martes, 23 de julio de 2019

269. ¿Pueden separarse cónyuges que están peleados?-CATEQUESIS-



La Iglesia tiene un gran respeto ante la capacidad que tiene una persona para  mantener una promesa y para comprometerse en fidelidad para toda la vida. Ella le  toma la palabra. Cualquier matrimonio puede correr peligro a causa de alguna  crisis. El diálogo, la oración (en común), a veces también la ayuda especializada,  pueden ayudar a salir de la crisis. Y en especial, el recuerdo de que en todo  matrimonio sacramental hay un tercero en la unión, Cristo, puede encender de  nuevo la esperanza. Pero a quien su matrimonio se ha vuelto insoportable, o a quien  está expuesto a violencia psíquica o física, le está permitido separarse. Esto se  denomina una «separación de mesa y cama», que debe ser comunicada a la Iglesia.  Aunque en estos casos se ha roto la convivencia, el matrimonio sigue siendo válido.  [1629,1649] Ciertamente también hay casos en los que la crisis de un matrimonio se debe atribuir en  último término a que uno de los cónyuges o ambos no eran capaces de contraer matrimonio en  el momento del enlace o no aportaban una voluntad plena de contraerlo. Entonces el  matrimonio es inválido en el sentido jurídico. En estos casos se puede instruir un proceso de  nulidad ante los tribunales eclesiásticos. 424


1629. Por esta razón (o por otras razones que hacen nulo e inválido el matrimonio [cf. CIC can. 1095-1107]), la Iglesia, tras examinar la situación por el tribunal eclesiástico competente, puede declarar "la nulidad del matrimonio", es decir, que el matrimonio no ha existido. En este caso, los contrayentes quedan libres para casarse, aunque deben cumplir las obligaciones naturales nacidas de una unión precedente anterior (cf. CIC, can. 1071 § 1,

1649. Existen, sin embargo, situaciones en que la convivencia matrimonial se hace prácticamente imposible por razones muy diversas. En tales casos, la Iglesia admite la separación física de los esposos y el fin de la cohabitación. Los esposos no cesan de ser marido y mujer delante de Dios; ni son libres para contraer una nueva unión. En esta situación difícil, la mejor solución sería, si es posible, la reconciliación. La comunidad cristiana está llamada a ayudar a estas personas a vivir cristianamente su situación en la fidelidad al vínculo de su matrimonio que permanece indisoluble (cf. FC; 83; CIC can 1151-1155).


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