«¡Resignarse ante el avance del mal no es cristiano!»
AUTOR: Margarita de Jesus HMSP
A un año de
vivir las elecciones más determinantes en la historia de México, con 3,400
puestos de eleccion popular que dan un giro total al tipo de gobierno que hasta
ahora vivimos, para bien o para mal el resultado de estas, influirá en nuestro
futuro, pero debemos tener claro que no puede determinar el rumbo de los 123.5
millones de mexicanos.
Es de vital
importancia, ser concientes de que la participacion pólitica no se agota al
emitir el voto; para volver a la indiferencia, apatía, reducidos al anonimato,
tirarando pedradas con mensajes en redes sociales; dejando que la corrupción y
la injusticia triunfen en el día a día e incluso siendo parte de esta sociedad
con valores en decadencia.
Sería muy
ingenuo esperar que los políticos pondrán fin a los problemas de violencia,
narcotrafico, corrupción, desempleo... Debemos tener claro que sus campañas
fueron en buena medida mercadotecnia; la venta de una «utopia». Es bueno tener
presente que la crisis de valores por la que atravieza nuestra sociedad ha
tenido su origen en la cabeza –los gobernantes- que son los que han sugerido
aquello que ni en la más macabra mentalidad cabría: atacar a la familia, aprobar
el aborto como si se tratase de una necesidad, imponer leyes inhumanas
–legalizar la prostitución y con ello abrir la puerta a la trata de personas,
sugerir la union entre personas del mismo sexo, con la posibilidad de adoptar
niños, desconociendo de esta manera el derecho de los menores a crecer en un
ambiente propio para su sano desarrollo- en contra de las divinas; agravando la
crisis social, moral y espiritual en la que estamos envueltos.
En este
momento debemos asumir una conducta positiva, solidaria, participativa como
«estilo de vida», con hábitos que influyan a mejorar nuestra conducta personal,
la familia con quienes vivimos y que, al mismo tiempo se influya en las persona
y el entorno que nos rodea.
En este
momento historico que estamos viviendo no podemos renunciar al protagonismo que
nos corresponde como ciudadanos, como laicos, gente de Iglesia, que ha conocido
a Dios. En esta etapa histórica de transición; nuestra falta de acción condena
a los más debiles a la destrucción. Ser un espectador quejumbroso es un acto de
cobardia y mediocridad.
Vivir el
papel que nos corresponde como padre de familia, empresarios, empleados,
estudiantes, ciudadanos es fundamental. Además es preciso proteger todo aquello
que contribuye a la construcción de la persona, la familia y la sociedad; desde
los valores que hacen de nuestra convivencia más llevadera hasta las
instituciones que contribuyen al bien social.
La reciente
exhortacion apostólica del papa Francisco «Gaudete et exsultate» nos sacude
diciendo: «Él (Dios) nos quiere santos y
no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada»
(n. 1) Alguien alguna vez dijo: «Yo no
puedo cruzarme de brazos, cuando la persona que más me quiere murió por mí con
los brazos abiertos»; por algo el padre Luigi Butera, fundador de los MSP y
HMSP dice: «Resignarse ante el avance del
mal no es cristiano.»
La historia
de la iglesia nos presenta momentos criticos y de mucha insertidumbre, como si
se tratara de caídas al vacio, en esos momentos fueron los «santos» los que
sacaron a flote el Evangelio de la vida y restituyeron a la humanidad el
sentido de la existencia. De manera que con confianza y humildad seamos
colaboradores del gran proyecto de salvación que Dios tiene para la humanidad.
Al inicio de
este nuevo gobierno recordemos las palabras de Jesús a sus discípulos: «En el mundo encontraran aflicciones, pero
tengan ánimo, yo he vencido al mundo» (Jn 16, 33). En una sociedad tan
superficial y utilitarista, que se revuelca con la corrupción nos toca a los cristianos
sentar las bases del humanismo del siglo XXI.
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