Dios es amor. Él desea también nuestro amor. Una forma de entrega
amorosa a Dios es vivir como Jesús, pobre, casto y obediente. Quien
vive así tiene la cabeza, el corazón y las manos libres para Dios y
para los hombres. [914933, 944945]
No faltan nunca personas que se dejan conquistar totalmente por Jesús, de
modo que, «por el reino de los cielos» (Mt 19,12), lo dejan todo por Dios,
incluso dones tan hermosos como la propiedad privada, la
autodeterminación y el amor conyugal. Esta vida según los
CONSEJOS EVANGÉLICOS en pobreza, castidad y obediencia muestra a
todos los cristianos que el mundo no lo es todo. Sólo el encuentro «cara a
cara» con el Esposo divino hará feliz al hombre de modo definitivo.
914. "El estado de vida que consiste en la profesión de los consejos
evangélicos, aunque no pertenezca a la estructura de la Iglesia,
pertenece, sin embargo, sin discusión a su vida y a su santidad"
933. Sea público este testimonio, como en el estado religioso, o más
discreto, o incluso secreto, la venida de Cristo es siempre para todos
los consagrados el origen y la meta de su vida:
775
672
769 «El Pueblo de Dios, en efecto, no tiene aquí una ciudad permanente, sino
que busca la futura. Por eso el estado religioso [...] manifiesta también
mucho mejor a todos los creyentes los bienes del cielo, ya presentes en
este mundo. También da testimonio de la vida nueva y eterna adquirida
por la redención de Cristo y anuncia ya la resurrección futura y la gloria
del Reino de los cielos» (LG 44).
944. La vida consagrada a Dios se caracteriza por la profesión
pública de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia
en un estado de vida estable reconocido por la Iglesia.
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