miércoles, 17 de julio de 2019

¿COMO SABOREAR LA VERDADERA FE?




NO SABEMOS SABOREAR LA FE

Autor: Freddie Loya
AUTOR: FREDDIE LOYA
En muchas de las ocasiones el gran problema de un cristiano es que se desvía parcialmente o completamente de la iglesia por razones que a veces suelen ser no ser comprensibles y mucho de ello es que nos falta la ¨la experiencia religiosa¨. Son muchos los que dicen ser cristianos y pronunciarse católicos con voz alta y sin embargo con el tiempo se marchitan y se apagan, probablemente es que nunca pudieron disfrutar de su fe, esa fe que realmente a pesar de cualquier prueba o situación se sabe disfrutar, gustar e incluso saborear esa adhesión a Jesús. Una de las preguntas que se me viene a la mente es ¿Cómo se puede ser creyente sin gustar del amor acogedor de Dios?
En el caminar de la iglesia por muchos años y la sabiduría que por grandes conocedores y doctores han ayudado en gran manera a poder llevar la fe a una ¨adhesión doctrinal¨ de nuestro Señor Jesucristo. Esto en muchas de las veces ha provocado a hacerla crecer, pero a veces en realidad son pocos los que de manera radical desean comunicarse gozosamente con El.
De tal forma aparece así en las celebraciones litúrgicas, nos aprendemos los ritos externos pronunciamos y cantamos palabras hermosas, pero muchas veces parece acontecer por fuera donde nunca llega a ver un cambio, donde solo el sentimiento produce esas ganas de realizarlo pero nunca han llegado a  una comunicación plena con Dios.
También es significativo lo que pasa cuando leemos las sagradas escrituras, debe ser un encuentro tan real y palpable que toque nuestro corazón hay muchas personas que se esfuerzan en explicarnos la escritura pero no hemos aprendido  a saborear el evangelio de Jesús, ese evangelio que impulso a muchos a cambiar su vida, ese evangelio que hizo caminar kilómetros llevando la buena notica, ese evangelio que al escucharlo y vivirlo te hacia vibrar de emoción y así te hacia tener un contacto íntimo con Jesús. Mucha. Pareciera que nos movemos por encima de la piel de la iglesia  y eso nos hace vivir como creyentes incapaces de vivir un evangelio pero en realidad en la iglesia no hace falta nada ya que Jesús dejo su espíritu en ella y a partir de ahí nosotros debemos buscar vivir una experiencia con el espíritu santo, que no haga sentir cada vez que estamos en contacto, una manera alegre y eficaz desde nuestro interior que nos renueve toda nuestra alma.
Debemos buscar saborear en los detalles con Jesús y en la intimidad con su palabra la confianza y espontaneidad con El y revivir el gozo de estar con él. Pero esto no se realiza por frutos de nuestros esfuerzos si no de darle un espacio y un sitio en nuestro corazón al espíritu Santo. Y aprendamos como aquella samaritana a vivir el don de Dios, que solo descubre el creyente cuando en verdad abre su corazón y dispone su vida a ese encuentro de esa agua prometida por Jesús que se convierte en nosotros en manantial de agua viva y que salta hasta la vida eterna.

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