Jesús vino para mostrar el amor de Dios. Con frecuencia lo
hizo allí donde nos sentimos especialmente amenazados: en
el debilitamiento de nuestra vida a causa de la enfermedad.
Dios quiere que recuperemos la salud de alma y cuerpo, y
que a causa de ello creamos y reconozcamos el reino de
Dios que viene. [15031505]
A veces hay que enfermar para reconocer qué es lo que necesitamos
por encima de todo, tanto enfermos como sanos: a Dios. No tenemos
vida, si no es en él. Por eso los enfermos y pecadores tienen un
instinto especial para lo esencial. Ya en el NUEVO
TESTAMENTO eran precisamente los enfermos quienes buscaban
la cercanía de Jesús; intentaban «tocarlo, porque salía de él una
fuerza que los curaba a todos» (Lc 6,19). 9
1503. La compasión de Cristo hacia los enfermos y sus numerosas
curaciones de dolientes de toda clase (cf. Mt 4,24) son un signo
maravilloso de que "Dios ha visitado a su pueblo" (Lc 7,16) y de que
el Reino de Dios está muy cerca. Jesús no tiene solamente poder para
curar, sino también de perdonar los pecados (cf. Mc 2,5-12): vino a
curar al hombre entero, alma y cuerpo; es el médico que los enfermos
necesitan (Mc 2,17). Su compasión hacia todos los que sufren llega
hasta identificarse con ellos: "Estuve enfermo y me visitasteis"
(Mt 25,36). Su amor de predilección para con los enfermos no ha
cesado, a lo largo de los siglos, de suscitar la atención muy particular
de los cristianos hacia todos los que sufren en su cuerpo y en su alma.
Esta aten
1505. Conmovido por tantos sufrimientos, Cristo no sólo se deja
tocar por los enfermos, sino que hace suyas sus miserias: "El tomó
nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades" (Mt 8,17; cf. Is
53,4). No curó a todos los enfermos. Sus curaciones eran signos de la
venida del Reino de Dios. Anunciaban una curación más radical: la
victoria sobre el pecado y la muerte por su Pascua. En la Cruz, Cristo
tomó sobre sí todo el peso del mal (cf. Is 53,4-6) y quitó el "pecado
del mundo" (Jn 1,29), del que la enfermedad no es sino una
consecuencia. Por su pasión y su muerte en la Cruz, Cristo dio un
sentido nuevo al sufrimiento: desde entonces éste nos configura con Él
y nos une a su pasión redentora.
―SANAD A LOS ENFERMOS...‖
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