miércoles, 26 de diciembre de 2018

77. ¿ Qué significa que Jesucristo es a la vez verdadero Dios y verdadero hombre?



En Jesús Dios se ha hecho realmente uno de nosotros con ello nuestro hermano; pero no por ello  dejó de ser a la vez Dios y por tanto nuestro Señor. El concilio de Calcedonia, del año 451, declaró  que la divinidad y la humanidad están unidas entre sí en la única persona de Jesucristo «sin  confusión ni división». [464­467,469] La Iglesia se ha esforzado durante largo tiempo para poder expresar la relación entre divinidad y humanidad  en Jesús. La divinidad y la humanidad no están enfrentadas, de modo que Jesús sólo fuera parcialmente Dios  y parcialmente hombre. Como no es cierto que la naturaleza divina y la naturaleza humana se mezclen en  Jesús. En Jesús Dios no ha tomado sólo en apariencia un cuerpo humano (docetismo), sino que se hizo  realmente hombre. Tampoco se trata en la humanidad y en la divinidad de dos personas diferentes  (nestorianismo). Finalmente, tampoco es cierto que en Jesucristo la naturaleza humana desaparezca al ser  asumida en la naturaleza divina (monofisismo). Contra todas estas herejías la Iglesia ha mantenido firme la  fe en que Jesucristo es, en una persona, a la vez verdadero Dios y verdadero hombre. La conocida fórmula  «sin separación y sin confusión» (Concilio de Calcedonia) no pretende explicar lo que es inalcanzable a la  inteligencia humana, sino que, por así decir, fija los pilares de la fe. Designa la «dirección» en la que se puede  buscar el misterio de la persona de Jesús.

464.   El acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo de Dios no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. Él se hizo verdaderamente hombre sin dejar de ser verdaderamente Dios. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. La Iglesia debió defender y aclarar esta verdad de fe durante los primeros siglos frente a unas herejías que la falseaban. 

469.   La Iglesia confiesa así que Jesús es inseparablemente verdadero Dios y verdadero Hombre. Él es verdaderamente el Hijo de Dios que se ha hecho hombre, nuestro hermano, y eso sin dejar de ser Dios, nuestro Señor: 
Id quod fuit remansit et quod non fuit assumpsit ("Sin dejar de ser lo que era ha asumido lo que no era"), canta la liturgia romana (Solemnidad de la Santísima Virgen María, Madre de Dios, Antífona al «Benedictus»; cf. san León Magno, Sermones 21, 2-3: PL 54, 192). Y la liturgia de san Juan Crisóstomo proclama y canta: "¡Oh Hijo unigénito y Verbo de Dios! Tú que eres inmortal, te dignaste, para salvarnos, tomar carne de la santa Madre de Dios y siempre Virgen María. Tú, Cristo Dios, sin sufrir cambio te hiciste hombre y, en al cruz, con tu muerte venciste la muerte. Tú, Uno de la Santísima Trinidad, glorificado con el Padre y el Santo Espíritu, ¡sálvanos! (Oficio Bizantino de las Horas, Himno O' Monogenés"). 

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