miércoles, 27 de febrero de 2019

135.¿Qué relación tiene la Iglesia con los judíos? -CATEQUESIS-



Los judíos son los «hermanos mayores» de los cristianos, porque Dios los amó en primer  lugar y les habló primero a ellos. El hecho de que Jesucristo, como hombre, sea un  judío, nos une. Que la Iglesia reconozca en él al Hijo de Dios vivo, nos separa. Estamos  unidos en la espera de la venida definitiva del Mesías. [839­840]  La fe judía es la raíz de nuestra fe. La Sagrada Escritura de los judíos, que nosotros llamamos  ANTIGUO TESTAMENTO, es la primera parte de nuestra Sagrada Escritura. La visión  judeocristiana del hombre, cuya ética está marcada por los diez mandamientos, es el fundamento  de las democracias occidentales. Es vergonzoso que los cristianos, a lo largo de muchos siglos, no  hayan querido admitir este parentesco tan estrecho con el judaísmo y, con justificaciones  pseudoteológicas, hayan contribuido a fomentar un odio a los judíos que a menudo ha tenido  efectos mortales. El papa beato Juan Pablo II, con motivo del Jubileo del año 2000, pidió  expresamente perdón por ello. El Concilio Vaticano II deja claro que no se debe imputar a los  judíos como pueblo ninguna culpa colectiva en la muerte en cruz de Jesús. 96­97,335

839.   "[...] Los que todavía no han recibido el Evangelio también están ordenados al Pueblo de Dios de diversas maneras" (LG 16): 
      La relación de la Iglesia con el pueblo judío. La Iglesia, Pueblo de Dios en la Nueva Alianza, al escrutar su propio misterio, descubre su vinculación con el pueblo judío (cf. NA 4) "a quien Dios ha hablado primero" (Misal Romano, Viernes Santo: Oración universal VI). A diferencia de otras religiones no cristianas la fe judía ya es una respuesta a la revelación de Dios en la Antigua Alianza. Pertenece al pueblo judío "la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto, las promesas y los patriarcas; de todo lo cual [...] procede Cristo según la carne" (cf. Rm 9, 4-5), "porque los dones y la vocación de Dios son irrevocables" (Rm 11, 29). 

840.   Por otra parte, cuando se considera el futuro, el Pueblo de Dios de la Antigua Alianza y el nuevo Pueblo de Dios tienden hacia fines análogos: la espera de la venida (o el retorno) del Mesías; pues para unos, es la espera de la vuelta del Mesías, muerto y resucitado, reconocido como Señor e Hijo de Dios; para los otros, es la venida del Mesías cuyos rasgos permanecen velados hasta el fin de los tiempos, espera que está acompañada del drama de la ignorancia o del rechazo de Cristo Jesús. 

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