Jesús nos enseña que el cielo sufre cuando nosotros sufrimos. Dios quiere ser
reconocido incluso en «uno de estos mis hermanos más pequeños» (Mt 25,40). Por
eso Jesús ha establecido el cuidado de los enfermos como tarea central para sus
discípulos. Los exhorta: «Curad enfermos» (Mt 10,8), y les promete el poder divino:
«Echarán demonios en mi nombre ... impondrán las manos a los enfermos, y
quedarán sanos» (Mc 16,1718). [15061510]
Uno de los rasgos determinantes del cristianismo ha sido siempre que los ancianos, los
enfermos y los necesitados de cuidados estén en el centro. Madre Teresa, que cuidó de los
moribundos en los suburbios de Calcuta, es sólo una persona en una larga cadena de
cristianos y cristianas que encontraron a Cristo precisamente en aquellos que eran excluidos
y evitados por los demás. Cuando Los cristianos son verdaderamente cristianos, brota de
ellos un efecto curativo. Algunos reciben incluso el don de curar corporalmente en la fuerza
del Espíritu Santo (carisma de la sanación CARISMAS).
1506. Cristo invita a sus discípulos a seguirle tomando a su vez su
cruz (cf. Mt 10,38). Siguiéndole adquieren una nueva visión sobre la
enfermedad y sobre los enfermos. Jesús los asocia a su vida pobre y
humilde. Les hace participar de su ministerio de compasión y de
curación: "Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran;
expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos
enfermos y los curaban" (Mc 6,12-13).
1510. No obstante, la Iglesia apostólica tuvo un rito propio en favor
de los enfermos, atestiguado por Santiago: "Está enfermo alguno de
vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le
unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al
enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido
pecados, le serán perdonados" (St 5,14-15). La Tradición ha
reconocido en este rito uno de los siete sacramentos de la Iglesia (cf.
DS 216; 1324-1325; 1695-1696; 1716-1717).
UN SACRAMENTO DE LOS ENFERMOS
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