Dios sabe que los hombres no sólo somos seres espirituales, sino también
corporales; necesitamos signos y símbolos para reconocer y. designar las
realidades espirituales o interiores. [11451152]
Da igual que sean rosas rojas, anillo nupcial, vestidos negros, grafitis o el lazo de la lucha
contra el sida, siempre expresamos las realidades interiores mediante signos y también
nos entendemos así de modo inmediato. El Dios hecho hombre nos da signos humanos,
bajo los cuales él vive y actúa entre nosotros: pan y vino, el agua del Bautismo, la unción
con el Espíritu Santo. Nuestra respuesta a los signos sagrados de Dios, instituidos por
Cristo, consiste en muestras de reverencia: doblar la rodilla, ponerse en pie para escuchar
el Evangelio, inclinarse, juntar las manos. Y como hacemos para una boda, adornamos el
lugar de la presencia divina con lo más hermoso que tenemos: con flores, velas y música.
No obstante, los signos necesitan en ocasiones palabras que los interpreten
1145. Una celebración sacramental esta tejida de signos y de
símbolos. Según la pedagogía divina de la salvación, su significación
tiene su raíz en la obra de la creación y en la cultura humana, se perfila
en los acontecimientos de la Antigua Alianza y se revela en plenitud
en la persona y la obra de Cristo.
1152. Signos sacramentales. Desde Pentecostés, el Espíritu Santo
realiza la santificación a través de los signos sacramentales de su
Iglesia. Los sacramentos de la Iglesia no anulan, sino purifican e
integran toda la riqueza de los signos y de los símbolos del cosmos y
de la vida social. Aún más, cumplen los tipos y las figuras de la
Antigua Alianza, significan y realizan la salvación obrada por Cristo,
y prefiguran y anticipan la gloria del cielo.
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