Para que haya matrimonio sacramental se requieren necesariamente tres elementos: a) el
consentimiento expresado en libertad, b) la aceptación de una unión exclusiva y para toda la vida y
c) la apertura a los hijos. Pero lo más profundo en un matrimonio cristiano es la conciencia de la
pareja de ser una imagen viva del amor entre Cristo y su Iglesia. [16441654, 1664]
La exigencia de la unidad y la indisolubilidad se dirige en primer lugar contra la POLIGAMIA, en la que el
cristianismo ve una clara vulneración del amor y de los derechos humanos; también se dirige contra lo que se
podría denominar «poligamia sucesiva»: una sucesión de relaciones amorosas no vinculantes, que no alcanzan
un único y gran «sí» que ya no se puede echar atrás. la exigencia de la fidelidad conyugal contiene la disposición
a un compromiso para toda la vida, que excluye relaciones amorosas al margen del matrimonio. la exigencia de
la apertura a la fecundidad quiere decir que un matrimonio cristiano está abierto a los hijos que Dios les quiera
conceder. las parejas que no pueden tener hijos están llamadas a ser «fecundas» de otra manera. Un matrimonio
en cuya celebración se excluya cualquiera de estos elementos no es válido.
1664. La unidad, la indisolubilidad, y la apertura a la fecundidad
son esenciales al matrimonio. La poligamia es incompatible con la
unidad del matrimonio; el divorcio separa lo que Dios ha unido; el
rechazo de la fecundidad priva la vida conyugal de su "don más
excelente", el hijo (GS 50,1).
1654. Sin embargo, los esposos a los que Dios no ha concedido tener
hijos pueden llevar una vida conyugal plena de sentido, humana y
cristianamente. Su matrimonio puede irradiar una fecundidad de
caridad, de acogida y de sacrificio.
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