lunes, 11 de marzo de 2019

154. ¿Qué pasa con nosotros cuando morimos?-CATEQUESIS-



En la muerte se separan el cuerpo y el alma. El  cuerpo se descompone, mientras que el alma  sale al encuentro de Dios y espera a reunirse en  el último día con su cuerpo resucitado. [992­ 1004, 1016­1018] El cómo de la resurrección de nuestro cuerpo es un  misterio. Una imagen nos puede ayudar a asumirlo:  cuando vemos un bulbo de tulipán no podemos saber  qué hermosa flor se desarrollará en la oscuridad de la  tierra. Igualmente no sabemos nada de la apariencia  futura de nuestro nuevo cuerpo. Sin embargo, san  Pablo está seguro: «Se siembra un cuerpo sin gloria,  resucita glorioso» (1 Cor 15,43a).

992. La resurrección de los muertos fue revelada progresivamente por Dios a su Pueblo. La esperanza en la resurrección corporal de los muertos se impuso como una consecuencia intrínseca de la fe en un Dios creador del hombre todo entero, alma y cuerpo. El creador del cielo y de la tierra es también Aquél que mantiene fielmente su Alianza con Abraham y su descendencia. En esta doble perspectiva comienza a expresarse la fe en la resurrección. En sus pruebas, los mártires Macabeos confiesan: «El Rey del mundo, a nosotros que morimos por sus leyes, nos resucitará a una vida eterna» (2 M 7, 9). «Es preferible morir a manos de los hombres con la esperanza que Dios otorga de ser resucitados de nuevo por él» (2 M 7, 14; cf. 2 M 7, 29; Dn 12, 1-13).

1004. Esperando este día, el cuerpo y el alma del creyente participan ya de la dignidad de ser "en Cristo"; donde se basa la exigencia del respeto hacia el propio cuerpo, y también hacia el ajeno, particularmente cuando sufre: «El cuerpo es [...] para el Señor y el Señor para el cuerpo. Y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros mediante su poder. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? [...] No os pertenecéis [...] Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro cuerpo» (1 Co 6, 13-15. 19-20)

1018. Como consecuencia del pecado original, el hombre debe sufrir "la muerte corporal, de la que el hombre se habría liberado, si no hubiera pecado" (GS 18) 

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