Con su victoria, Cristo ha penetrado todos los espacios del mundo. Él mismo es el
verdadero templo, y la adoración a Dios «en espíritu y verdad» (Jn 4,24) no está sujeta
ya a ningún lugar especial. Sin embargo, el mundo cristiano está lleno de iglesias y
signos sagrados porque las personas necesitan lugares concretos para encontrarse y
signos para recordar la nueva realidad. Cada iglesia es un símbolo de la casa celestial
del Padre hacia la cual estamos en camino. [11791181,11971198]
Ciertamente se puede rezar en cualquier lugar: en el bosque, en la playa, en la cama. Pero dado
que los hombres no somos únicamente espirituales, sino que tenemos un cuerpo, tenemos que
vernos, oírnos y sentirnos. Necesitamos tener un lugar concreto cuando queremos encontrarnos
para ser «Cuerpo de Cristo»; necesitamos arrodillarnos, cuando queremos adorar a Dios;
necesitamos comer el pan eucarístico allí donde es ofrecido; debemos ponernos físicamente en
movimiento cuando Él nos llama. Un crucero en el camino nos recuerda a quién pertenece el
mundo y hacia dónde se dirigen nuestros pasos.
1179. El culto "en espíritu y en verdad" (Jn 4,24) de la Nueva
Alianza no está ligado a un lugar exclusivo. Toda la tierra es santa y
ha sido confiada a los hijos de los hombres. Cuando los fieles se
reúnen en un mismo lugar, lo fundamental es que ellos son las
"piedras vivas", reunidas para "la edificación de un edificio espiritual"
(1 P 2,4-5). El Cuerpo de Cristo resucitado es el templo espiritual de
donde brota la fuente de agua viva. Incorporados a Cristo por el
Espíritu Santo, "somos el templo de Dios vivo" (2 Co 6,16)
1181. "En la casa de oración se celebra y se reserva la sagrada
Eucaristía, se reúnen los fieles y se venera para ayuda y consuelo los
fieles la presencia del Hijo de Dios, nuestro Salvador, ofrecido por
nosotros en el altar del sacrificio. Esta casa de oración debe ser
hermosa y apropiada para la oración y para las celebraciones
sagradas" (PO 5; cf. SC 122-127). En esta "casa de Dios", la verdad y
la armonía de los signos que la constituyen deben manifestar a Cristo
que está presente y actúa en este lugar (cf. SC 7):
1198. En su condición terrena, la Iglesia tiene necesidad de lugares
donde la comunidad pueda reunirse: nuestras iglesias visibles,
lugares santos, imágenes de la Ciudad Santa, la Jerusalén celestial
hacia la cual caminamos como peregrinos.
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