viernes, 19 de abril de 2019

189. ¿Cómo marca la Liturgia los espacios en los que vivimos?- CATEQUESIS-


Con su victoria, Cristo ha penetrado todos los espacios del mundo. Él mismo es el  verdadero templo, y la adoración a Dios «en espíritu y verdad» (Jn 4,24) no está sujeta  ya a ningún lugar especial. Sin embargo, el mundo cristiano está lleno de iglesias y  signos sagrados porque las personas necesitan lugares concretos para encontrarse y  signos para recordar la nueva realidad. Cada iglesia es un símbolo de la casa celestial  del Padre hacia la cual estamos en camino. [1179­1181,1197­1198]  Ciertamente se puede rezar en cualquier lugar: en el bosque, en la playa, en la cama. Pero dado  que los hombres no somos únicamente espirituales, sino que tenemos un cuerpo, tenemos que  vernos, oírnos y sentirnos. Necesitamos tener un lugar concreto cuando queremos encontrarnos  para ser «Cuerpo de Cristo»; necesitamos arrodillarnos, cuando queremos adorar a Dios;  necesitamos comer el pan eucarístico allí donde es ofrecido; debemos ponernos físicamente en  movimiento cuando Él nos llama. Un crucero en el camino nos recuerda a quién pertenece el  mundo y hacia dónde se dirigen nuestros pasos. 

1179. El culto "en espíritu y en verdad" (Jn 4,24) de la Nueva Alianza no está ligado a un lugar exclusivo. Toda la tierra es santa y ha sido confiada a los hijos de los hombres. Cuando los fieles se reúnen en un mismo lugar, lo fundamental es que ellos son las "piedras vivas", reunidas para "la edificación de un edificio espiritual" (1 P 2,4-5). El Cuerpo de Cristo resucitado es el templo espiritual de donde brota la fuente de agua viva. Incorporados a Cristo por el Espíritu Santo, "somos el templo de Dios vivo" (2 Co 6,16)

1181. "En la casa de oración se celebra y se reserva la sagrada Eucaristía, se reúnen los fieles y se venera para ayuda y consuelo los fieles la presencia del Hijo de Dios, nuestro Salvador, ofrecido por nosotros en el altar del sacrificio. Esta casa de oración debe ser hermosa y apropiada para la oración y para las celebraciones sagradas" (PO 5; cf. SC 122-127). En esta "casa de Dios", la verdad y la armonía de los signos que la constituyen deben manifestar a Cristo que está presente y actúa en este lugar (cf. SC 7):

1198. En su condición terrena, la Iglesia tiene necesidad de lugares donde la comunidad pueda reunirse: nuestras iglesias visibles, lugares santos, imágenes de la Ciudad Santa, la Jerusalén celestial hacia la cual caminamos como peregrinos.


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