La CONFIRMACIÓN es el SACRAMENTO que completa el Bautismo y en el que
recibimos el don del Espíritu Santo. Quien opta libremente por una vida como
hijo de Dios y bajo el signo de la imposición de las manos y la unción con el
CRISMA pide el Espíritu de Dios, recibe la fuerza de ser testigo del amor y del
poder de Dios con sus palabras y obras. Es entonces un miembro pleno y
responsable de la Iglesia católica. [12851314]
Cuando un entrenador manda salir al campo a un futbolista, le pone la mano en el hombro
y le da sus últimas instrucciones. Así se puede entender también la Confirmación.
Entramos en el campo de la vida. Se nos imponen las manos. Por el Espíritu Santo sabemos
lo que debemos hacer. Nos ha motivado profundamente. Su envío resuena en nuestros
oídos. Sentimos su ayuda. No queremos decepcionar la confianza que ha puesto en nosotros
y vamos a ganar el partido para él. Sólo tenemos que querer y escucharle. 119120
1285. Con el Bautismo y la Eucaristía, el sacramento de la
Confirmación constituye el conjunto de los "sacramentos de la
iniciación cristiana", cuya unidad debe ser salvaguardada. Es preciso,
pues, explicar a los fieles que la recepción de este sacramento es
necesaria para la plenitud de la gracia bautismal (cf. Ritual de la
Confirmación, Prenotandos 1). En efecto, a los bautizados "el
sacramento de la Confirmación los une más íntimamente a la Iglesia y
los enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta
forma quedan obligados aún más, como auténticos testigos de Cristo, a
extender y defender la fe con sus palabras y sus obras" (LG 11;
cf. Ritual de la Confirmación, Prenotandos 2):
1314. Si un cristiano está en peligro de muerte, cualquier presbítero
puede darle la Confirmación (cf. CIC can. 883,3). En efecto, la Iglesia
quiere que ninguno de sus hijos, incluso en la más tierna edad, salga
de este mundo sin haber sido perfeccionado por el Espíritu Santo con
el don de la plenitud de Cristo.
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