En todo Bautismo se realiza el llamado EXORCISMO simple, una oración en la que el niño es
sustraído del poder del maligno y es fortalecido contra las «fuerzas y poderes» que ha
derrotado Jesús. El exorcismo solemne es una oración, mediante la cual, por el poder de
Jesús, un cristiano bautizado es sustraído a la influencia y al poder del maligno; este
exorcismo se realiza en contadas ocasiones y sólo después de un riguroso examen. [1673]
Lo que se representa en las películas como «exorcismo» no se corresponde, en la mayoría de los casos, con
la verdad de Jesús y de la Iglesia. Se narra con frecuencia en los Evangelios que Jesús expulsaba
demonios. Tenía poder sobre poderes y fuerzas malignos y podía liberar a personas sometidas a ellos.
Jesús dio a los apóstoles «autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda
dolencia» (Mt 10,1). Lo mismo hace la Iglesia, cuando un SACERDOTE, que ha recibido este encargo,
pronuncia la oración del exorcismo sobre una persona que lo solicita. Antes se excluye que se trate de un
fenómeno psíquico (estos asuntos son competencia del psiquiatra). En el exorcismo se trata de rechazar
una tentación y un asedio espiritual y de la liberación del poder del maligno. 9091
1673. Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de
Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas
del Maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo
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practicó (cf. Mc 1,25-26; etc.), de Él tiene la Iglesia el poder y el oficio de
exorcizar (cf. Mc 3,15; 6,7.13; 16,17). En forma simple, el exorcismo tiene
lugar en la celebración del Bautismo. El exorcismo solemne llamado «el
gran exorcismo» sólo puede ser practicado por un sacerdote y con el permiso
del obispo. En estos casos es preciso proceder con prudencia, observando
estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia. El exorcismo intenta
expulsar a los demonios o liberar del dominio demoníaco gracias a la
autoridad espiritual que Jesús ha confiado a su Iglesia. Muy distinto es el
caso de las enfermedades, sobre todo psíquicas, cuyo cuidado pertenece a la
ciencia médica. Por tanto, es importante, asegurarse, antes de celebrar el
exorcismo, de que se trata de un presencia del Maligno y no de una
enfermedad (cf. CIC can. 1172).
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