NO SABEMOS SABOREAR
LA FE
Autor: Freddie Loya
AUTOR: FREDDIE LOYA
En muchas de las ocasiones el
gran problema de un cristiano es que se desvía parcialmente o completamente de
la iglesia por razones que a veces suelen ser no ser comprensibles y mucho de
ello es que nos falta la ¨la experiencia religiosa¨. Son muchos los que dicen
ser cristianos y pronunciarse católicos con voz alta y sin embargo con el
tiempo se marchitan y se apagan, probablemente es que nunca pudieron disfrutar
de su fe, esa fe que realmente a pesar de cualquier prueba o situación se sabe disfrutar,
gustar e incluso saborear esa adhesión a Jesús. Una de las preguntas que se me
viene a la mente es ¿Cómo se puede ser creyente sin gustar del amor acogedor de
Dios?
En el caminar de la iglesia por
muchos años y la sabiduría que por grandes conocedores y doctores han ayudado
en gran manera a poder llevar la fe a una ¨adhesión doctrinal¨ de nuestro Señor
Jesucristo. Esto en muchas de las veces ha provocado a hacerla crecer, pero a
veces en realidad son pocos los que de manera radical desean comunicarse
gozosamente con El.
De tal forma aparece así en las
celebraciones litúrgicas, nos aprendemos los ritos externos pronunciamos y
cantamos palabras hermosas, pero muchas veces parece acontecer por fuera donde
nunca llega a ver un cambio, donde solo el sentimiento produce esas ganas de
realizarlo pero nunca han llegado a una
comunicación plena con Dios.
También es significativo lo que
pasa cuando leemos las sagradas escrituras, debe ser un encuentro tan real y
palpable que toque nuestro corazón hay muchas personas que se esfuerzan en
explicarnos la escritura pero no hemos aprendido a saborear el evangelio de Jesús, ese
evangelio que impulso a muchos a cambiar su vida, ese evangelio que hizo
caminar kilómetros llevando la buena notica, ese evangelio que al escucharlo y
vivirlo te hacia vibrar de emoción y así te hacia tener un contacto íntimo con Jesús.
Mucha. Pareciera que nos movemos por encima de la piel de la iglesia y eso nos hace vivir como creyentes incapaces
de vivir un evangelio pero en realidad en la iglesia no hace falta nada ya que Jesús
dejo su espíritu en ella y a partir de ahí nosotros debemos buscar vivir una
experiencia con el espíritu santo, que no haga sentir cada vez que estamos en
contacto, una manera alegre y eficaz desde nuestro interior que nos renueve
toda nuestra alma.
Debemos buscar saborear en los
detalles con Jesús y en la intimidad con su palabra la confianza y espontaneidad
con El y revivir el gozo de estar con él. Pero esto no se realiza por frutos de
nuestros esfuerzos si no de darle un espacio y un sitio en nuestro corazón al
espíritu Santo. Y aprendamos como aquella samaritana a vivir el don de Dios,
que solo descubre el creyente cuando en verdad abre su corazón y dispone su
vida a ese encuentro de esa agua prometida por Jesús que se convierte en
nosotros en manantial de agua viva y que salta hasta la vida eterna.
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