jueves, 11 de julio de 2019

255. ¿Qué sucede en la ordenación diaconal?- CATEQUESIS-



En la ordenación diaconal el candidato recibe el encargo de un servicio propio dentro del  orden. Porque representa a Cristo como el que no ha venido a «ser servido sino a servir y a dar  su vida en rescate por muchos» (Mt 20,28). En la liturgia de ordenación se dice: «En el servicio  de la Palabra, del altar y de la caridad, el DIÁCONO está disponible para todos». [1569­1571] El prototipo del DIÁCONO es el mártir san Esteban. Cuando los APÓSTOLES, en la comunidad  primitiva de Jerusalén, se vieron desbordados por la abundancia de tareas caritativas, buscaron a siete  hombres «para servir las mesas», que fueron ordenados por ellos. Esteban, el primero en ser nombrado,  actuó «lleno de gracia y poder» a favor de la nueva fe, así como de pobres de la comunidad. Después de que  durante siglos el diácono haya sido sólo un grado del Orden en el camino al presbiterado, hoy es  nuevamente una vocación independiente para célibes y para casados. Por un lado era preciso destacar con  ello de nuevo el carácter de servicio de la Iglesia, por otro se quería, como en la Iglesia primitiva, poner  junto a los PRESBÍTEROS un estado que asuma determinados encargos pastorales y sociales de la Iglesia.  También la ordenación diaconal marca al ordenado para toda la vida y de modo irrevocable. 140

1570. Los diáconos participan de una manera especial en la misión y la gracia de Cristo (cf. LG 41; AG 16). El sacramento del Orden los marco con un sello («carácter») que nadie puede hacer desaparecer y que los configura con Cristo que se hizo "diácono", es decir, el servidor de todos (cf. Mc 10,45; Lc 22,27; San Policarpo de Esmirna, Epistula ad Philippenses 5, 25,2). Corresponde a los diáconos, entre otras cosas, asistir al obispo y a los presbíteros en la celebración de los divinos misterios sobre todo de la Eucaristía y en la distribución de la misma, asistir a la celebración del matrimonio y bendecirlo, proclamar el Evangelio y predicar, presidir las exequias y entregarse a los diversos servicios de la caridad (cf. LG 29; cf. SC 35,4; AG 16).

1571. Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia latina ha restablecido el diaconado "como un grado propio y permanente dentro de la jerarquía" (LG 29), mientras que las Iglesias de Oriente lo habían mantenido siempre. Este diaconado permanente, que puede ser conferido a hombres casados, constituye un enriquecimiento importante para la misión de la Iglesia. En efecto, es apropiado y útil que hombres que realizan en la Iglesia un ministerio verdaderamente diaconal, ya en la vida litúrgica y pastoral, ya en las obras sociales y caritativas, "sean fortalecidos por la imposición de las manos transmitida ya desde los Apóstoles y se unan más estrechamente al servicio del altar, para que cumplan con mayor eficacia su ministerio por la gracia sacramental del diaconado" (AG 16). 

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