Para todos los que han recibido el Evangelio y han conocido que Cristo es
«el camino y la verdad y la vida» (Jn 14,6), el Bautismo es el único acceso a
Dios y a la salvación. Al mismo tiempo es cierto, sin embargo, que Cristo
murió por todos los hombres. Por eso pueden salvarse también quienes no
tuvieron oportunidad de conocer verdaderamente a Cristo ni la fe, pero, con
la ayuda de la gracia, buscan a Dios con un corazón sincero y llevan una
vida según su conciencia (el llamado Bautismo de deseo). [1257
1261,1281,1283]
Dios ha vinculado la salvación a los SACRAMENTOS. Por ello la Iglesia debe
ofrecerlos incansablemente a los hombres. Abandonar la misión sería traicionar el
encargo de Dios. Pero Dios mismo no está sujeto a los sacramentos. Allí donde la
Iglesia —sea por su culpa o sea por otras razones— no llega o no tiene éxito, Dios
mismo abre a los hombres otros caminos para la salvación en Cristo. 136
1257. El Señor mismo afirma que el Bautismo es necesario para la
salvación (cf. Jn 3,5). Por ello mandó a sus discípulos a anunciar el
Evangelio y bautizar a todas las naciones (cf. Mt 28, 19-20; cf. DS
1618; LG 14; AG 5). El Bautismo es necesario para la salvación en
aquellos a los que el Evangelio ha sido anunciado y han tenido la
posibilidad de pedir este sacramento (cf. Mc 16,16). La Iglesia no
conoce otro medio que el Bautismo para asegurar la entrada en la
bienaventuranza eterna; por eso está obligada a no descuidar la misión
que ha recibido del Señor de hacer "renacer del agua y del Espíritu" a
todos los que pueden ser bautizados. Dios ha vinculado la salvación al
sacramento del Bautismo, sin embargo, Él no queda sometido a sus
sacramentos.
1261. En cuanto a los niños muertos sin Bautismo, la Iglesia sólo
puede confiarlos a la misericordia divina, como hace en el rito de las
exequias por ellos. En efecto, la gran misericordia de Dios, que quiere
que todos los hombres se salven (cf. 1 Tm 2,4) y la ternura de Jesús
con los niños, que le hizo decir: "Dejad que los niños se acerquen a
mí, no se lo impidáis" (Mc 10,14), nos permiten confiar en que haya
un camino de salvación para los niños que mueren sin Bautismo. Por
esto es más apremiante aún la llamada de la Iglesia a no impedir que
los niños pequeños vengan a Cristo por el don del santo Bautismo.
1283. En cuanto a los niños muertos sin bautismo, la liturgia de la
Iglesia nos invita a tener confianza en la misericordia divina y a orar
por su salvación.
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