En la CONFIRMACIÓN el alma de un cristiano bautizado queda marcada
con un sello indeleble que sólo se puede recibir una vez y que marca a esta
persona para siempre como cristiano. El don del Espíritu Santo es la fuerza
de lo alto en la que esta persona realiza la gracia de su Bautismo a través de
su vida y es «testigo» de Cristo. [13021305, 1317]
Confirmarse quiere decir hacer un «contrato» con Dios. El confirmando dice: Sí, Dios
mío, creo en ti. Dame el Espíritu Santo para pertenecerte totalmente, para no
separarme nunca de ti y para dar testimonio de ti toda mi vida en cuerpo y alma, con
hechos y palabras. en los días buenos y en los días malos. Y Dios dice: Sí, hijo mío, yo
también creo en ti, y te concederé mi Espíritu, me doy yo mismo. Te perteneceré
totalmente. No me separaré de ti nunca, ni en esta vida ni en la eterna. Estaré en tu
cuerpo y en tu alma, en tus hechos y palabras. Incluso cuando tú me olvides, yo estaré
ahí, tanto en los días buenos como en los malos. 120
1302. De la celebración se deduce que el efecto del sacramento de la
Confirmación es la efusión especial del Espíritu Santo, como fue
concedida en otro tiempo a los Apóstoles el día de Pentecostés.
1305. El "carácter" perfecciona el sacerdocio común de los fieles,
recibido en el Bautismo, y "el confirmado recibe el poder de confesar
la fe de Cristo públicamente, y como en virtud de un cargo (quasi ex
officio)" (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae 3, q.72, a. 5, ad
2).
1315. "Al enterarse los Apóstoles que estaban en Jerusalén de que
Samaría había aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a
Juan. Estos bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu
Santo; pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos;
únicamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús.
Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo"
(Hch 8,14-17).
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