Al final de los tiempos Dios dispondrá un
cielo nuevo y una tierra nueva. El mal ya no
tendrá poder ni atractivo. Los redimidos
estarán cara a cara ante Dios, como sus
amigos. Sus deseos de paz y justicia se verán
cumplidos. Contemplar a Dios será su
felicidad. El Dios trino habitará entre ellos
y enjugará toda lágrima de sus ojos: ya no
habrá muerte, ni luto, ni lamentos, ni fatiga.
[10421050, 1060] 110112
1042. Al fin de los tiempos el Reino de Dios llegará a su plenitud.
Después del Juicio final, los justos reinarán para siempre con Cristo,
glorificados en cuerpo y alma, y el mismo universo será renovado:
La Iglesia [...] «sólo llegará a su perfección en la gloria del cielo [...]
cuando llegue el tiempo de la restauración universal y cuando, con la
humanidad, también el universo entero, que está íntimamente unido al
hombre y que alcanza su meta a través del hombre, quede perfectamente
renovado en Cristo» (LG 48)
1050. "Todos estos frutos buenos de nuestra naturaleza y de nuestra
diligencia, tras haberlos propagado por la tierra en el Espíritu del
Señor y según su mandato, los encontraremos después de nuevo,
limpios de toda mancha, iluminados y transfigurados cuando Cristo
entregue al Padre el reino eterno y universal" (GS 39; cf. LG 2). Dios
será entonces "todo en todos" (1 Co 15, 22), en la vida eterna:
«La vida subsistente y verdadera es el Padre que, por el Hijo y en el
Espíritu Santo, derrama sobre todos sin excepción los dones celestiales.
Gracias a su misericordia, nosotros también, hombres, hemos recibido la
promesa indefectible de la vida eterna» (San Cirilo de Jerusalén,
Catecheses illuminandorum 18, 29)
1060. Al fin de los tiempos, el Reino de Dios llegará a su plenitud.
Entonces, los justos reinarán con Cristo para siempre, glorificados en
cuerpo y alma, y el mismo universo material será transformado. Dios
será entonces "todo en todos" (1 Co 15, 28), en la vida eterna.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario