la Sagrada Escritura: María no sólo había dado a luz a un  hombre, que después de su nacimiento se hubiera  «convertido» en Dios, sino que ya en su seno su hijo es el  verdadero Hijo de Dios. En esta cuestión no se trata en  primer lugar de María, sino de nuevo de la cuestión de si  Jesús es a un mismo tiempo verdadero Dios y verdadero  hombre. 117

495.   Llamada en los Evangelios "la Madre de Jesús" (Jn 2, 1; 19, 25; cf. Mt 13, 55, etc.), María es aclamada bajo el impulso del Espíritu como "la madre de mi Señor" desde antes del nacimiento de su hijo (cf. Lc 1, 43). En efecto, aquél que ella concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia confiesa que María es verdaderamente Madre de Dios [Theotokos] (cf. Concilio de Éfeso, año 649: DS, 251). 

509.   María es verdaderamente "Madre de Dios" porque es la madre del Hijo eterno de Dios hecho hombre, que es Dios mismo. 

81. ¿Tuvo María otros hijos además de Jesús?



No. Jesús es el único hijo carnal de María.  [500,510] Ya en la Iglesia primitiva se partía de la base de  la virginidad perpetua de María, lo que excluía a  hermanos carnales de Jesús. En arameo, la  lengua materna de Jesús, hay una única palabra  para hermano, hermana, primo y prima. Cuando  en los evangelios se habla de «hermanos y  hermanas» de Jesús (por ejemplo en Mc 3,31­35),  se trata de parientes cercanos de Jesús

500.   A esto se objeta a veces que la Escritura menciona unos hermanos y hermanas de Jesús (cf. Mc 3, 31-55; 6, 3; 1 Co 9, 5; Ga 1, 19). La Iglesia siempre ha entendido estos pasajes como no referidos a otros hijos de la 
Virgen María; en efecto, Santiago y José "hermanos de Jesús" (Mt 13, 55) son los hijos de una María discípula de Cristo (cf. Mt 27, 56) que se designa de manera significativa como "la otra María" (Mt 28, 1). Se trata de parientes próximos de Jesús, según una expresión conocida del Antiguo Testamento (cf. Gn 13, 8; 14, 16; 29, 15; etc.).

510.   María "fue Virgen al concebir a su Hijo, Virgen durante el embarazo, Virgen en el parto, Virgen después del parto, Virgen siempre" (San Agustín, Sermo 186, 1): ella, con todo su ser, es "la esclava del Señor" (Lc 1, 38). 

80. ¿ Por qué es virgen María?



Dios quiso que Jesucristo tuviera una verdadera madre humana,  pero sólo a Dios como Padre, porque quería establecer un nuevo  comienzo, que no se debiera a ninguna fuerza del mundo, sino  únicamente a él. [484­504, 508­510] La virginidad de María no es ninguna idea mitológica ya superada, sino  un dato fundamental para la vida de Jesús. Nació de una mujer, pero no  tenía un padre humano. Jesucristo es un nuevo comienzo en el mundo,  fundado desde lo alto. En el evangelio de san Lucas, María pregunta al  ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?» (= no tengo relaciones con  ningún hombre; Lc 1,34); a lo que responde el ángel: «El Espíritu Santo  vendrá sobre ti» (Lc 1,35). Aunque la Iglesia, desde sus orígenes, ha  sufrido burlas a causa de su fe en la virginidad de María, siempre ha  creído que se trata de una virginidad real y no meramente simbólica. 117

484.   La Anunciación a María inaugura "la plenitud de los tiempos" (Ga 4,4), es decir, el cumplimiento de las promesas y de los preparativos. María es invitada a concebir a aquel en quien habitará "corporalmente la plenitud de la divinidad" (Col 2, 9). La respuesta divina a su "¿cómo será esto, puesto que no conozco varón?" (Lc 1, 34) se dio mediante el poder del Espíritu: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti" (Lc 1, 35). 
 510.   María "fue Virgen al concebir a su Hijo, Virgen durante el embarazo, Virgen en el parto, Virgen después del parto, Virgen siempre" (San Agustín, Sermo 186, 1): ella, con todo su ser, es "la esclava del Señor" (Lc 1, 38). 

79. ¿ Tenía Jesús un alma, un espíritu y un cuerpo como  nosotros?



Sí. Jesús «trabajó con manos de hombre, pensó  con inteligencia de hombre, obró con voluntad de  hombre, amó con corazón de hombre» (Concilio  Vaticano II, GS 22,2). [470­476] A la humanidad plena de Jesús pertenece también que  tuviera un alma y que se desarrollara espiritualmente.  En esta alma estaba radicada su identidad humana y  su particular autoconciencia. Jesús conocía su unidad  con su Padre celeste en el Espíritu Santo, por quien se  dejaba guiar en todas las situaciones de su vida.

470.   Puesto que en la unión misteriosa de la Encarnación "la naturaleza humana ha sido asumida, no absorbida" (GS 22, 2), la Iglesia ha llegado a confesar con el correr de los siglos, la plena realidad del alma humana, con sus operaciones de inteligencia y de voluntad, y del cuerpo humano de Cristo. Pero paralelamente, ha tenido que recordar en cada ocasión que la naturaleza humana de Cristo pertenece propiamente a la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido. Todo lo que es y hace en ella proviene de "uno de la Trinidad". El Hijo de Dios comunica, pues, a su humanidad su propio modo personal de existir en la Trinidad. Así, en su alma como en su cuerpo, Cristo expresa humanamente las costumbres divinas de la Trinidad (cf. Jn 14, 9-10): 
«El Hijo de Dios [...] trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado» (GS 22, 2). 

476.   Como el Verbo se hizo carne asumiendo una verdadera humanidad, el cuerpo de Cristo era limitado (cf. Concilio de Letrán, año 649: DS, 504). Por eso se puede "pintar" la faz humana de Jesús (Ga 3,2). En el séptimo Concilio ecuménico, la Iglesia reconoció que es legítima su representación en imágenes sagradas (Concilio de Nicea II, año 787: DS, 600-603). 

78. ¿ Por qué sólo podemos comprender a Jesús como  misterio?



Puesto que Jesús se adentra en el misterio  de Dios, no se le puede comprender si  excluimos la realidad divina invisible. [525530,536] El lado visible de Jesús nos remite al invisible.  En la vida de Jesús vemos numerosas realidades  que están poderosamente presentes, pero que sólo  podemos comprender como misterio. Estos  misterios ( MISTERIO) son por ejemplo la  filiación divina, la Encarnación y la Resurrección  de Cristo.

525.   Jesús nació en la humildad de un establo, de una familia pobre (cf. Lc 2, 6-7); unos sencillos pastores son los primeros testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo (cf. Lc 2, 8-20). La Iglesia no se cansa de cantar la gloria de esta noche: 
«Hoy la Virgen da a luz al Transcendente. Y la tierra ofrece una cueva al Inaccesible. Los ángeles y los pastores le alaban. Los magos caminan con la estrella: Porque ha nacido por nosotros, Niño pequeñito  el Dios eterno» 
 (San Romano Melodo, Kontakion, 10) 

536.   El bautismo de Jesús es, por su parte, la aceptación y la inauguración de su misión de Siervo doliente. Se deja contar entre los pecadores (cf. Is 53, 12); es ya "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Jn 1, 29); anticipa ya el "bautismo" de su muerte sangrienta (cf. Mc 10, 38; Lc 12, 50). Viene ya a "cumplir toda justicia" (Mt 3, 15), es decir, se somete enteramente a la voluntad de su Padre: por amor acepta el bautismo de muerte para la remisión de nuestros pecados (cf. Mt 26, 39). A esta aceptación responde la voz del Padre que pone toda su complacencia en su Hijo (cf. Lc 3, 22; Is 42, 1). El Espíritu que Jesús posee en plenitud desde su concepción viene a "posarse" sobre él (Jn 1, 32-33; cf. Is 11, 2). De él manará este Espíritu para toda la humanidad. En su bautismo, "se abrieron los cielos" (Mt 3, 16) que el pecado de Adán había cerrado; y las aguas fueron santificadas por el descenso de Jesús y del Espíritu como preludio de la nueva creación. 

77. ¿ Qué significa que Jesucristo es a la vez verdadero Dios y verdadero hombre?



En Jesús Dios se ha hecho realmente uno de nosotros con ello nuestro hermano; pero no por ello  dejó de ser a la vez Dios y por tanto nuestro Señor. El concilio de Calcedonia, del año 451, declaró  que la divinidad y la humanidad están unidas entre sí en la única persona de Jesucristo «sin  confusión ni división». [464­467,469] La Iglesia se ha esforzado durante largo tiempo para poder expresar la relación entre divinidad y humanidad  en Jesús. La divinidad y la humanidad no están enfrentadas, de modo que Jesús sólo fuera parcialmente Dios  y parcialmente hombre. Como no es cierto que la naturaleza divina y la naturaleza humana se mezclen en  Jesús. En Jesús Dios no ha tomado sólo en apariencia un cuerpo humano (docetismo), sino que se hizo  realmente hombre. Tampoco se trata en la humanidad y en la divinidad de dos personas diferentes  (nestorianismo). Finalmente, tampoco es cierto que en Jesucristo la naturaleza humana desaparezca al ser  asumida en la naturaleza divina (monofisismo). Contra todas estas herejías la Iglesia ha mantenido firme la  fe en que Jesucristo es, en una persona, a la vez verdadero Dios y verdadero hombre. La conocida fórmula  «sin separación y sin confusión» (Concilio de Calcedonia) no pretende explicar lo que es inalcanzable a la  inteligencia humana, sino que, por así decir, fija los pilares de la fe. Designa la «dirección» en la que se puede  buscar el misterio de la persona de Jesús.

464.   El acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo de Dios no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. Él se hizo verdaderamente hombre sin dejar de ser verdaderamente Dios. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. La Iglesia debió defender y aclarar esta verdad de fe durante los primeros siglos frente a unas herejías que la falseaban. 

469.   La Iglesia confiesa así que Jesús es inseparablemente verdadero Dios y verdadero Hombre. Él es verdaderamente el Hijo de Dios que se ha hecho hombre, nuestro hermano, y eso sin dejar de ser Dios, nuestro Señor: 
Id quod fuit remansit et quod non fuit assumpsit ("Sin dejar de ser lo que era ha asumido lo que no era"), canta la liturgia romana (Solemnidad de la Santísima Virgen María, Madre de Dios, Antífona al «Benedictus»; cf. san León Magno, Sermones 21, 2-3: PL 54, 192). Y la liturgia de san Juan Crisóstomo proclama y canta: "¡Oh Hijo unigénito y Verbo de Dios! Tú que eres inmortal, te dignaste, para salvarnos, tomar carne de la santa Madre de Dios y siempre Virgen María. Tú, Cristo Dios, sin sufrir cambio te hiciste hombre y, en al cruz, con tu muerte venciste la muerte. Tú, Uno de la Santísima Trinidad, glorificado con el Padre y el Santo Espíritu, ¡sálvanos! (Oficio Bizantino de las Horas, Himno O' Monogenés"). 

76. ¿ Por qué se hizo Dios hombre en Jesús?


«Por nosotros, los hombres, y por nuestra  salvación, bajó del cielo» ( CREDO de  Nicea­Constantinopla). [456­460] En Jesucristo, Dios ha reconciliado al mundo  consigo y ha liberado a los hombres de la  cautividad del pecado. «Porque tanto amó Dios al  mundo, que entregó a su Unigénito» (Jn 3,16). En  Jesús Dios asumió nuestra carne humana mortal  ( ENCARNACIÓN), compartió nuestro destino  terreno, nuestros sufrimientos y muerte y se hizo  en todo igual a nosotros, excepto en el pecado.

456.   Con el Credo Niceno-Constantinopolitano respondemos confesando: "Por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre" (DS 150)

460.   El Verbo se encarnó para hacernos "partícipes de la naturaleza divina" (2 P 1, 4): "Porque tal es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: para que el hombre al entrar en comunión con el Verbo y al recibir así la filiación divina, se convirtiera en hijo de Dios" (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 3, 19, 1). "Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios" (San Atanasio de Alejandría, De Incarnatione, 54, 3: PG 25, 192B). Unigenitus [...] Dei Filius, suae divinitatis volens nos esse participes, naturam nostram assumpsit, ut homines deos faceret factus homo ("El Hijo Unigénito de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres") (Santo Tomás de Aquino, Oficio de la festividad del Corpus, Of. de Maitines, primer Nocturno, Lectrua I)

75. ¿ Por qué los cristianos llaman «Señor» a Jesús?



 «Vosotros me llamáis 'el Maestro' y 'el Señor' y  decís bien, porque lo soy» (Jn 13,13) [446­451,455] Los primeros cristianos hablaban con naturalidad de  Jesús como el «Señor», sabiendo que en el  ANTIGUO TESTAMENTO esta denominación estaba  reservada para dirigirse a Dios. Mediante numerosos  signos Jesús les había demostrado que él tiene poder  divino sobre la naturaleza, los demonios, el pecado y la  muerte. El origen divino de la misión de Jesús se reveló  en la Resurrección de los muertos. Santo Tomás  confiesa: «Señor mío y Dios mío» (Jn 20,28). Esto quiere  decir para nosotros: si Jesús es el Señor, un cristiano no  debe doblar su rodilla ante ningún otro poder.

446.   En la traducción griega de los libros del Antiguo Testamento, el nombre inefable con el cual Dios se reveló a Moisés (cf. Ex 3, 14), YHWH, es traducido por Kyrios ["Señor"]. Señor se convierte desde entonces en el nombre más habitual para designar la divinidad misma 
del Dios de Israel. El Nuevo Testamento utiliza en este sentido fuerte el título "Señor" para el Padre, pero lo emplea también, y aquí está la novedad, para Jesús reconociéndolo como Dios (cf. 1 Co 2,8). 

455.   El nombre de Señor significa la soberanía divina. Confesar o invocar a Jesús como Señor es creer en su divinidad "Nadie puede decir: "¡Jesús es Señor!" sino por influjo del Espíritu Santo"(1 Co 12, 3).         

74. ¿ Qué quiere decir «Jesús es el Hijo único de Dios»?



Cuando Jesús se denomina a sí mismo «Hijo único de Dios» (Hijo  único o Unigénito, Jn 3,16) y así es testimoniado por Pedro y  otros, se expresa con ello que entre todos los hombres sólo Jesús  es más que un hombre. [441­445,454] En muchos lugares del  NUEVO TESTAMENTO (Jn 1.14.18; 1 Jn 4,9;  Heb 11,7 entre otros) se llama «Hijo» a Jesús. En el Bautismo y en la  Transfiguración una voz celestial designa a Jesús como «el Hijo amado».  Jesús comunica a sus discípulos su relación única con el Padre del cielo:  «Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más  que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo  se lo quiera revelar» (Mt 11,27). Que Jesús es verdaderamente el Hijo de  Dios se manifiesta en la Resurrección, aunque ya lo era eternamente  junto al Padre.

441.  Hijo de Dios, en el Antiguo Testamento, es un título dado a los ángeles (cf. Dt 32, 8; Jb 1, 6), al pueblo elegido (cf. Ex 4, 22; Os 11, 1; Jr 3, 19; Si 36, 11; Sb 18, 13), a los hijos de Israel (cf. Dt 14, 1; Os 2, 1) y a sus reyes (cf. 2 S 7, 14; Sal 82, 6). Significa entonces una filiación adoptiva que establece entre Dios y su criatura unas relaciones de una intimidad particular. Cuando el Rey-Mesías prometido es llamado "hijo de Dios" (cf. 1 Cro 17, 13; Sal 2, 7), no implica necesariamente, según el sentido literal de esos textos, que sea más que humano. Los que designaron así a Jesús en cuanto Mesías de Israel (cf. Mt 27, 54), quizá no quisieron decir nada más (cf. Lc 23, 47). 

454.   El nombre de Hijo de Dios significa la relación única y eterna de Jesucristo con Dios su Padre: el es el Hijo único del Padre (cf. Jn 1, 14. 18; 3, 16. 18) y Él mismo es Dios (cf. Jn 1, 1). Para ser cristiano es necesario creer que Jesucristo es el Hijo de Dios (cf. Hch 8, 37; 1 Jn 2, 23). 

73. ¿ Por qué se le da a Jesús el titulo de «Cristo»?




En la fórmula «Jesús es el Cristo» se expresa  el núcleo de la fe cristiana: Jesús, el sencillo  hijo del carpintero de Nazaret, es el Mesías  esperado y el Salvador. [436­440,453] Tanto la palabra griega «Christos» como la  hebrea «Messias» significan «ungido». En Israel  eran ungidos reyes, sacerdotes y profetas. Los  APÓSTOLES experimentaron que Jesús está  ungido «con la fuerza del Espíritu Santo» (Hch  10,38). Por Cristo nos llamamos cristianos, como  expresión de nuestra alta vocación.

436.   Cristo viene de la traducción griega del término hebreo "Mesías" que quiere decir "ungido". Pasa a ser nombre propio de Jesús porque Él cumple perfectamente la misión divina que esa palabra significa. En efecto, en Israel eran ungidos en el nombre de Dios los que le eran consagrados para una misión que habían recibido de Él. Este era el caso de los reyes (cf. 1 S 9, 16; 10, 1; 16, 1. 12-13; 1 R 1, 39), de los sacerdotes (cf. Ex 29, 7; Lv 8, 12) y, excepcionalmente, de los profetas (cf. 1 R 19, 16). Este debía ser por excelencia el caso del Mesías que Dios enviaría para instaurar definitivamente su Reino (cf. Sal  2, 2; Hch 4, 26-27). El Mesías debía ser ungido por el Espíritu del Señor (cf. Is 11, 2) a la vez como rey y sacerdote (cf. Za 4, 14; 6, 13) pero también como profeta (cf. Is 61, 1; Lc 4, 16-21). Jesús cumplió la esperanza mesiánica de Israel en su triple función de sacerdote, profeta y rey. 

453.   El nombre de Cristo significa "Ungido", "Mesías". Jesús es el Cristo porque "Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder" (Hch 10, 38). Era "el que ha de venir" (Lc 7, 19), el objeto de "la esperanza de Israel"(Hch 28, 20). 

72. ¿ Qué significa el nombre «Jesús»?



Jesús en hebreo significa «Dios salva». [430435,452] En los Hechos de los Apóstoles dice san Pedro:  «Bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro  nombre por el que debamos salvarnos» (Hch 4,12).  Todos los misioneros, en el fondo, llevaron a los  hombres esta noticia.

430.   Jesús quiere decir en hebreo: "Dios salva". En el momento de la anunciación, el ángel Gabriel le dio como nombre propio el nombre de Jesús que expresa a la vez su identidad y su misión (cf. Lc 1, 31). Ya que "¿quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?" (Mc 2, 7), es Él quien, en Jesús, su Hijo eterno hecho hombre "salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1, 21). En Jesús, Dios recapitula así toda la historia de la salvación en favor de los hombres. 
 452.   El nombre de Jesús significa "Dios salva". El niño nacido de la Virgen María se llama "Jesús" "porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1, 21); "No hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos" (Hch 4, 12). 

lunes, 10 de diciembre de 2018

71. ¿ Por qué se llaman «evangelio», es decir, «buena  nueva» los relatos sobre Jesús?



Sin los evangelios no sabríamos que Dios nos  envía a su Hijo por su amor eterno, para que,  a pesar de nuestros pecados, podamos  retornar a la comunión eterna con Dios. [422429] Los relatos acerca de la vida, muerte y resurrección  de Jesús son la mejor noticia del mundo.  Testimonian que el judío Jesús de Nazaret, nacido  en Belén, es «el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16) hecho  hombre. Fue enviado por el Padre para que «todos  se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1  Tim 2,4).

422.   "Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la Ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva" (Ga 4, 4-5). He aquí "la Buena Nueva de Jesucristo, Hijo de Dios" (Mc 1, 1): Dios ha visitado a su pueblo (cf. Lc 1, 68), ha cumplido las promesas hechas a Abraham y a su descendencia (cf. Lc 1, 55); lo ha hecho más allá de toda expectativa: Él ha enviado a su "Hijo amado" (Mc 1, 11). 

429.   De este conocimiento amoroso de Cristo es de donde brota el deseo de anunciarlo, de "evangelizar", y de llevar a otros al "sí" de la fe en Jesucristo. Y al mismo tiempo se hace sentir la necesidad de conocer siempre mejor esta fe. Con este fin, siguiendo el orden del Símbolo de la fe, presentaremos en primer lugar los principales títulos de Jesús: Cristo, Hijo de Dios, Señor (artículo 2). El Símbolo confiesa a continuación los principales misterios de la vida de Cristo: los de su Encarnación (artículo 3), los de su Pascua (artículos 4 y 5), y, por último, los de su glorificación (artículos 6 y 7). 

70. ¿Cómo nos saca Dios del remolino del mal?



Dios no se limita a contemplar cómo el hombre se  destruye cada vez más a sí mismo y a la creación a  través de la reacción en cadena del pecado. Nos envía  a Jesucristo, el Salvador y Redentor, que nos arranca  del poder del pecado. [410­412,420­421] «Nadie me puede ayudar»: esta formulación de la experiencia  humana ya no es válida. Llegue a donde llegue el hombre a  través de sus pecados, hasta allí ha enviado Dios Padre a su  Hijo. La consecuencia del pecado es la muerte (cf. Rom 6,23).  La consecuencia del pecado es sin embargo también la  maravillosa solidaridad de Dios, que nos envía a Jesús como  amigo y salvador. Por eso al pecado original se le llama  también felix culpa: «Oh feliz culpa que mereció tal  redentor» (liturgia de la Vigilia Pascual).

410.   Tras la caída, el hombre no fue abandonado por Dios. Al contrario, Dios lo llama (cf. Gn 3,9) y le anuncia de modo misterioso la victoria sobre el mal y el levantamiento de su caída (cf. Gn 3,15). Este pasaje del Génesis ha sido llamado "Protoevangelio", por ser el primer anuncio del Mesías redentor, anuncio de un combate entre la serpiente y la Mujer, y de la victoria final de un descendiente de ésta. 

420.   La victoria sobre el pecado obtenida por Cristo nos ha dado bienes mejores que los que nos quitó el pecado: "Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rm 5,20). 
421.  "Los fieles cristianos creen que el mundo [...] ha sido creado y conservado por el amor del Creador, colocado ciertamente bajo la esclavitud del pecado, pero liberado por Cristo crucificado y resucitado, una vez que fue quebrantado el poder del Maligno..." (GS 2,2). 

69. ¿ Estamos obligados a pecar por el pecado  original?



No. Pero el hombre está profundamente  herido por el pecado original y tiende a  pecar. Sin embargo, con la ayuda de Dios, es  capaz de hacer el bien. [405] No deberíamos pecar en ningún caso. Pero, de  hecho, pecamos una y otra vez, porque somos  débiles, ignorantes y caemos en la tentación. Por  lo demás, un pecado a la fuerza no sería tal  pecado, porque el pecado implica siempre la  decisión libre.

405.   Aunque propio de cada uno (cf. ibíd., DS 1513), el pecado original no tiene, en ningún descendiente de Adán, un carácter de falta personal. Es la privación de la santidad y de la justicia originales, pero la naturaleza humana no está totalmente corrompida: está herida en sus propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al imperio de la muerte e inclinada al pecado (esta inclinación al mal es llamada "concupiscencia"). El Bautismo, dando la vida de la gracia de Cristo, borra el pecado original y devuelve el hombre a Dios, pero las consecuencias para la naturaleza, debilitada e inclinada al mal, persisten en el hombre y lo llaman al combate espiritual

68. ¿Pecado original? ¿Y qué tenemos que ver nosotros con el pecado original  de Adán y Eva?



El pecado en sentido propio es una culpa de la que hay que  responder personalmente. El término «pecado original» no se  refiere por tanto a un pecado personal, sino al estado caído de la  humanidad en el que nace cada individuo antes de pecar por  decisión propia. [388­389,402­404] Por pecado original, dice Benedicto XVI, tenemos que entender que «todos  llevamos dentro de nosotros una gota del veneno de ese modo de pensar  reflejado en las imágenes del libro del GÉNESIS. Esta gota de veneno la  llamamos pecado original. [ ... ] El hombre no se fía de Dios. Tentado por  las palabras de la serpiente, abriga la sospecha de que Dios [ ... ] es un  competidor que limita nuestra libertad, y que sólo seremos plenamente  seres humanos cuando lo dejemos de lado; es decir, que sólo de este modo  podemos realizar plenamente nuestra libertad. [ ... ] El hombre no quiere  recibir de Dios su existencia y la plenitud de su vida. [ ... ] Al hacer esto,  se fía de la mentira más que de la verdad, y así se hunde con su vida en el  vacío, en la muerte» (Benedicto XVI, 8.12.2005).

388.   Con el desarrollo de la Revelación se va iluminando también la realidad del pecado. Aunque el Pueblo de Dios del Antiguo Testamento conoció de alguna manera la condición humana a la luz de la historia de la caída narrada en el Génesis, no podía alcanzar el significado último de esta historia que sólo se manifiesta a la luz de la muerte y de la resurrección de Jesucristo (cf. Rm 5,12-21). Es preciso conocer a Cristo como fuente de la gracia para conocer a Adán como fuente del pecado. El Espíritu-Paráclito, enviado por Cristo resucitado, es quien vino "a convencer al mundo en lo referente al pecado" (Jn 16,8) revelando al que es su Redentor. 

402.   Todos los hombres están implicados en el pecado de Adán. San Pablo lo afirma: "Por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores" (Rm 5,19): "Como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron..." (Rm 5,12). A la universalidad del pecado y de la muerte, el apóstol opone la universalidad de la salvación en Cristo: "Como el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación, así también la obra de justicia de uno solo (la de Cristo) procura a todos una justificación que da la vida" (Rm 5,18). 

404.   ¿Cómo el pecado de Adán vino a ser el pecado de todos sus descendientes? Todo el género humano es en Adán sicut unum corpus unius hominis ("Como el cuerpo único de un único hombre") (Santo Tomás de Aquino, Quaestiones disputatae de malo, 4,1). Por esta "unidad del género humano", todos los hombres están implicados en el pecado de Adán, como todos están implicados en la justicia de Cristo. Sin embargo, la transmisión del pecado original es un misterio que no podemos comprender plenamente. Pero sabemos por la Revelación que Adán había recibido la santidad y la justicia originales no para él solo sino para toda la naturaleza humana: cediendo al tentador, Adán y Eva cometen un  pecado personal, pero este pecado afecta a la naturaleza humana, que transmitirán  en un estado caído (cf. Concilio de Trento: DS 1511-1512). Es un pecado que será transmitido por propagación a toda la humanidad, es decir, por la transmisión de una naturaleza humana privada de la santidad y de la justicia originales. Por eso, el pecado original es llamado "pecado" de manera análoga: es un pecado "contraído", "no cometido", un estado y no un acto. 

67. ¿ Qué es el pecado?


En el fondo el pecado es el rechazo de Dios y la negativa a aceptar su  amor. Esto se muestra en el desprecio de sus mandamientos. [385­390] El pecado es más que un comportamiento incorrecto; tampoco es una debilidad  psíquica. En lo más hondo de su ser, todo rechazo o destrucción de algo bueno  es el rechazo del Bien por excelencia, el rechazo de Dios. En su dimensión más  honda y terrible, el pecado es la separación de Dios y con ello la separación de  la fuente de la vida. Por eso también la muerte es la consecuencia del pecado.  Solamente en Jesús comprendemos la inconmensurable dimensión del pecado:  Jesús sufrió el rechazo de Dios en su propio cuerpo. Tomó sobre sí la violencia  mortal del pecado, para que no nos toque a nosotros. Para ello tenemos la  palabra Redención. 224­237,315­318,348­468

385.   Dios es infinitamente bueno y todas sus obras son buenas. Sin embargo, nadie escapa a la experiencia del sufrimiento, de los males en la naturaleza –que aparecen como ligados a los límites propios de las criaturas–, y sobre todo a la cuestión del mal moral. ¿De dónde viene el mal? Quaerebam unde malum et non erat exitus ("Buscaba el origen del mal y no encontraba solución") dice san Agustín (Confessiones, 7,7.11), y su propia búsqueda dolorosa sólo encontrará salida en su conversión al Dios vivo. Porque "el misterio [...] de la iniquidad" (2 Ts 2,7) sólo se esclarece a la luz del "Misterio de la piedad" (1 Tm 3,16). La revelación del amor divino en Cristo ha manifestado a la vez la extensión del mal y la sobreabundancia de la gracia (cf. Rm 5,20). Debemos, por tanto, examinar la cuestión del origen del mal fijando la mirada de nuestra fe en el que es su único Vencedor (cf. Lc 11,21-22; Jn 16,11; 1 Jn 3,8

390.   El relato de la caída (Gn 3) utiliza un lenguaje hecho de imágenes, pero afirma un acontecimiento primordial, un hecho que tuvo lugar al comienzo de la historia del hombre (cf. GS 13,1). La Revelación nos da la certeza de fe de que toda la historia humana está marcada por el pecado original libremente cometido por nuestros primeros padres (cf. Concilio de Trento: DS 1513; Pío XII, enc. Humani generis: ibíd, 3897; Pablo VI, discurso 11 de julio de 1966). 

66. ¿ Estaba en el plan de Dios que los hombres sufrieran y murieran?



Dios no quiere que los hombres sufran y mueran. La idea original  de Dios para el hombre era el paraíso: la vida para siempre y la  paz entre Dios, el hombre y su entorno, entre el hombre y la  mujer. [374­379,384,400] A veces sentimos cómo debería ser la vida, cómo deberíamos ser nosotros,  pero de hecho vivimos en la discordia con nosotros mismos, estamos  determinados por el miedo y por pasiones incontroladas y hemos perdido  la armonía original con el mundo y en último término con Dios. En la  Sagrada Escritura se expresa la experiencia de esta alienación en el relato  del «pecado original». Adán y Eva tuvieron que abandonar el paraíso, en el  que vivían en armonía consigo mismos y con Dios, porque se introdujo el  pecado. La fatiga del trabajo, el sufrimiento, la mortalidad y la tentación  ante el pecado son señales de la pérdida del paraíso.

384.   La revelación nos da a conocer el estado de santidad y de justicia originales del hombre y la mujer antes del pecado: de su amistad con Dios nacía la felicidad de su existencia en el paraíso. 

374.   El primer hombre fue no solamente creado bueno, sino también constituido en la amistad con su creador y en armonía consigo mismo y con la creación en torno a él; amistad y armonía tales que no serán superadas más que por la gloria de la nueva creación en Cristo

400.   La armonía en la que se encontraban, establecida gracias a la justicia original, queda destruida; el dominio de las facultades espirituales del alma sobre el cuerpo se quiebra (cf. Gn 3,7); la unión entre el hombre y la mujer es sometida a tensiones (cf. Gn 3,11-13); sus relaciones estarán marcadas por el deseo y el dominio (cf. Gn 3,16). La armonía con la creación se rompe; la creación visible se hace para el hombre extraña y hostil (cf. Gn 3,17.19). A causa del hombre, la creación es sometida "a la servidumbre de la corrupción" (Rm 8,21). Por fin, la consecuencia explícitamente anunciada para el caso de desobediencia (cf. Gn 2,17), se realizará: el hombre "volverá al polvo del que fue formado" (Gn 3,19). La muerte hace su entrada en la historia de la humanidad (cf. Rm 5,12).

65. ¿ Qué pasa con las personas que tienen tendencias homosexuales?



La Iglesia cree que el hombre y la mujer, en el orden de la Creación, están hechos con  necesidad de complementarse y para la relación recíproca, para que puedan dar la vida a  sus hijos. Por eso la Iglesia no puede aprobar las prácticas homosexuales. Pero los cristianos  deben respeto y amor a todos los hombres, con independencia de su orientación sexual,  porque todos los hombres son respetados y amados por Dios. [2358­2359] No hay ningún hombre sobre la tierra que no proceda de la unión de hombre y mujer. Por ello para  algunas personas con tendencia homosexual es una experiencia dolorosa no sentirse atraídos  eróticamente hacia el otro sexo y tener que echar en falta la fecundidad corporal de su unión, como  corresponde en realidad a la naturaleza del hombre y al orden divino de la Creación. Sin embargo, Dios  llama con frecuencia a sí por caminos poco comunes: una carencia, una pérdida o una herida ­aceptada  y consentida­ pueden convertirse en el trampolín para lanzarse a los brazos de Dios; de ese Dios que  todo lo hace bien y a quien descubrimos aún más grande en la Redención que en la Creación. 415

2358.   Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición

2359.   Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.

64. ¿ Por qué ha creado Dios al hombre como varón y mujer?




Dios, que es amor y el prototipo de comunión, ha creado al hombre como varón y  mujer para que conjunta­mente sean imagen de su esencia. [369­373,383] Dios ha hecho al hombre de modo que sea varón o mujer y anhele la plenitud y la totalidad  en el encuentro con el otro sexo. Los hombres y las mujeres tienen absolutamente la misma  dignidad, pero expresan en el desarrollo creativo de su ser varón o mujer diferentes  aspectos de la perfección de Dios. Dios no es varón ni mujer, pero se ha revelado como padre  (Lc 6,36) y como madre (Is 66,13). En el amor del varón y la mujer, especialmente en la  comunión del matrimonio, donde varón y mujer se hacen «una sola carne» (Gén 2,24), los  hombres pueden intuir algo de la felicidad de la unión con Dios, en la que cada hombre  encuentra su plenitud definitiva. Así como el amor de Dios es fiel, también el amor del  varón y la mujer busca ser fiel; y este amor es creador al modo de Dios, porque del  matrimonio brota nueva vida. 260,400­401,416­417

369.   El hombre y la mujer son creados, es decir, son queridos por Dios: por una parte, en una perfecta igualdad en tanto que personas 
humanas, y por otra, en su ser respectivo de hombre y de mujer. "Ser hombre", "ser mujer" es una realidad buena y querida por Dios: el hombre y la mujer tienen una dignidad que nunca se pierde, que viene inmediatamente de Dios su creador (cf. Gn 2,7.22). El hombre y la mujer son, con la misma dignidad, "imagen de Dios". En su "serhombre" y su "ser-mujer" reflejan la sabiduría y la bondad del Creador. 

383.   «Dios no creó al hombre solo: en efecto, desde el principio "los creó hombre y mujer" (Gn 1,27). Esta asociación constituye la primera forma de comunión entre personas» (GS 12,4). 

63. ¿ De dónde procede el alma del hombre?



El alma humana es creada directamente por Dios y no  «producida» por los padres. [366­368, 382] El alma del hombre no puede ser ni el producto de un  desarrollo evolutivo ni el resultado de la unión genética del  padre y de la madre. El misterio de que con cada hombre  viene al mundo una persona espiritual única, lo expresa la  Iglesia diciendo: Dios le da un alma, que no muere, aun  cuando el hombre pierda su cuerpo en la muerte para  volverlo a encontrar en la resurrección. Decir: «Tengo alma»,  significa: Dios no sólo me ha creado como ser, sino como  persona y me ha llamado a una relación con él que no tiene  fin.

366.   La Iglesia enseña que cada alma espiritual es directamente creada por Dios (cf. Pío XII, Enc. Humani generis, 1950: DS 3896; Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 8) –no es "producida" por los padres–, y que es inmortal (cf. Concilio de Letrán V, año 1513: DS 1440): no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final. 

382.   El hombre es corpore et anima unus ("una unidad de cuerpo y alma") (GS 14,1). La doctrina de la fe afirma que el alma espiritual e inmortal es creada de forma inmediata por Dios

lunes, 3 de diciembre de 2018

62. ¿ Qué es el alma?



El alma es lo que hace a cada hombre ser hombre: su  principio vital espiritual, lo más íntimo de su ser. El alma es  la causa de que el cuerpo material sea un cuerpo humano  vivo. Por el alma el hombre es el ser que puede decir «Yo» y  existe ante Dios como individuo inconfundible. [362­365, 382] Los hombres son seres corporales y espirituales. El espíritu del  hombre es más que una función del cuerpo y no se puede explicar a  partir de la constitución material del hombre. La razón nos dice:  Tiene que existir un principio espiritual que, unido al cuerpo, no  sea, sin embargo, idéntico a éste. Lo llamamos «alma». Aunque el  alma no se puede «probar» de modo científico, no se puede  comprender al hombre como ser espiritual sin suponer este principio  espiritual del hombre, que excede a la materia.  153­154, 163

362.   La persona humana, creada a imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual. El relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma que "Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente" (Gn 2,7). Por tanto, el hombre en su totalidad es querido por Dios

382.   El hombre es corpore et anima unus ("una unidad de cuerpo y alma") (GS 14,1). La doctrina de la fe afirma que el alma espiritual e inmortal es creada de forma inmediata por Dios. 

61. ¿ En qué consiste de todos los hombres somos iguales?



Todos los hombres son iguales porque tienen el mismo  origen en el único amor creador de Dios. Todos los  hombres tienen en Jesús su salvador. Todos los  hombres están destinados a encontrar su felicidad y su  bienaventuranza eterna en Dios. [360­361] Por ello todos los hombres son hermanos y hermanas. Los  cristianos no sólo deben ser solidarios con otros cristianos,  sino con todos los hombres y oponerse enérgicamente a  divisiones racistas, sexistas y económicas de la única familia  humana. 280,517


360.   Debido a la comunidad de origen, el género humano forma una unidad. Porque Dios "creó [...] de un solo principio, todo el linaje humano" (Hch 17,26; cf. Tb 8,6): 
«Maravillosa visión que nos hace contemplar el género humano en la unidad de su origen en Dios [...]; en la unidad de su naturaleza, compuesta de igual modo en todos de un cuerpo material y de un alma espiritual; en la unidad de su fin inmediato y de su misión en el mundo; en la unidad de su morada: la tierra, cuyos bienes todos los hombres, por derecho natural, pueden usar para sostener y desarrollar la vida; en la unidad de su fin sobrenatural: Dios mismo a quien todos deben tender; en la unidad de los medios para alcanzar este fin; [...] en la unidad de su 
Redención realizada para todos por Cristo (Pío XII, Enc. Summi Pontificatus, 3; cf. Concilio Vaticano II, Nostra aetate, 1). 

361.  "Esta ley de solidaridad humana y de caridad (ibíd.), sin excluir la rica variedad de las personas, las culturas y los pueblos, nos asegura que todos los hombres son verdaderamente hermanos

60. ¿Por qué es Jesucristo el modelo mayor para el mundo?



Jesucristo es único, porque él no sólo nos muestra la  verdadera esencia de Dios, sino el verdadero ideal del  hombre. [358­359,381] Jesús fue mucho más que un hombre ideal. Incluso las personas  aparentemente ideales son pecadoras. Por eso ningún hombre  puede ser la medida del hombre. Pero Jesús no tenía pecado. Qué  significa ser hombre y qué hace al hombre eternamente digno de  amor, en el sentido literal de la palabra, lo conocemos sólo en  Jesucristo, que «ha sido probado en todo, como nosotros, menos en  el pecado» (Heb 4,15b). Jesús, el Hijo de Dios, es el hombre real y  verdadero. En él conocemos cómo ha querido Dios al hombre.

359.   "Realmente, el el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado" (GS 22,1): 

381.  El hombre es predestinado a reproducir la imagen del Hijo de Dios hecho hombre –"imagen del Dios invisible" (Col 1,15)–, para que Cristo sea el primogénito de una multitud de hermanos y de hermanas (cf. Ef 1,3-6; Rm 8,29). 

59. ¿ Para qué ha creado Dios al hombre?



Dios ha hecho todo para el hombre. Pero al  hombre, la «única criatura querida por Dios por  sí misma» (GS 24), lo ha creado para que sea  eternamente feliz. Y esto lo alcanza conociendo  a Dios, amándole, sirviéndole y viviendo con  agradecimiento a su Creador. [358] El agradecimiento es amor reconocido. Quien es  agradecido se dirige libremente al autor del bien y  entra en una relación nueva y más profunda con él.  Dios quiere que conozcamos su amor y que vivamos ya  desde ahora toda nuestra vida en relación con él. Esta  relación dura eternamente.


358.   Dios creó todo para el hombre (cf. GS 12,1; 24,3; 39,1), pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creación: «¿Cuál es, pues, el ser que va a venir a la existencia rodeado de semejante consideración? Es el hombre, grande y admirable figura viviente, más precioso a los ojos de Dios que la creación entera; es el hombre, para él existen el cielo y la tierra y el mar y la totalidad de la creación, y Dios ha dado tanta importancia a su salvación que no ha perdonado a su Hijo único por él. Porque Dios no ha cesado de hacer todo lo posible para que el hombre subiera hasta él y se sentara a su derecha» (San Juan Crisóstomo, Sermones in Genesim, 2,1: PG 54, 587D - 588A). 

58. ¿ Qué quiere decir que el hombre ha sido creado «a imagen» de Dios?



A diferencia de los seres inanimados, de las plantas y de los  animales, el hombre es una persona dotada de espíritu. Esta  característica lo vincula más a Dios que a las demás criaturas  visibles. [355­357,380] El hombre no es algo, sino alguien, Al igual que decimos que Dios es  persona, también lo decimos del hombre. Un hombre puede pensar más allá  de su horizonte inmediato y evaluar toda la amplitud del ser; puede incluso  conocerse a sí mismo con una distancia crítica y trabajar en sí mismo;  puede percibir a otros como personas, captar su dignidad y amarlos. Entre  todas las criaturas visibles, sólo el hombre es capaz de «conocer y amar a su  Creador» (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes [GS] 12,3). El hombre está  destinado a vivir en amistad con él (Jn 15,15).

355.   "Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó" (Gn 1,27). El hombre ocupa un lugar único en la creación: "está hecho a imagen de Dios" (I); en su propia naturaleza une el mundo espiritual y el mundo material (II); es creado "hombre y mujer" (III); Dios lo estableció en la amistad con él (IV). 

380.   "A imagen tuya creaste al hombre y le encomendaste el universo entero, para que, sirviéndote sólo a ti, su Creador, dominara todo lo creado" (Misal Romano, Plegaria eucarística IV, 118). 

57. ¿ Cómo se debe comportar el hombre con la creación de Dios?



El hombre debe honrar al Creador en las criaturas y  tratarlas con cuidado y responsabilidad. Los hombres, los  animales y las plantas tienen el mismo Creador, que por  amor los llamó a la existencia. Por ello el amor a los  animales es profundamente humano. [344,354] Si bien le está permitido al hombre aprovechar y comer plantas Y  animales, no le está permitido, sin embargo, torturar a los  animales o mantenerlos de forma impropia a su especie. Esto  contradice la dignidad de la Creación tanto como la explotación  de la tierra a causa de una codicia ciega.

354.   Respetar las leyes inscritas en la creación y las relaciones que derivan de la naturaleza de las cosas es un principio de sabiduría y un fundamento de la moral. 



56. ¿ Tiene el hombre una posición privilegiada en la  Creación?



Sí. El hombre es la cumbre de la Creación,  porque Dios lo creó a su imagen (Gén 1,27).  [343­344,353] La creación del hombre se distingue claramente de  la creación de los demás seres vivos. El hombre es  persona, es decir, puede decidir, con su voluntad y  su inteligencia, a favor o en contra del amor.

343.   El hombre es la cumbre de la obra de la creación. El relato inspirado lo expresa distinguiendo netamente la creación del hombre y la de las otras criaturas (cf. Gn 1, 26). 

344.   Existe una solidaridad entre todas las criaturas por el hecho de que todas tienen el mismo Creador, y que todas están ordenadas a su gloria: 
«Loado seas por toda criatura, mi Señor, y en especial loado por el hermano Sol, que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor y lleva por los cielos noticia de su autor. 
Y por la hermana agua, preciosa en su candor, que es útil, casta, humilde: ¡loado mi Señor! 
Y por la hermana tierra que es toda bendición, la hermana madre tierra, que da en toda ocasión las hierbas y los frutos y flores de color, y nos sustenta y rige: ¡loado mi Señor! 
Servidle con ternura y humilde corazón, agradeced sus dones, cantad su creación. 
Las criaturas todas, load a mi Señor. Amén». 
(San Francisco de Asís, Cántico de las criaturas.) 

353.   Dios quiso la diversidad de sus criaturas y la bondad peculiar de cada una, su interdependencia y su orden. Destinó todas las criaturas materiales al bien del género humano. El hombre, y toda la creación a través de él, está destinado a la gloria de Dios. 

55. ¿ Se pueden establecer relaciones con los ángeles?



Sí. Se puede pedir ayuda a los ángeles y  solicitar su intercesión ante Dios. [334336,352] Cada persona recibe de Dios un ángel custodio.  Rezar al ángel de la guarda por uno mismo y por  otros es bueno y sensato. Los ángeles también se  pueden hacer perceptibles por su cuenta en la  vida de un cristiano, por ejemplo como portadores  de una noticia o como acompañantes que ayudan.  La fe no tiene nada que ver con los falsos ángeles  del esoterismo.

334.   De aquí que toda la vida de la Iglesia se beneficie de la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles (cf. Hch 5, 18-20; 8, 26-29; 10, 3-8; 12, 6-11; 27, 23-25). 

352.   La Iglesia venera a los ángeles que la ayudan en su peregrinar terrestre y protegen a todo ser humano. 

54. ¿ Quiénes son los ángeles?



Los ángeles son criaturas de Dios puramente  espirituales, que tienen inteligencia y voluntad. No  son corporales, son inmortales y normalmente no  son visibles. Viven constantemente en la presencia  de Dios y transmiten a los hombres la voluntad y la  protección de Dios. [328­333,350­351] Un ángel, escribió el cardenal Joseph Ratzinger, es «como  el pensamiento personal mediante el cual Dios se vuelve  hacia mí». Al mismo tiempo los ángeles están  completamente vueltos a su Creador. Arden en amor por  él y le sirven noche y día. Nunca cesa su canto de  alabanza. Los ángeles separados de Dios son llamados en  la Sagrada Escritura diablos o demonios.

328.   La existencia de seres espirituales, no corporales, que la sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición

333.   De la Encarnación a la Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del servicio de los ángeles. Cuando Dios introduce «a su Primogénito en el mundo, dice: "adórenle todos los ángeles de Dios"» (Hb 1, 6). Su cántico de alabanza en el nacimiento de Cristo no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: "Gloria a Dios..." (Lc 2, 14). Protegen la infancia de Jesús (cf. Mt 1, 20; 2, 13.19), le sirven en el desierto (cf. Mc 1, 12; Mt 4, 11), lo reconfortan en la agonía (cf.  Lc 22, 43), cuando Él habría podido ser salvado por ellos de la mano de sus enemigos (cf. Mt 26, 53) como en otro tiempo Israel (cf. 2 M 10, 29-30; 11,8). Son también los ángeles quienes "evangelizan" (Lc 2, 10) anunciando la Buena Nueva de la Encarnación (cf. Lc 2, 8-14), y de la Resurrección (cf. Mc 16, 5-7) de Cristo. Con ocasión de la segunda venida de Cristo, anunciada por los ángeles (cf. Hb 1, 10-11), éstos estarán presentes al servicio del juicio del Señor (cf. Mt 13, 41; 25, 31; Lc 12, 

350.   Los ángeles son criaturas espirituales que glorifican a Dios sin cesar y que sirven sus designios salvíficos con las otras criaturas: Ad omnia bona nostra cooperantur angel ("Los ángeles cooperan en toda obra buena que hacemos") (Santo Tomás de Aquino, S. Th., 1, 114, 3,