Sin los evangelios no sabríamos que Dios nos envía a su Hijo por su amor eterno, para que, a pesar de nuestros pecados, podamos retornar a la comunión eterna con Dios. [422429] Los relatos acerca de la vida, muerte y resurrección de Jesús son la mejor noticia del mundo. Testimonian que el judío Jesús de Nazaret, nacido en Belén, es «el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16) hecho hombre. Fue enviado por el Padre para que «todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1 Tim 2,4).
422. "Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la Ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva" (Ga 4, 4-5). He aquí "la Buena Nueva de Jesucristo, Hijo de Dios" (Mc 1, 1): Dios ha visitado a su pueblo (cf. Lc 1, 68), ha cumplido las promesas hechas a Abraham y a su descendencia (cf. Lc 1, 55); lo ha hecho más allá de toda expectativa: Él ha enviado a su "Hijo amado" (Mc 1, 11).
429. De este conocimiento amoroso de Cristo es de donde brota el deseo de anunciarlo, de "evangelizar", y de llevar a otros al "sí" de la fe en Jesucristo. Y al mismo tiempo se hace sentir la necesidad de conocer siempre mejor esta fe. Con este fin, siguiendo el orden del Símbolo de la fe, presentaremos en primer lugar los principales títulos de Jesús: Cristo, Hijo de Dios, Señor (artículo 2). El Símbolo confiesa a continuación los principales misterios de la vida de Cristo: los de su Encarnación (artículo 3), los de su Pascua (artículos 4 y 5), y, por último, los de su glorificación (artículos 6 y 7).
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