lunes, 11 de noviembre de 2019

19. ¿Es la existencia del infierno una mala interpretación de la Biblia?. Apologetica




OBJECIÓN:
¿Por qué los sacerdotes nos quieren asustar, enseñando que después de esta vida existe un castigo eterno para los que se portan mal? ¿No es cierto que la palabra judía «sheol» significa «tumba», y a ella bajó Jesucristo, como se lee en el credo?

El credo nos enseña que Cristo «bajó a los infiernos». San Pedro nos explica para qué fue Jesús a ese lugar: «… y de esta manera fue a proclamar su victoria a los espíritus que estaban presos» (1P 3, 19).

Para poder entender la palabra «infierno», y la bajada de Cristo «a los infiernos», veamos qué sentido le daban los judíos a la palabra «sheol». Según Job, el sheol es el «lugar de reunión de todos los vivientes» (Jb 30, 23). Israel imaginaba la vida de ultratumba como una sombra de existencia, sin valor y sin alegría. El sheol es un marco que encierra estas sombras: se lo imagina como una tumba, un «sepulcro» (Sal 30, 11; Ex 28, 8). Allá descienden todos los vivientes (Is 38, 18; Ez 31, 14) y ya no volverán a subir jamás (Sal 88, 10; Jb 7, 9). Por lo tanto, siguiendo la terminología judía, «bajar a los infiernos» quiere decir bajar al lugar de los muertos.

El infierno, como lugar de terribles castigos, es algo muy distinto. Jesucristo, al referirse a este lugar, no habla de un reino donde descansan los muertos, sino del lugar donde los pecadores reciben su castigo en el otro mundo: (Mt 5, 22ss; 10, 28; 18, 9. 33; 23, 15. 33; Mc 9, 43-47; Lc 12, 5).

Veamos algunos de estos textos: «No tengan miedo de los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; teman más bien al que puede hacer perecer alma y cuerpo en el infierno» (Mt 10, 28); «Si tu mano te hace caer en pecado, córtatela; es mejor que entres manco en la vida, y no que con las dos manos vayas a parar al infierno, donde el fuego que no se puede apagar. Y si tu pie te hace caer en pecado, córtatelo; es mejor que entres cojo en la vida, y no que con los dos pies seas arrojado al infierno. Y si tu ojo te hace caer en pecado, sácatelo; es mejor que entres con un solo ojo en el reino de Dios, y no que con los dos ojos seas arrojado en el infierno» (Mc 9, 43. 45-47); «Yo les voy a decir a quién deben tenerle miedo: ténganle miedo al que, después de quitar la vida, tiene autoridad para echar en el infierno. Sí, ténganle miedo a él» (Lc 12, 5).

Además de los textos mencionados, hay abundantes pasajes que hacen referencia a este lugar de tormentos (Mt 8, 12; 13, 42. 50; 18, 8; 22, 13; 24, 51; 25, 30. 40). También Juan Bautista habla del mismo lugar: «Trae su aventador en la mano, para limpiar el trigo y separarlo de la paja. Guardará el trigo en su granero, pero quemará la paja en un fuego que nunca se apagará» (Lc 3,17).

Lo mismo leemos en Mt 3, 12; en Jud 7, y en el Ap 20, 9-14; 21, 8.

El elemento más importante del infierno es el fuego, como signo de tormentos y dolor: Mt 3,12; 5, 22; 13, 42. 50; 18, 8ss.; Mc 9, 43-47; Lc 3, 17; Jud 7; Ap 20, 9-14; 21, 8. Este fuego es «inextinguible» (Mt 3, 12; Mc 9, 33 ss. 47; Lc 3, 17) o «eterno» (Mt 18, 8; 25, 41; Jud 7). Allí es el llanto y el crujir de dientes de los condenados (Mt 13, 50; 24, 51).

No hay lugar a dudas. Lo más terrible del infierno es que allí el hombre no podrá gozar jamás de la amistad de Dios.

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