Mediante el nombre que recibimos en el
Bautismo nos dice Dios: «Te he llamado por
tu nombre, tú eres mío» (Is 43,1). [21562159,
21652167]
En el Bautismo el hombre no se disuelve en una
divinidad anónima, sino que es confirmado
precisamente en su individualidad. Estar
bautizado con un nombre determinado quiere
decir que Dios me conoce; me dice sí y me acepta
para siempre en mi unicidad inconfundible. 361
2156. El sacramento del Bautismo es conferido ―en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo‖ (Mt 28,19). En el bautismo, el
nombre del Señor santifica al hombre, y el cristiano recibe su nombre
en la Iglesia. Puede ser el nombre de un santo, es decir, de un
discípulo que vivió una vida de fidelidad ejemplar a su Señor. Al ser
puesto bajo el patrocinio de un santo, se ofrece al cristiano un modelo
de caridad y se le asegura su intercesión. El ―nombre de Bautismo‖
puede expresar también un misterio cristiano o una virtud cristiana.
―Procuren los padres, los padrinos y el párroco que no se imponga un
nombre ajeno al sentir cristiano‖ (CIC can. 855).
2159. El nombre recibido es un nombre de eternidad. En el reino de
Dios, el carácter misterioso y único de cada persona marcada con el
nombre de Dios brillará a plena luz. ―Al vencedor [...] le daré una
piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita, un nombre nuevo que
nadie conoce, sino el que lo recibe‖ (Ap 2, 17). ―Miré entonces y había
un Cordero, que estaba en pie sobre el monte Sión, y con él ciento
cuarenta y cuatro mil, que llevaban escrito en la frente el nombre del
Cordero y el nombre de su Padre‖ (Ap 14, 1).
2167. Dios llama a cada uno por su nombre (cf. Is 43, 1).
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