lunes, 10 de diciembre de 2018

70. ¿Cómo nos saca Dios del remolino del mal?



Dios no se limita a contemplar cómo el hombre se  destruye cada vez más a sí mismo y a la creación a  través de la reacción en cadena del pecado. Nos envía  a Jesucristo, el Salvador y Redentor, que nos arranca  del poder del pecado. [410­412,420­421] «Nadie me puede ayudar»: esta formulación de la experiencia  humana ya no es válida. Llegue a donde llegue el hombre a  través de sus pecados, hasta allí ha enviado Dios Padre a su  Hijo. La consecuencia del pecado es la muerte (cf. Rom 6,23).  La consecuencia del pecado es sin embargo también la  maravillosa solidaridad de Dios, que nos envía a Jesús como  amigo y salvador. Por eso al pecado original se le llama  también felix culpa: «Oh feliz culpa que mereció tal  redentor» (liturgia de la Vigilia Pascual).

410.   Tras la caída, el hombre no fue abandonado por Dios. Al contrario, Dios lo llama (cf. Gn 3,9) y le anuncia de modo misterioso la victoria sobre el mal y el levantamiento de su caída (cf. Gn 3,15). Este pasaje del Génesis ha sido llamado "Protoevangelio", por ser el primer anuncio del Mesías redentor, anuncio de un combate entre la serpiente y la Mujer, y de la victoria final de un descendiente de ésta. 

420.   La victoria sobre el pecado obtenida por Cristo nos ha dado bienes mejores que los que nos quitó el pecado: "Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rm 5,20). 
421.  "Los fieles cristianos creen que el mundo [...] ha sido creado y conservado por el amor del Creador, colocado ciertamente bajo la esclavitud del pecado, pero liberado por Cristo crucificado y resucitado, una vez que fue quebrantado el poder del Maligno..." (GS 2,2). 

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