lunes, 18 de febrero de 2019

131.¿Qué debemos hacer por la unidad de los cristianos? -CATEQUESIS-



Debemos escuchar las palabras y los hechos de Cristo, cuya voluntad  declarada es «que todos sean uno» (Jn 17,21). [820­822]  Independientemente de la edad de cada cual, la unidad de los cristianos nos  afecta a todos. La unidad fue uno de los deseos más importantes de Jesús: «Que  todos sean uno [ ... ] para que el mundo crea que tú me has enviado» (Jn 17,21).  Las divisiones son como heridas en el Cuerpo de Cristo, duelen y supuran. Las  divisiones conducen a enemistades y debilitan la fe y la credibilidad de los  cristianos. Para que el escándalo de la separación desaparezca del mundo es  necesaria la conversión de todos los afectados, también el conocimiento de las  propias convicciones de fe y las controversias con las de los otros, pero  especialmente es necesaria la oración común y el servicio común de los  cristianos a los hombres. Los responsables de la Iglesia no deben dejar que se  interrumpa el diálogo teológico.

820.   Aquella unidad "que Cristo concedió desde el principio a la Iglesia [...] creemos que subsiste indefectible en la Iglesia católica y esperamos que crezca de día en día hasta la consumación de los tiempos" (UR 4). Cristo da permanentemente a su Iglesia el don de la unidad, pero la Iglesia debe orar y trabajar siempre para mantener, reforzar y perfeccionar la unidad que Cristo quiere para ella. Por eso Cristo mismo rogó en la hora de su Pasión, y no cesa de rogar al Padre por la unidad de sus discípulos: "Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos sean también uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado" (Jn 17, 21). El deseo de volver a encontrar la unidad de todos los cristianos es un don de Cristo y un llamamiento del Espíritu Santo (cf. UR 1). 

822.   "La preocupación por el restablecimiento de la unión atañe a la Iglesia entera, tanto a los fieles como a los pastores" (cf. UR 5). Pero hay que ser "conocedor de que este santo propósito de reconciliar a todos los cristianos en la unidad de la una y única Iglesia de Jesucristo excede las fuerzas y la capacidad humana". Por eso hay que poner toda la esperanza "en la oración de Cristo por la Iglesia, en el amor del Padre para con nosotros, y en el poder del Espíritu Santo" (UR 24). 

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