La santidad en la mujer
La palabra <<santidad>>, proviene del verbo santificar y está fuertemente ligado a
la conducta moral. En el hebreo del Antiguo Testamento: qadosh,
que significa: estar limpio física y moralmente, apartado, separado, consagrado,
dedicado a Dios. En el Nuevo Testamento en griego la palabra es “agios” griega que significa: sagrado,
irreprensible. En la Biblia la santidad va más allá de portarse bien o
simplemente no hacer el mal.
Se piensa que santo(a)s son las
imágenes con las manos juntas y la mirada al cielo; se puede pensar también que
los santos son unas cuantas personas muy raras; pero recordemos que desde que
somos bautizados todos estamos llamados a ser santos. La verdadera santidad se vive
día a día, con actos específicos y muy claramente expresando amor, fe y
esperanza.
Actualmente la mujer es
destinataria directa del paganismo: el sensualismo y perdida de del pudor, la
descristianización, los excesos en los vicios... Por lo tanto, pensar en
mujeres santas en este tiempo, puede ser imposible o, algo del pasado; el
exacerbado valor a la moda, la tecnología, el hedonismo y la frivolidad a la
que lleva esta corriente parece hacer más difícil encontrar mujeres santas.
La verdad es que a pesar de los
males de nuestro tiempo tenemos a muchos hombres y mujeres que buscan la
voluntad de Dios y aun en medio del sacrificio están en la disposición de
cumplirla. La santidad en el mundo es posible y está presente por que no se
trata de méritos personales, sino del imperativo divino que interpela la
conciencia humana, llama, dispone, capacita y sostiene; aun cuando va más allá
de la voluntad humana, no prescinde ella.
Por otra parte dentro de la
iglesia católica tenemos grandes ejemplos de mujeres que han sido reconocidas
como santas, por mencionar algunos nombres de santas de nuestra época Edith
Stein (filosofa, mística, religiosa carmelita, mártir y santa alemana de origen
judío llamada Santa Teresa Benedicta de la Cruz), la madre teresa de Calcuta
(santa, monja católica de origen albanés, que fundó en la India la congregación
de las Misioneras de la Caridad en Calcuta), Santa Gianna Beretta Molla (médica
pediatra y laica católica italiana, muerta prematuramente de un cáncer uterino,
pero prefiriendo salvar la vida de su hija aún no nacida antes que la suya).
Recientemente en la página ORAR
EVANGELIZANDO, muchas mujeres me escriben para pedir oraciones por su
conversión personal, a ellas humildemente les comparto algunas sugerencias con
el deseo que les pueda servir:
1.
Si quieres ser mejor persona y
te duele tu pecado, ya iniciaste.
2.
El mal es una deformación del
bien, el peor de los defectos tiene de fondo una virtud mal empleada; por lo
tanto, antes de dejar de hacer el mal, piensa en que cosas vas a empezar a
hacer bien.
3.
No es posible cambiar por una
determinación humana, en necesaria la gracia de Dios, por tanto: visitar
frecuentemente a Jesús sacramentado, practica los sacramentos con frecuencia,
lee y reflexiona la Palabra de Dios.
4.
Practicar la caridad desprendiéndote
de tu tiempo y dando un lugar decoroso al prójimo.
5.
Huye de las ocasiones de mal.
Dice la Palabra de Dios en 1Pe 1,
15-16 << Sean santos, como Dios, que los ha llamado, es santo>>.
Por último, se dice por ahí que
<<venimos al mundo a ser felices>> y, esa expresión, nos gusta a
todos, pero no es verdad absoluta, en realidad venimos al mundo a ser santos, y
santo es aquel que hace la Voluntad de Dios. En esa Voluntad esta nuestra
plenitud y por supuesto, nuestra realización personal, salvación y gozo.
La santidad en la mujer
La palabra <<santidad>>, proviene del verbo santificar y está fuertemente ligado a
la conducta moral. En el hebreo del Antiguo Testamento: qadosh,
que significa: estar limpio física y moralmente, apartado, separado, consagrado,
dedicado a Dios. En el Nuevo Testamento en griego la palabra es “agios” griega que significa: sagrado,
irreprensible. En la Biblia la santidad va más allá de portarse bien o
simplemente no hacer el mal.
Se piensa que santo(a)s son las
imágenes con las manos juntas y la mirada al cielo; se puede pensar también que
los santos son unas cuantas personas muy raras; pero recordemos que desde que
somos bautizados todos estamos llamados a ser santos. La verdadera santidad se vive
día a día, con actos específicos y muy claramente expresando amor, fe y
esperanza.
Actualmente la mujer es
destinataria directa del paganismo: el sensualismo y perdida de del pudor, la
descristianización, los excesos en los vicios... Por lo tanto, pensar en
mujeres santas en este tiempo, puede ser imposible o, algo del pasado; el
exacerbado valor a la moda, la tecnología, el hedonismo y la frivolidad a la
que lleva esta corriente parece hacer más difícil encontrar mujeres santas.
La verdad es que a pesar de los
males de nuestro tiempo tenemos a muchos hombres y mujeres que buscan la
voluntad de Dios y aun en medio del sacrificio están en la disposición de
cumplirla. La santidad en el mundo es posible y está presente por que no se
trata de méritos personales, sino del imperativo divino que interpela la
conciencia humana, llama, dispone, capacita y sostiene; aun cuando va más allá
de la voluntad humana, no prescinde ella.
Por otra parte dentro de la
iglesia católica tenemos grandes ejemplos de mujeres que han sido reconocidas
como santas, por mencionar algunos nombres de santas de nuestra época Edith
Stein (filosofa, mística, religiosa carmelita, mártir y santa alemana de origen
judío llamada Santa Teresa Benedicta de la Cruz), la madre teresa de Calcuta
(santa, monja católica de origen albanés, que fundó en la India la congregación
de las Misioneras de la Caridad en Calcuta), Santa Gianna Beretta Molla (médica
pediatra y laica católica italiana, muerta prematuramente de un cáncer uterino,
pero prefiriendo salvar la vida de su hija aún no nacida antes que la suya).
Recientemente en la página ORAR
EVANGELIZANDO, muchas mujeres me escriben para pedir oraciones por su
conversión personal, a ellas humildemente les comparto algunas sugerencias con
el deseo que les pueda servir:
1.
Si quieres ser mejor persona y
te duele tu pecado, ya iniciaste.
2.
El mal es una deformación del
bien, el peor de los defectos tiene de fondo una virtud mal empleada; por lo
tanto, antes de dejar de hacer el mal, piensa en que cosas vas a empezar a
hacer bien.
3.
No es posible cambiar por una
determinación humana, en necesaria la gracia de Dios, por tanto: visitar
frecuentemente a Jesús sacramentado, practica los sacramentos con frecuencia,
lee y reflexiona la Palabra de Dios.
4.
Practicar la caridad desprendiéndote
de tu tiempo y dando un lugar decoroso al prójimo.
5.
Huye de las ocasiones de mal.
Dice la Palabra de Dios en 1Pe 1,
15-16 << Sean santos, como Dios, que los ha llamado, es santo>>.
Por último, se dice por ahí que
<<venimos al mundo a ser felices>> y, esa expresión, nos gusta a
todos, pero no es verdad absoluta, en realidad venimos al mundo a ser santos, y
santo es aquel que hace la Voluntad de Dios. En esa Voluntad esta nuestra
plenitud y por supuesto, nuestra realización personal, salvación y gozo.
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