Puesto que Cristo está verdaderamente presente bajo las especies
consagradas de pan y de vino, debemos conservar con la máxima
reverencia las sagradas especies y adorar a nuestro Señor y
Salvador presente en el Santísimo Sacramento. [13781381,1418]
Si tras la celebración de la sagrada EUCARISTÍA quedan hostias
consagradas, se reservan en vasos sagrados en el tabernáculo o sagrario.
Dado que en él está presente el Santísimo, el TABERNÁCULO es uno de
los lugares más venerables de toda iglesia. Ante el tabernáculo hacemos la
genuflexión. Ciertamente, quien sigue realmente a Cristo lo reconocerá en
los más pobres y aprenderá a servirle en ellos. Pero también encontrará
tiempo para permanecer en el silencio de la adoración ante el sagrario y
dedicar su amor al Señor eucarístico.
1378. El culto de la Eucaristía. En la liturgia de la misa expresamos
nuestra fe en la presencia real de Cristo bajo las especies de pan y de
1105
1128
298
1178
103, 2628
1183
2691
669
478
2715
vino, entre otras maneras, arrodillándonos o inclinándonos
profundamente en señal de adoración al Señor. "La Iglesia católica ha
dado y continua dando este culto de adoración que se debe al
sacramento de la Eucaristía no solamente durante la misa, sino
también fuera de su celebración: conservando con el mayor cuidado
las hostias consagradas, presentándolas a los fieles para que las
veneren con solemnidad, llevándolas en procesión en medio de la
alegría del pueblo" (MF 56)
1381. «La presencia del verdadero Cuerpo de Cristo y de la verdadera
Sangre de Cristo en este sacramento, "no se conoce por los sentidos,
dice santo Tomás, sino sólo por la fe, la cual se apoya en la autoridad
de Dios". Por ello, comentando el texto de san Lucas 22, 19: "Esto es
mi Cuerpo que será entregado por vosotros", san Cirilo declara: "No
te preguntes si esto es verdad, sino acoge más bien con fe las palabras
del Salvador, porque Él, que es la Verdad, no miente"» (MF 18; cf.
Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae 3, q. 75, a. 1; San Cirilo
de Alejandría, Commentarius in Lucam 22, 19):
Adoro Te devote, latens Deitas,
Quae sub his figuris vere latitas:
Tibi se cor meum totum subjicit,
Quia Te contemplans totum deficit.
Visus, gustus, tactus in te fallitur,
Sed auditu solo tuto creditur:
Credo quidquid dixit Dei Filius:
Nil hoc Veritatis verbo verius.
(Adórote devotamente, oculta Deidad,
que bajo estas sagradas especies te ocultas verdaderamente:
A ti mi corazón totalmente se somete,
pues al contemplarte, se siente desfallecer por completo.
La vista, el tacto, el gusto, son aquí falaces;
sólo con el oído se llega a tener fe segura.
Creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios,
nada más verdadero que esta palabra de Verdad).
[AHMA 50, 589]
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