La templanza es una virtud porque modera
la atracción de los placeres y procura el
equilibrio en el uso de los bienes creados.
[1809, 1838]
Quien es intemperante se abandona al dominio
de sus impulsos, arremete contra otros por su
codicia y se perjudica a sí mismo. En el
NUEVO TESTAMENTO encontramos como
sinónimos de «templanza» palabras como
«moderación» o «sobriedad».
1809. La templanza es la virtud moral que modera la atracción de los
placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados.
Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los
deseos en los límites de la honestidad. La persona moderada orienta
hacia el bien sus apetitos sensibles, guarda una sana discreción y no se
deja arrastrar ―para seguir la pasión de su corazón‖ (cf. Si 5,2; 37, 27-
31). La templanza es a menudo alabada en el Antiguo Testamento:
―No vayas detrás de tus pasiones, tus deseos refrena‖ (Si 18, 30). En el
Nuevo Testamento es llamada ―moderación‖ o ―sobriedad‖. Debemos
―vivir con moderación, justicia y piedad en el siglo presente‖ (Tt 2,
12).
«Nada hay para el sumo bien como amar a Dios con todo el corazón, con
toda el alma y con toda la mente. [...] lo cual preserva de la corrupción y
de la impureza del amor, que es los propio de la templanza; lo que le hace
invencible a todas las incomodidades, que es lo propio de la fortaleza; lo
que le hace renunciar a todo otro vasallaje, que es lo propio de la justicia,
y, finalmente, lo que le hace estar siempre en guardia para discernir las
cosas y no dejarse engañar subrepticiamente por la mentira y la falacia, lo
que es propio de la prudencia» (San Agustín, De moribus Ecclesiae
Catholicae, 1, 25, 46).
1838. La templanza modera la atracción hacia los placeres sensibles
y procura la moderación en el uso de los bienes creados.
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