I.
LA ANTIGUA ISRAEL
Los Evangelios narran que el Mesías nació en Belén, la
ciudad del rey David; de cuya estirpe real pertenecía su padre adoptivo José.
Vivió treinta años en Nazaret y murió en Jerusalén, capital de Israel. Ya en
cuanto a su vida pública la inicia a los treinta años de edad, cuando después
de haberse hecho bautizar por su primo
Juan Bautista en el
río Jordán, empieza a recorrer durante tres años las aldeas y los campos de las
cuatro provincias de Palestina (Judea, Galilea, Samaria y Perea) anunciando la
“Buena Nueva”, en especial a los pobres y marginados como los ancianos, las
viudas, los huérfanos, los extranjeros al igual que los pescadores del mar de
Galilea; entre los que se encontraban cuatro de sus apóstoles incluyendo a
Pedro, a quien Jesús prometió en la región de Cesarea que sobre él edificaría
su Iglesia al ser nombrado su primer pastor en la tierra. Esta labor apostólica
ha continuado hasta nuestros días hasta llegar al Papa Francisco.
III. MARCO SOCIAL Y RELIGIOSO
Los judíos vivían una de sus peores
crisis en el ámbito político y social, la clase dominante era regida por los
Saduceos (los justos), quienes tenían el control del Templo de Jerusalén,
centro espiritual y de peregrinación del pueblo hebreo. Estos a su vez
rivalizaban doctrinalmente con los Fariseos (los puros), y Escribas (Doctores
de la Ley), encargados de las Sinagogas, los Saduceos junto con los Fariseos,
Escribas y Ancianos formaban el llamado “Consejo de los Judíos” o “Sanedrín”,
que estaba constituido por setenta y un miembros incluido el Sumo
Sacerdote. Todos ellos vestidos de púrpura real y lino blanco que representaban su
posición favorecida. Del mismo modo,
se encontraban los Herodianos que incluían la corte del rey Herodes el Grande,
aliados de los romanos. También estaban los publicanos quienes recogían los
impuestos para el César. Asimismo, los Zelotes (los celosos), llamados también
Sicarios (por el pequeño puñal o “sica” que utilizaban). Igualmente, con los
Samaritanos se evitaba todo contacto, pues ambos pueblos se habían distanciado
desde la división del reino de Israel y Judá ocho siglos atrás, y sobre todo
por tener una tradición bíblica y una organización religiosa independiente de
la de Jerusalén. Finalmente, los Esenios (Hijos de la luz), agrupaban
comunidades de judíos que vivían aislados de los demás; éstos no son
mencionados en los evangelios.
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