El JUICIO FINAL se celebrará al final de los tiempos, cuando vuelva
Cristo. «Los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de
vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio» (Jn
5,29). [10381041,10581059]
Cuando Cristo venga en su gloria, toda su luz caerá sobre nosotros. La verdad
saldrá abiertamente a la luz: nuestros pensamientos, nuestras obras, nuestra
relación con Dios y los hombres: nada quedará oculto, Conoceremos el sentido
último de la Creación, comprenderemos los maravillosos caminos de Dios
para nuestra salvación y por fin recibiremos la respuesta a la pregunta de por
qué el mal puede ser tan poderoso, cuando es Dios en realidad el único que
tiene poder. El Juicio Final es también una fecha de juicio para nosotros. Aquí
se decide si somos despertados para la vida eterna o si somos separados para
siempre de Dios. Aquellos que hayan elegido la vida vivirán para siempre en
la gloria de. Dios y le alabarán en cuerpo y alma. 110112,157
1038. La resurrección de todos los muertos, "de los justos y de los
pecadores" (Hch 24, 15), precederá al Juicio final. Esta será "la hora
en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz [...] y los que
hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el
mal, para la condenación" (Jn 5, 28-29). Entonces, Cristo vendrá "en
su gloria acompañado de todos sus ángeles [...] Serán congregadas
delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros,
como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su
derecha, y las cabras a su izquierda [...] E irán éstos a un castigo
eterno, y los justos a una vida eterna." (Mt 25, 31. 32. 46).
1041. El mensaje del Juicio final llama a la conversión mientras Dios
da a los hombres todavía "el tiempo favorable, el tiempo de salvación"
(2 Co 6, 2). Inspira el santo temor de Dios. Compromete para la
justicia del Reino de Dios. Anuncia la "bienaventurada esperanza" (Tt
2, 13) de la vuelta del Señor que "vendrá para ser glorificado en sus
santos y admirado en todos los que hayan creído" (2 Ts 1, 10)
1058. La Iglesia ruega para que nadie se pierda: "Jamás permitas
[...] Señor, que me separe de ti" (Oración antes de la Comunión, 132:
Misal Romano). Si bien es verdad que nadie puede salvarse a sí
mismo, también es cierto que "Dios quiere que todos los hombres se
salven" (1 Tm 2, 4) y que para Él "todo es posible" (Mt 19, 26).
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