Sólo Dios puede perdonar los pecados. «Tus pecados te
son perdonados» (Mc 2,5) sólo lo pudo decir Jesús
porque él es el Hijo de Dios. Y sólo porque Jesús les ha
conferido este poder pueden los PRESBÍTEROS
perdonar los pecados en nombre de Jesús. [14411442]
Hay quien dice: Esto lo arreglo yo directamente con Dios,
¡para eso no necesito ningún sacerdote! Pero Dios quiere que
sea de otra manera. Él nos conoce. Hacemos trampas con
respecto a nuestros pecados, nos gusta echar tierra sobre
ciertos asuntos. Por eso Dios quiere que expresemos nuestros
pecados y que los confesemos cara a cara. Por eso es válido
para los sacerdotes: «A quienes les perdonéis los pecados, les
quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan
retenidos» (Jn 20,23).
1441. Sólo Dios perdona los pecados (cf. Mc 2,7). Porque Jesús es el
Hijo de Dios, dice de sí mismo: "El Hijo del hombre tiene poder de
perdonar los pecados en la tierra" (Mc 2,10) y ejerce ese poder divino:
"Tus pecados están perdonados" (Mc 2,5; Lc 7,48). Más aún, en virtud
de su autoridad divina, Jesús confiere este poder a los hombres
(cf. Jn 20,21-23) para que lo ejerzan en su nombre.
1442. Cristo quiso que toda su Iglesia, tanto en su oración como en
su vida y su obra, fuera el signo y el instrumento del perdón y de la
reconciliación que nos adquirió al precio de su sangre. Sin embargo,
confió el ejercicio del poder de absolución al ministerio apostólico,
que está encargado del "ministerio de la reconciliación" (2 Co 5,18).
El apóstol es enviado "en nombre de Cristo", y "es Dios mismo"
quien, a través de él, exhorta y suplica: "Dejaos reconciliar con Dios"
(2 Co 5,20)
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