Hay elementos modificables e invariables en la Liturgia. Es invariable todo
lo que es de origen divino, como por ejemplo las palabras de Jesús en la
Última Cena. Junto a esto hay partes variables, que la Iglesia en ocasiones
incluso debe cambiar. El misterio de Cristo debe ser anunciado, celebrado y
vivido en todo tiempo y en todas partes. Por ello la Liturgia debe
corresponder al espíritu y a la cultura de cada pueblo. [12001209]
Jesús llega a todo el hombre: a su espíritu e inteligencia, a su corazón y su voluntad.
Justamente eso es lo que quiere hacer él hoy en la Liturgia. Por eso la Liturgia tiene
en África rasgos diferentes a los de Europa, en las residencias de ancianos diferentes a
los de las Jornadas Mundiales de la Juventud, y en las comunidades parroquiales
tiene un rostro diferente al de los monasterios. Pero debe permanecer reconocible que
es la única Liturgia de toda la Iglesia universal.
1200. Desde la primera comunidad de Jerusalén hasta la Parusía, las
Iglesias de Dios, fieles a la fe apostólica, celebran en todo lugar el
mismo Misterio pascual. El Misterio celebrado en la liturgia es uno,
pero las formas de su celebración son diversas.
1201. La riqueza insondable del Misterio de Cristo es tal que ninguna
tradición litúrgica puede agotar su expresión. La historia del
nacimiento y del desarrollo de estos ritos testimonia una maravillosa
complementariedad. Cuando las Iglesias han vivido estas tradiciones
litúrgicas en comunión en la fe y en los sacramentos de la fe, se han
enriquecido mutuamente y crecen en la fidelidad a la tradición y a la
misión común a toda la Iglesia (cf. EN 63-64)
1209. El criterio que asegura la unidad en la pluriformidad de las
tradiciones litúrgicas es la fidelidad a la Tradición apostólica, es
decir: la comunión en la fe y los sacramentos recibidos de los
Apóstoles, comunión que está significada y garantizada por la
sucesión apostólica
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