El Bautismo, la CONFIRMACIÓN y el Orden sacerdotal. Estos
SACRAMENTOS marcan al cristiano con un sello indeleble. El
Bautismo y la Confirmación le convierten de una vez para siempre
en hijo de Dios, semejante a Cristo. El Orden sacerdotal sella
igualmente al cristiano de forma definitiva
1121. Los tres sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y del
Orden sacerdotal confieren, además de la gracia, un carácter
sacramental o "sello" por el cual el cristiano participa del sacerdocio
de Cristo y forma parte de la Iglesia según estados y funciones
diversos. Esta configuración con Cristo y con la Iglesia, realizada por
el Espíritu, es indeleble (Concilio de Trento: DS 1609); permanece
para siempre en el cristiano como disposición positiva para la gracia,
como promesa y garantía de la protección divina y como vocación al
culto divino y al servicio de la Iglesia. Por tanto, estos sacramentos no
pueden ser reiterados.
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