domingo, 25 de agosto de 2019

El EGOISMO: Cáncer que destruye al hombre



El egoísmo es propio de la naturaleza del hombre, herida por el pecado original. Pero en esta época  hay factores que lo agravan y fortalecen. Tal es la idea distorsionada de libertad que reafirma el egoísmo y se manifiesta en el “individualismo”. Individualismo que, incluso, produce beneficios económicos, por ejemplo en una familia cada uno quiere tener sus propias cosas desde su propia ropa, cuarto… hasta teléfono, computadora, tablet. En un sistema consumista e individualista, este estilo de vida, por supuesto, retribuye en términos económicos.
Ser egoísta se nota en la necesidad de soledad y el aislamiento; conlleva a reacciones instintivas de impulsividad y agresividad. El individualista no acepta la crítica y menos la contradicción; prefiere tener desahogos afectivos con animales; de modo inconsciente tiende a la “manipulación”, en los diferentes  estratos de la vida desde el ámbito familiar, las relaciones de amistad e incluso en lo laboral.
La idea de “pocos hijos para darles mucho” lleva a la premisa:  yo me lo merezco todo”, acompañado de la idea de: “tú eres el mejor” , “tú debes ser siempre el número uno”…, no se transmite el valor del servicio, la ayuda al prójimo, la humildad, ni el dominio de sí mismo.
El egoísta protagoniza un sin número de pecados de omisión; al pensar se justifica diciendo: <<yo no soy malo, yo no mato, no secuestro, no me meto con nadie…>>. Se va por la vida pensando: <<yo estoy  lo correcto”.
El egoísmo nos vuelve resignados y pasivos frente a los fenómenos sociales como la corrupción y el sin sentido de la vida. El egoísta es activo sólo si saca provecho de la situación; tornándose apesadumbrado para  algún tipo de servicio que requiera de generosidad y apertura a los demás.
La Palabra de Dios nos dice en Fil 2, 3-4 «No hagan nada por rivalidad o por orgullo, sino con humildad, y que cada uno considere a los demás como mejores que él mismo. Ninguno busque únicamente su propio bien, sino también el bien de los otros».
¿Qué se debe hacer para evitar o disminuir el egoísmo? Con sinceridad reconocer que los somos, cada quien, aunque, en diferente grado tenemos esa roña del egoísmo; conocer nuestros límites y reconocerlos humildemente y de corazón ayuda a combatir este mal, de modo personal.
Es preciso salir de nuestra individualidad, estar dispuestos a servir no sólo a los que nos rodean, sino a los que necesitan realmente de nosotros. Meditar en la vida de Cristo y particularmente en su <<Pasión>>, es fundamental. Además de recurrir a la lectura del evangelio y a la práctica  constante del sacramento de la Eucaristía y de los sacramentos.
Jesús maestro nos asegura: <<Si el grano de trigo al caer en tierra no muere, queda él solo; pero si muere, da abundante cosecha>> (Jn 12. 24).
Autor: Margarita de Jesús HMSP

¿COMO PUEDO AMAR A MI ENEMIGO?




¿COMO PUEDO AMAR A MI ENEMIGO?

Amar a nuestros enemigos, hacer el bien a los que nos aborrecen. Ante estas palabras tan llenas de amor, pero a la vez llenas de dolor. ¿Qué podemos hacer los fieles a Cristo ante estas palabras de Jesús? Muchas veces nos gustaría suprimirlas, borrarlas desde el fondo de nuestra conciencia o dejarlas para otra persona que si lo pueda hacer.
Vivimos en diferentes culturas, pero ante este tema muchas culturas hablar del enemigo casi siempre se coincide en lo mismo en odiarlo, pero para Jesús este Mandamiento es un parteaguas para casi todas las culturas. Jesús no enseña paso a paso que hacer cuando alguien nos ha puesto en peligro y nos ha hecho mucho daño.

Jesús nos enseña de una manera radical y pragmática que ante todo el daño que nos han hecho y en la situación que no hayan colocado la mejor manera de vencer esa barrera es ponerse al servicio. Todo esto hace destacar de manera revolucionaria lo que encierra el mandato de amar a el enemigo. Jesús no está pensado cuando habla del amor al enemigo de un sentimiento de afecto y cariño hacia él, sino de lograr una relación radicalmente humana digna de una persona que ama Jesús con todo su corazón.

La persona es más humana cuando el amor es la base de toda actuación y tener una relación con el enemigo no debe ser la excepción. Quien es humano en el amor descubre y respeta la dignidad del enemigo, por muy lastimosa y dañina que haya sido nuestro encuentro con esa persona, siempre va adoptar como nos enseña Jesús una postura positiva de interés real por su bien.

Este es el amor de Cristo que es tan universal que alcanza a toda aquella persona que piensa que no tiene remedio, todo este comportamiento positivo es el que ser humano debe seguir ante tantos bombardeos de ideas. Debemos ser cristianos de amor, ser manifestadores de la Paz, todo esto es urgente realizarlo si queremos ser verdaderamente libres ya que si no amamos de verdad nunca lograremos disfrutar de ese amor que Cristo no se cansa de hablar en cada momento y cada instante.
Y es muy importante que para realizar este mandato debemos saber que con nuestras propias fuerzas no se podrá, debemos dejar actuar a Dios en nuestras vidas, llenarnos de oración y comunicación con Aquel que ya ha vivido ese momento de amor cuando justamente pago por pecados que jamás El cometió y sufrió dolores tan intensos que por amor Él vivió, enseñándonos que sobre todo dolor, enojo y sufrimiento llegara el momento de alegría donde todo lo realizado valdrá la vida eterna.
Autor: Freddie Loya

INFIDELIDAD VIRTUAL: Duro golpe a la familia



Por tanto, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Éste es el verdadero culto que deben ofrecer. No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto (Rm 12, 1-2).

La evolución tecnológica ha revolucionado la forma de comunicación social, transformando las relaciones humanas; la llegada de las redes sociales ha ampliado las relaciones interpersonales; ahora se puede tener amigos de todo el mundo. Esta comunicación virtual es la novedad y el atractivo de los medios  electrónicos para gente de todas las edades.
De manera virtual y por redes sociales, se experimenta una especie de libertad para expresarse, de buena o mala manera, partiendo del principio del anonimato, a distancia y de modo impersonal. Los medios virtuales con sus emoticones, stickers y gifs simplifican la comunicación; al mismo tiempo, suscitan emociones y, aparentemente, no comprometen en nada a los comunicadores.
Pues bien, son muchos los casos de personas que establecen relaciones íntimas por medios electrónicos, lo mismo hombres que mujeres; comprometiendo su tiempo, atención, emociones e incluso la economía; en este sentido es claro que la infidelidad virtual es verdadera  infidelidad.
Para muchas personas no es infidelidad y pecado, al piensan que por no haber contacto físico, el adulterio no es tal; puesto que cada uno continua viviendo en su casa, con su esposo o esposa -quizá alguno de los dos es soltero-, e incluso cumplen en lo posible, con las exigencias económicas y de vida familiar.
Tal parece que el adormecimiento de la conciencia nos hace relativizar la magnitud de la ofensa que se hace a la persona a la que se debe fidelidad y, en muchos casos, a la alianza hecha delante de Dios, cuando está de por medio el sacramento del matrimonio.
Ahora bien, el amor entre los esposos pide de manera natural la reciproca fidelidad y la esclusividad en las expresiones corporales propias de la intimidad, para alcanzar mayor realización como esposo o esposa. La infidelidad virtual es causante de frustración; es decir, se deja de dar frutos en el amor esponsal. En esta exclusividad se dan los frutos más hermosos: los hijos y el amor correspondido de los  esposos que genera confianza para enfrentar la vida.
El texto biblico citado al principio es una invitación a transformar nuestra manera vivir a partir de nuestra  manera de pensar. El lamentable  permisivismo en el que  estamos viviendo nos hace creer que si la mayoría lo hace entonces es normal, se tiene menos culpa, o bien, se minimizan las propias faltas al mirar las faltas de otros y de esta manera la corrupción de la infidelidad tiene una puerta muy amplia.


Autor: Margarita de Jesus

UN CRISTIANO NO DEBE SER CORRUPTO




UN CRISTIANO NO PUEDE SER CORRUPTO

Cada año que pasa en nuestras vidas nos hacemos con más frecuencia una serie de preguntas refiriéndose a las inconformidades que ocurren en la sociedad y mucho de ello tiene que ver con los medios de comunicación anunciando un día sí y el otro también los terribles actos de corrupción y fraude a los cuales nos afrontamos y desafortunadamente los que nos llamamos cristianos nos contradecimos y somos parte de esta proclamación vivida en esta sociedad democrática la cual mucha de las veces sin conocer lo que Cristo quiere para nosotros en su plan de salvación, nos aferramos y adquirimos posturas defendiendo “valores”.

Cada día nos hacemos duros de corazón vaciando nuestro espíritu y llenándolo de conductas y que más que ayudarnos nos aleja de Dios y todo esto lo sacrificamos por el dios del interés, sobreponemos por encima de todo nuestras conveniencias en las cual arrastramos a muchas personas destruyendo sus sueños y anhelos a una vida digna.

Tomando como referencia la pericopa de la Sal de la tierra, esta Palabra que nos sacude y que va dirigida por Jesús para todos aquellos que tienen bien concreta su fe y que en su vida proclamamos que Cristo es nuestro Salvador, es un llamamiento urgente a mantenernos libres frente a la idolatría del dinero y el poder ya que no solo nos hacemos daño nosotros, sino que nos martiriza, esclaviza y produce marginación pagando por nuestras culpas mucha gente. Jesús nos invita a vivir como verdaderos cristianos responsables frente a tantos intereses de por medio que pongamos en primer lugar la civilización del corazón. Todo el Evangelio Jesús nos exhorta a desempeñarnos como verdaderos portadores de valores logrando realizar una diferencia y gracias a ellos mucha gente vuelva a creer en que hay un Dios que brinda amor y que no esclaviza si no que cumpliendo su voluntad no hace libres.

¿Y se podrá sal entre tanta corrupción? Claro que si se puede esta sociedad necesita gente que en verdad coloque a Jesús en primer lugar confiando en su providencia Divina que nunca abandona y que quiera sanar las heridas que han provocado la sociedad que manifiesta esa falta de amor. Cristo quiere hombres y mujeres que en verdad luchen desde lo más pequeño soportando toda aquella crisis y prueba y no se dejen vencer por el éxito fácil y el dinero, para eso es importante acercarnos y buscar el amor de Dios reparador y fortificador para lograr estas hazañas que solo los valientes pueden lograr.

Autor: Freddie Loya

martes, 20 de agosto de 2019

314. ¿Cómo sabemos que Dios es misericordioso? -CATEQUESIS-


En muchos pasajes de la Sagrada Escritura Dios se muestra como el  misericordioso, especialmente en la parábola del hijo pródigo (Lc 15),  en la que el padre sale al encuentro del hijo perdido y lo acoge sin  condiciones, para celebrar con él una fiesta del reencuentro y de la  reconciliación. [1846, 1870] Ya en el ANTIGUO TESTAMENTO dice Dios por medio del profeta Ezequiel:  «Yo no me complazco en la muerte del malvado, sino en que el malvado se  convierta de su conducta y viva» (Ez 33,11). Jesús ha sido enviado «a las ovejas  descarriadas de Israel» (Mt 15,24). Y sabe que «no tienen necesidad de médico  los sanos, sino los enfermos» (Mt 9,12). Por eso come con publicanos y pecadores,  antes de, al final de su vida terrena, interpretar incluso su muerte como  iniciativa del amor misericordioso de Dios: «Ésta es mi sangre de la alianza, que  es derramada por muchos para el perdón de los pecados» (Mt 26,28). 227, 524

1846. El Evangelio es la revelación, en Jesucristo, de la misericordia de Dios con los pecadores (cf. Lc 15). El ángel anuncia a José: ―Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados‖ (Mt 1, 21). Y en la institución de la Eucaristía, sacramento de la redención, Jesús dice: ―Esta es mi sangre de la Alianza, que va a ser derramada por muchos para remisión de los pecados‖ (Mt 26, 28).

1870. “Dios encerró [...] a todos los hombres en la rebeldía para usar con todos ellos de misericordia” (Rm 11, 32). 

313. ¿Por qué debe el pecador dirigirse a Dios y pedirle perdón? -CATEQUESIS-



Cualquier pecado destruye, oscurece o  niega el bien; pero Dios es muy bueno y el  origen de todo bien. Por eso cualquier  pecado se dirige (también) contra Dios y, en  el contacto con él, debe ser reordenado.  [1847] 224­239

1847. Dios, ―que te ha creado sin ti, no te salvará sin ti‖ (San Agustín, Sermo 169, 11, 13). La acogida de su misericordia exige de nosotros la confesión de nuestras faltas. ―Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia‖ (1 Jn 1,8-9). 

312. ¿Cómo sabe un hombre que ha pecado? -CATEQUESIS-



Un hombre sabe que ha pecado porque su  conciencia le acusa y le mueve a confesar  sus faltas ante Dios. [1797,1848]  229,295­298

1797. Para el hombre que ha cometido el mal, el veredicto de su conciencia constituye una garantía de conversión y de esperanza.

1848. Como afirma san Pablo, ―donde abundó el pecado, [...] sobreabundó la gracia‖ (Rm 5, 20). Pero para hacer su obra, la gracia debe descubrir el pecado para convertir nuestro corazón y conferirnos ―la justicia para la vida eterna por Jesucristo nuestro Señor‖ (Rm 5, 20-21). Como un médico que descubre la herida antes de curarla, Dios, mediante su Palabra y su Espíritu, proyecta una luz viva sobre el pecado: «La conversión exige el reconocimiento del pecado, supone el juicio interior de la propia conciencia, y éste, puesto que es la comprobación de la acción del Espíritu de la verdad en la intimidad del hombre, llega a ser al mismo tiempo el nuevo comienzo de la dádiva de la gracia y del amor: ―Recibid el Espíritu Santo‖. Así, pues, en este ―convencer en lo referente al pecado‖ descubrimos una «doble dádiva»: el don de la verdad de la conciencia y el don de la certeza de la redención. El Espíritu de la verdad es el Paráclito» (DeV 31). 

311. ¿Qué son los frutos del Espíritu Santo? -CATEQUESIS-



Los FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO son:  «caridad, gozo, paz, paciencia,  longanimidad, bondad, benignidad,  mansedumbre, fidelidad, modestia,  continencia, castidad» (cf. Gál 5,22­23).  [1832] En los FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO puede  ver el mundo qué sucede con las personas que se  dejan totalmente tomar, conducir y formar por  Dios, los frutos del Espíritu Santo muestran que  Dios tiene un papel real en la vida de los  cristianos. 120

1832. Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: ―caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad‖ (Ga 5,22-23, vulg.). 

310. ¿Qué son los siete dones del Espíritu Santo? -CATEQUESIS-



Los siete dones del Espíritu Santo son: sabiduría,  inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de  Dios. Con ellos «dota» el Espíritu Santo a los cristianos; es  decir, más allá de sus disposiciones naturales, él les regala  unas fuerzas determinadas y les da la oportunidad de  convertirse en instrumentos especiales de Dios en este  mundo. [1830­1831,1845] Así dice san Pablo: «Uno recibe del Espíritu el hablar con  sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu.  Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por  el mismo Espíritu, don de curar, A éste se le ha concedido hacer  milagros; a aquél, profetizar. A otro, distinguir los buenos y malos  espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de  interpretarlas» (1 Cor 12,8­10). 113­120

1830. La vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo. Estos son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo.

1831. Los siete dones del Espíritu Santo son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David (cf. Is 11, 1-2). Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas. «Tu espíritu bueno me guíe por una tierra llana» (Sal 143,10). «Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios [...] Y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo» (Rm 8, 14.17).

1845. Los siete dones del Espíritu Santo concedidos a los cristianos son: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios 

309. ¿Qué es la caridad? -CATEQUESIS-



La caridad es la virtud por la que nosotros,  que hemos sido amados primero por Dios,  nos podemos entregar a Dios para unirnos a  él y podemos aceptar a los demás, por amor  a Dios, tan incondicional y cordialmente  como nos aceptamos a nosotros mismos.  [1822­1829,1844] Jesús coloca la caridad por encima de todas las  leyes, sin abolirlas por ello, Con razón por tanto  dice san Agustín: «Ama y haz lo que quieres». Lo  que no es tan fácil como parece. Por ello la  caridad es la mayor de las virtudes, la energía  que anima a las demás y las llena de vida divina.

1821. Podemos, por tanto, esperar la gloria del cielo prometida por Dios a los que le aman (cf. Rm 8, 28-30) y hacen su voluntad (cf. Mt 7, 21). En toda circunstancia, cada uno debe esperar, con la gracia de Dios, ―perseverar hasta el fin‖ (cf. Mt 10, 22; cf. Concilio de Trento: DS 1541) y obtener el gozo del cielo, como eterna recompensa de Dios por las obras buenas realizadas con la gracia de Cristo. En la esperanza, la Iglesia implora que ―todos los hombres [...] se salven‖ (1Tm 2, 4). Espera estar en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo: «Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo. Mira que mientras más peleares, más mostrarás el amor que tienes a tu Dios y más te gozarás con tu Amado con gozo y deleite que no puede tener fin» (Santa Teresa de Jesús, Exclamaciones del alma a Dios, 15, 3).

1829. La caridad tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia. Exige la práctica del bien y la corrección fraterna; es benevolencia; suscita la reciprocidad; es siempre desinteresada y generosa; es amistad y comunión: «La culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo, corremos; hacia él corremos; una vez llegados, en él reposamos» (San Agustín, In epistulam Ioannis tractatus, 10, 4).

1844. Por la caridad amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios. Es el “vínculo de la perfección” (Col 3, 14) y la forma de todas las virtudes. 

308. ¿Qué es la esperanza? -CATEQUESIS-



La esperanza es la virtud por la que  anhelamos, con fortaleza y constancia, aquello  para lo que estamos en la tierra: para alabar y  servir a Dios; aquello en lo que consiste  nuestra verdadera felicidad: encontrar en Dios  nuestra plenitud; y en donde está nuestra  morada definitiva: Dios. [1817­1821,1843] La esperanza es confianza en lo que Dios nos ha  prometido en la Creación, en los profetas y  especialmente en Jesucristo, aunque todavía no lo  veamos, Para que podamos esperar con paciencia la  verdad se nos da el Espíritu Santo de Dios.1—3

1817. La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. ―Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa‖ (Hb 10,23). ―El Espíritu Santo que Él derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna‖ (Tt 3, 6-7).

1821. Podemos, por tanto, esperar la gloria del cielo prometida por Dios a los que le aman (cf. Rm 8, 28-30) y hacen su voluntad (cf. Mt 7, 21). En toda circunstancia, cada uno debe esperar, con la gracia de Dios, ―perseverar hasta el fin‖ (cf. Mt 10, 22; cf. Concilio de Trento: DS 1541) y obtener el gozo del cielo, como eterna recompensa de Dios por las obras buenas realizadas con la gracia de Cristo. En la esperanza, la Iglesia implora que ―todos los hombres [...] se salven‖ (1Tm 2, 4). Espera estar en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo: «Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo. Mira que mientras más peleares, más mostrarás el amor que tienes a tu Dios y más te gozarás con tu Amado con gozo y deleite que no puede tener fin» (Santa Teresa de Jesús, Exclamaciones del alma a Dios, 15, 3)

1843. Por la esperanza deseamos y esperamos de Dios con una firme confianza la vida eterna y las gracias para merecerla. 

307. ¿Qué es la fe? -CATEQUESIS-



La fe es la virtud por la que asentimos a Dios, reconocemos su  verdad y nos vinculamos personalmente a él. [1814­1816, 1842]

La fe es el camino creado por Dios para acceder a la verdad, que es  Dios mismo. Puesto que Jesús es «el camino y la verdad y la vida» (Jn  14,6) esta fe no puede ser una mera actitud, una «credulidad» en  cualquier cosa. Por un lado la fe tiene contenidos claros, que la  Iglesia confiesa en el CREDO (= confesión de fe) y que está encargada de custodiar. Quien acepta el don de la fe, quien por tanto  quiere creer, confiesa esta fe mantenida fielmente a través de los  tiempos y las culturas. Por otra parte, la fe consiste en la relación de  confianza con Dios, con el corazón y la inteligencia, con todas las  emociones. Porque la fe «actúa por el amor» (GáI5,6). Si alguien cree  realmente en el Dios del amor lo demuestra no en sus  proclamaciones, sino en sus actos de amor.

1814. La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma. Por la fe ―el hombre se entrega entera y libremente a Dios‖ (DV 5). Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios. ―El justo [...] vivirá por la fe‖ (Rm 1, 17). La fe viva ―actúa por la caridad‖ (Ga 5, 6).

1816. El discípulo de Cristo no debe sólo guardar la fe y vivir de ella sino también profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla: ―Todos [...] vivan preparados para confesar a Cristo ante los hombres y a seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia‖ (LG 42; cf. DH 14). El servicio y el testimonio de la fe son requeridos para la salvación: ―Todo [...] aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos‖ (Mt 10, 32-33)

1842. Por la fe creemos en Dios y creemos todo lo que Él nos ha revelado y que la Santa Iglesia nos propone como objeto de fe.  

306. ¿Por qué son virtudes la fe, la esperanza y la caridad?-CATEQUESIS-



También la fe, la esperanza y la caridad son  verdaderas fuerzas, ciertamente concedidas  por Dios, que el hombre puede desarrollar y  consolidar con la ayuda de Dios para  obtener «vida abundante» (Jn 10,10). [1812­ 1813,1840­1841]

1812. Las virtudes humanas se arraigan en las virtudes teologales que adaptan las facultades del hombre a la participación de la naturaleza divina (cf. 2 P 1, 4). Las virtudes teologales se refieren directamente a Dios. Disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto a Dios Uno y Trino.

1813. Las virtudes teologales fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano. Informan y vivifican todas las virtudes morales. Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. Son la garantía de la presencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser humano. Tres son las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad (cf. 1 Co 13, 13)

1840. Las virtudes teologales disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto, a Dios conocido por la fe, esperado y amado por Él mismo. 

305. ¿Cuáles son las tres virtudes teologales?-CATEQUESIS-


Las virtudes teologales son fe, esperanza y  caridad. Se llaman «teologales» porque  tienen su fundamento en Dios, se refieren  inmediatamente a Dios y son para nosotros  los hombres el camino para acceder  directamente a Dios. [1812­1813,1840]

1812. Las virtudes humanas se arraigan en las virtudes teologales que adaptan las facultades del hombre a la participación de la naturaleza divina (cf. 2 P 1, 4). Las virtudes teologales se refieren directamente a Dios. Disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto a Dios Uno y Trino.

1813. Las virtudes teologales fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano. Informan y vivifican todas las virtudes morales. Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. Son la garantía de la presencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser humano. Tres son las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad (cf. 1 Co 13, 13).

1840. Las virtudes teologales disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto, a Dios conocido por la fe, esperado y amado por Él mismo. 

domingo, 18 de agosto de 2019

La Visitación de la Virgen María. 31 de Mayo



Luego que María Santísima oyó del ángel Gabriel que su prima Isabel también esperaba un hijo, sintióse iluminada por el Espíritu Santo y comprendió que debería ir a visitar a aquella familia y ayudarles y llevarles las gracias y bendiciones del Hijo de Dios que se había encarnado en Ella. San Ambrosio anota que fue María la que se adelantó a saludar a Isabel puesto que es la Virgen María la que siempre se adelanta a dar demostraciones de cariño a quienes ama.

Por medio de la visita de María llevó Jesús a aquel hogar muchos favores y gracias: el Espíritu Santo a Isabel, la alegría a Juan, el don de Profecía, etc, los cuales constituyen los primeros favores que nosotros conocemos que haya hecho en la tierra el Hijo de Dios encarnado. San Bernardo señala aquí que desde entonces María quedó constituida como un "Canal inmenso" por medio del cual la bondad de Dios envía hacia nosotros las cantidades más admirables de gracias, favores y bendiciones.

Además, nuestra Madre María recibió el mensaje más importante que Dios ha enviado a la tierra: el de la Encarnación del Redentor en el mundo, y en seguida se fue a prestar servicios humildes a su prima Isabel. No fue como reina y señora sino como sierva humilde y fraterna, siempre dispuesta a atender a todos que la necesitan.

Este fue el primero de los numerosos viajes de María a ayudar a los demás. Hasta el final de la vida en el mundo, Ella estará siempre viajando para prestar auxilios a quienes lo estén necesitando. También fue la primera marcha misionera de María, ya que ella fue a llevar a Jesús a que bendijera a otros, obra de amor que sigue realizando a cada día y cada hora. Finalmente, Jesús empleó a su Madre para santificar a Juan Bautista y ahora ella sigue siendo el medio por el cual Jesús nos santifica a cada uno de nosotros que somos también hijos de su Santa Madre.

Santa Juana de Arco.30 de Mayo


uana creció en el campo y nunca aprendió a leer ni a escribir. Pero su madre que era muy piadosa le infundió una gran confianza en el Padre Celestial y una tierna devoción hacia la Virgen María. Cada sábado la niña Juana recogía flores del campo para llevarlas al altar de Nuestra Señora. Cada mes se confesaba y comulgaba, y su gran deseo era llegar a la santidad y no cometer nunca ningún pecado. Era tan buena y bondadosa que todos en el pueblo la querían.
Su patria Francia estaba en muy grave situación porque la habían invadido los ingleses que se iban posesionando rápidamente de muchas ciudades y hacían grandes estragos.
A los catorce años la niña Juana empezó a sentir unas voces que la llamaban. Al principio no sabía de quién se trataba, pero después empezó a ver resplandores y que se le aparecían el Arcángel San Miguel, Santa Catalina y Santa Margarita y le decían: "Tú debes salvar a la nación y al rey".
Por temor no contó a nadie nada al principio, pero después las voces fueron insistiéndole fuertemente en que ella, pobre niña campesina e ignorante, estaba destinada para salvar la nación y al rey y entonces contó a sus familiares y vecinos. Las primeras veces las gentes no le creyeron, pero después ante la insistencia de las voces y los ruegos de la joven, un tío suyo se la llevó a donde el comandante del ejército de la ciudad vecina. Ella le dijo que Dios la enviaba para llevar un mensaje al rey. Pero el militar no le creyó y la despachó otra vez para su casa.
Sin embargo unos meses después Juana volvió a presentarse ante el comandante y este ante la noticia de una derrota que la niña le había profetizado la envió con una escolta a que fuera a ver al rey.
Llegada a la ciudad pidió poder hablarle al rey. Este para engañarla se disfrazó de simple aldeano y colocó en su sitio a otro. La joven llegó al gran salón y en vez de dirigirse hacia donde estaba el reemplazo del rey, guiada por las "voces" que la dirigían se fue directamente a donde estaba el rey disfrazado y le habló y le contó secretos que el rey no se imaginaba. Esto hizo que el rey cambiara totalmente de opinión acerca de la joven campesina.
Ya no faltaba sino una ciudad importante por caer en manos de los ingleses. Era Orleans. Y estaba sitiada por un fuerte ejército inglés. El rey Carlos y sus militares ya creían perdida la guerra. Pero Juana le pide al monarca que le conceda a ella el mando sobre las tropas. Y el rey la nombra capitana. Juana manda hacer una bandera blanca con los nombres de Jesús y de María y al frente de diez mil hombres se dirige hacia Orleans.
Animados por la joven capitana, los soldados franceses lucharon como héroes y expulsaron a los asaltantes y liberaron Orleans. Luego se dirigieron a varias otras ciudades y las liberaron también.
Juana no luchaba ni hería a nadie, pero al frente del ejército iba de grupo en grupo animando a los combatientes e infundiéndoles entusiasmo y varias veces fue herida en las batallas.
Después de sus resonantes victorias, obtuvo Santa Juana que el temeroso rey Carlos VII aceptara ser coronado como jefe de toda la nación. Y así se hizo con impresionante solemnidad en la ciudad de Reims.
Pero vinieron luego las envidias y entonces empezó para nuestra santa una época de sufrimiento y de traiciones contra ella. Hasta ahora había sido una heroína nacional. Ahora iba a llegar a ser una mártir. Muchos empleados de la corte del rey tenían celos de que ella llegara a ser demasiado importante y empezaron a hacerle la guerra.
Faltaba algo muy importante en aquella guerra nacional: conquistar a París, la capital, que estaba en poder del enemigo. Y hacia allá se dirigió Juana con sus valientes. Pero el rey Carlos VII, por envidias y por componendas con los enemigos, le retiró sus tropas y Juana fue herida en la batalla y hecha prisionera por los Borgoñones.
Los franceses la habían abandonado, pero los ingleses estaban supremamente interesados en tenerla en la cárcel, y así pagaron más de mil monedas de oro a los de Borgoña para que se la entregaran y la sentenciaron a cadena perpetua.
Los ingleses la hicieron sufrir muchísimo en la cárcel. Las humillaciones y los insultos eran todos los días y a todas horas, hasta el punto que Juana llegó a exclamar: "Esta cárcel ha sido para mí un martirio tan cruel, como nunca me había imaginado que pudiera serlo". Pero seguía rezando con fe y proclamando que sí había oído las voces del cielo y que la campaña que había hecho por salvar a su patria, había sido por voluntad de Dios.
En ese tiempo estaba muy de moda acusar de brujería a toda mujer que uno quisiera hacer desaparecer. Y así fue que los enemigos acusaron a Juana de brujería, diciendo que las victorias que había obtenido era porque les había hecho brujerías a los ingleses para poderlos derrotar. Ella apeló al Sumo Pontífice, pidiéndole que fuera el Papa de Roma el que la juzgara, pero nadie quiso llevarle al Santo Padre esta noticia, y el tribunal estuvo compuesto exclusivamente por enemigos de la santa. Y aunque Juana declaró muchas veces que nunca había empleado brujerías y que era totalmente creyente y buena católica, sin embargo la sentenciaron a la más terrible de las muertes de ese entonces: ser quemada viva.
Encendieron una gran hoguera y la amarraron a un poste y la quemaron lentamente. Murió rezando y su mayor consuelo era mirar el crucifijo que un religioso le presentaba y encomendarse a Nuestro Señor. Invocaba al Arcángel Miguel, al cual siempre le había tenido gran devoción y pronunciando por tres veces el nombre de Jesús, entregó su espíritu. Era el 30 de mayo del año 1431. Tenía apenas 19 años. Varios volvieron a sus casas diciendo: "Hoy hemos quemado a una santa". 23 años después su madre y sus hermanos pidieron que se reabriera otra vez aquel juicio que se había hecho contra ella. Y el Papa Calixto III nombró una comisión de juristas, los cuales declararon que la sentencia de Juana fue una injusticia. El rey de Francia la declaró inocente y el Papa Benedicto XV la proclamó santa.

Santa Julia Ursula Ledóchowska. 29 de Mayo



Austriaca. Fundadora de la Congregación de las Religiosas Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante (1865-1939).
1865: Julia nace en Loosdorf, Austria, como segunda de los siete hijos de Antonio y Josefina Salis-Zizers.
1883: La familia Ledóchowska se traslada a Lipnica Murowana, cerca de Cracovia, en Polonia.
1886: Julia entra al Convento de las Hermanas Ursulinas en Cracovia, conocido por su profunda espiritualidad, así como también por la enseñanza y educación de las niñas, tanto de las comunidades locales como de lugares distantes de Galicia y Rusia.
1907: Con la bendición del Papa Pió X, va a Petersburgo acompañada por dos hermanas, allí se hace cargo de la dirección del internado para jóvenes polacas del Colegio Santa Catalina.
1908: Crece la comunidad de hermanas, viviendo la vida religiosa en secreto, transformándose en Convento autónomo en Petersburgo con Madre Ursula como su superiora. Las futuras ursulinas se preparan para la vida religiosa en secreto.
1910: A la orilla de la bahía finlandesa se abre una comunidad, realizándose el ideal pedagógico de Madre Ursula - Colegio e internado para las jóvenes.
1914: El estallido de la guerra causa el exilio de Ursula de Rusia. Se establece en Escandinavia, primeramente en Estocolmo y luego en Dinamarca. Gradualmente traslada a las hermanas desde Petersburgo, donde ya se sufren las consecuencias de la guerra. Juntas organizan la escuela para las jóvenes escandinavas. Se incorporan también a la vida de la Iglesia local y su ambiente, e inician un trabajo comunitario en el COMITE DE AYUDA A LAS VICTIMAS DE LA GUERRA EN POLONIA, fundado en Suiza por Henryk Sienkievicz.
1920: La comunidad ursulina de Petersburgo regresa a la Polonia independiente y se establece en INEGI, cerca de Poznan. Pronto recibe el permiso de la Sagrada Congregación para transformarse en la Congregación de Hermanas Ursulinas del Corazón de Jesús Agonizante (ursulinas grises). Desde la antigua raíz crece una nueva rama, que desea vivir de acuerdo a la espiritualidad ursulina y a su tradición en el trabajo educativo como instrumento privilegiado de evangelización, así como también buscando nuevos caminos para responder a las necesidades nuevas, en especial de los pobres.
La Congregación bajo la guía de Madre Ursula, se desarrolla pronto. Se erigen comunidades apostólicas en Polonia y pequeñas comunidades misioneras en la frontera oriental.
Desde 1928, la Congregación se hace presente en Italia, y en Francia en 1930, donde las hermanas acompañan a las jóvenes mujeres que van a Francia a ganarse la vida con su trabajo. La Madre forma a las hermanas para amar a Dios por sobre todas las cosas, anhelando vivir en la simplicidad y en la humildad, e igualmente entregadas al sacrificio, buscando iniciativas creativas en el servicio a los otros. Considera la sonrisa, la serenidad de espíritu y la bondad, como testimonios especiales y creíbles de estar unidas a Cristo, teniendo esto gran influencia en la evangelización y educación.
Enseña que la santidad es accesible a cada uno y esta basada en el profundo amor a Dios y a los otros, demostrado en los deberes de cada Día. Viaja mucho, visita las comunidades y responde a las nuevas propuestas de trabajo. Aprecia el enorme rol de las asociaciones que contribuyen a la catequesis y a la enseñanza religiosa. Entre otras inicativas, traslada a territorio polaco la Cruzada Eucarística (hoy: Movimiento Eucarístico Juvenil). Organiza la publicación del periódico para jóvenes, escribiendo personalmente los artículos.
1939: Cuando muere en Roma el 29 de mayo, la gente dice que "ha muerto una santa..."
1983: El 20 de Junio en Poznan Juan Pablo II beatifica a Madre Ursula. Es esta la primera beatificación en tierra polaca.
1989: El cuerpo incorrupto de Beata Ursula es trasladado de Roma a Pniewy y yace en la capilla de la casa Madre.
2002: Promulgación del decreto de confirmación del milagro por intercesión de Beata Ursula. Se cierra el proceso de canonización.
2003: El domingo 18 de mayo, el Papa Juan Pablo II presidió en la Plaza de San Pedro, a las 10 de la mañana, la ceremonia de canonización de la Beata Úrsula Ledochowska junto a la de 3 Beatos más.
LA CONGREGACION HOY...
En la actualidad la Congregación cuenta con alrededor de 900 hermanas en 100 comunidades, en 12 países.
Las hermanas desean seguir el camino radical del evangelio y del servicio fraterno, ante todo a los mas necesitados, a través de:
- El testimonio personal de vida y la comunión fraterna en la comunidad, - Trabajo catequístico, enseñanza y educación, trabajo caritativo y misional.

San Germán de París. 28 de Mayo


Nació en el año 496 cerca de Autun, Saône-et-Loire. Falleció en Paris el 28 de Mayo de 576. Estudió en Avalon y también en Luzy guiado por su primo Scapilion, quien era sacerdote.
A la edad de 34 años fue ordenado sacerdote por San Agripino de Autun, siendo nombrado Abad de Saint-Symphorien. Su virtud característica fue el amor por los pobres, manifestándose tan fuertemente su entrega por los demás, que sus monjes se rebelaron, temiendo que regalara todo lo que tenían.
Debido a que estaba en Paris en el año 555, cuando el Obispo Eusebio murió, Childebert lo retuvo, y con el consentimiento unánime del clero y del pueblo, fue consagrado a la sede vacante. Bajo su influencia, el rey, quien se había entregado a la vida mundana, se convirtió y desde entonces llevó una vida Cristiana.
En su nuevo cargo, el Obispo continuó la práctica de las virtudes y las austeridades de su vida monástica, y trabajó fuertemente para disminuir los males causados por las incesantes guerras y la vida licenciosa de los nobles. Asistió al tercero y cuarto Concilios de Paris en los años 557 y 573 respectivamente, y también al segundo Concilio de Tours en 566. Convenció al rey que erradicara las prácticas paganas que aún existían en Gaul, y también para que prohibiera los excesos que se llevaban a cabo en la mayoría de las celebraciones Cristianas.
Poco después de año 540, Childebert sitió Zaragoza mientras estaba en guerra con España. Los habitantes del lugar se habían puesto bajo la protección de San Vicente Mártir. Cuando Childebert se enteró de esto, perdonó a la ciudad, y como muestra de gratitud, el obispo le obsequió la estola del santo.
Cuando regresó a Paris, el rey ordenó construir un templo en los suburbios en honor del mártir, para guardar ahí la reliquia. Por ése tiempo, Childebert cayó peligrosamente enfermo en su palacio de Celles, pero fue sanado milagrosamente por el Obispo Germain, según se atestigua en la carta de patentes del rey, presentando como regalo a la Iglesia de Paris las tierras de Celles, como gratitud por el favor recibido.
El templo de San Vicente fue terminado en el año 588, siendo consagrado a San Vicente por el Obispo Germain, el 23 de Diciembre de dicho año, mismo día en que Childebert falleció. Cerca de éste templo se construyó un monasterio.
Sus abades tenían jurisdicción espiritual y temporal en los suburbios de San Germain hasta aproximadamente el año 1670. El templo fue frecuentemente saqueado e incendiado por los Normandos en el siglo IX. Fue reconstruido en 1014 y consagrado por el Papa Alejandro III en 1163.
Childebert fue sucedido en el trono por Clotaire, quien tuvo un corto reinado. A su muerte ocurrida en el año 561, la monarquía se dividió entre sus cuatro hijos, siendo Charibert nombrado rey de Paris. Charibert era una persona viciosa y despiadada, y el Obispo Germain se vió obligado a excomulgarlo en 568 por su inmoralidad. Charibert falleció en 570.
El Obispo se encontró con grandes dificultades debido a que en ese tiempo los hermanos de Charibert se disputaban sus propiedades. Trabajó fuertemente para establecer la paz, pero con poco éxito. Sigebert y Chilperic, instigados por sus esposas, Brunehaut y la infame asesina Fredegunde, se enfrascaron en una guerra intestina, y al ser vencido Chilperic, Paris cayó en las manos de Sigebert.
El Obispo Germain escribió una carta a Brunehaut (carta que a la fecha se conserva) pidiéndole que usara su influencia para prevenir mas guerras. Sin embargo, Sigebert era obstinado y a pesar de la advertencia de Germain se preparó para atacar a Chilperic en Tournai, donde se había escondido, pero Fredegunde lo mandó asesinar en el camino a Vitri en 575.
Germain mismo falleció al siguiente año antes de que se restableciera la paz. Sus restos fueron sepultados en la capilla de San Symphorien en el vestíbulo del templo de San Vicente, pero en 754 sus reliquias fueron solemnemente reubicadas en el edificio principal del templo, en presencia de Pepin y de su hijo Carlomagno, que entonces era un niño de siete años.
Desde ese momento, el templo se convirtió en el templo de San Germain-des-Prés. Además de la carta mencionada anteriormente, también se conserva un tratado de la antigua liturgia Gala, atribuida a Germain, que fue publicada por Martene en su “Thesauruis Novus Anecdotorum”. La festividad de San Germain se celebra el 28 de Mayo.

San Agustín de Canterbury. 27 de Mayo


Agustín de Canterbury es considerado uno de los más grandes evangelizadores, al lado de San Patricio de Irlanda y San Bonifacio en Alemania. Tiene el gran mérito de haber dirigido la evangelización de Inglaterra.
Era superior del convento benedictino de Roma, cuando el Sumo Pontífice San Gregorio Magno se le ocurrió en el año 596 tratar de evangelizar a la isla de Inglaterra que era pagana. Conociendo el espíritu generoso y emprendedor de Agustín, que no se acobardaba ante ninguna dificultad, y además sus grandes virtudes, el Papa lo envió con 39 monjes más a tratar de convertir a esos paganos sajones.
Y sucedió que al llegar Agustín y sus 39 compañeros a la costa, donde se tomaba la embarcación para llegar a Inglaterra, allí les contaron terribles barbaridades acerca de los habitantes de esa isla, y los otros misioneros sintieron mucho miedo y enviaron al santo a que fuera a Roma a contarle al Pontífice lo peligroso que era esto que iban a emprender. Agustín fue a hablar con el Papa, pero san Gregorio lo animó de tal manera, recordándole que Dios les concedería la buena voluntad de aquellas gentes, que ya desde entonces Agustín no se dejó desanimar por los temores.
En Inglaterra mandaba el rey Etelberto que tenía una esposa muy santa (que después se llamó Santa Berta) y el primer regalo que Dios les concedió a los nuevos misioneros fue darles la buena voluntad del rey. Este los recibió muy cariñosamente y les pidió que le enseñaran la religión, y tanto le agradó que pronto se hizo bautizar y les regaló su palacio real para que les sirviera de convento a los misioneros y les dio un templo en Canterbury para que allí enseñaran. Y en ese sitio está ahora la más famosa catedral de Inglaterra: la Catedral de Canterbury.
El rey dejó en libertad a los súbditos para que escogieran la religión que quisieran, pero les recomendó que se instruyeran en la religión de Jesucristo y tanto les agradaron a aquellas gentes las enseñanzas de Agustín y sus monjes, que en la Navidad del año 597 se hicieron bautizar 10,000 ingleses y entre los nuevos bautizados estaban los que ocupaban los cargos más importantes de la nación.
Agustín envió a dos de sus mejores monjes a Roma a contarle al Sumo Pontífice tan hermosas noticias, y el Papa en cambió le envió el nombramiento de arzobispo, y otro buen grupo de misioneros, y cálices y libros para las celebraciones y muchas imágenes religiosas que a esas gentes recién convertidas les agradaban en extremo. San Gregorio se alegró muchísimo ante noticias tan consoladoras, y le recomendó a San Agustín un simpático plan de trabajo.
San Gregorio, sabiendo que la principal virtud del obispo Agustín era la docilidad a sus superiores, le envió las siguientes recomendaciones 1º. No destruir los templos de los paganos, sino convertirlos en templos cristianos. 2º. No acabar con todas las fiestas de los paganos, sino convertirlas en fiestas cristianas. Por ejemplo ellos celebraban las fiestas de sus ídolos con grandes banquetes en los cuales participaban todos. Pues hacer esos banquetes, pero en honor de los mártires y santos. 3º. Dividir el país en tres diócesis: Canterbury, Londres y York.
Nuestro santo cumplió exactamente estas recomendaciones, que le produjeron muy buenos resultados. Y fue nombrado por el Papa, jefe de toda la Iglesia Católica de Inglaterra (Arzobispo Primado). En las reuniones sobresalía entre todos por su gran estatura y por su presencia muy venerable que infundía respeto y admiración.
San Agustín escribía frecuentemente desde Inglaterra al Papa San Gregorio a Roma pidiéndole consejos en muchos casos importantes, y el Sumo Pontífice le escribía ciertas advertencias muy prácticas como estas: "Dios le ha concedido el don de hacer milagros, y le ha dejado el inmenso honor de convertir a muchísimos paganos al cristianismo, y de que las gentes lo quieran y lo estimen mucho. Pero cuidado, mi amigo, que esto no le vaya a producir orgullo. Alégrese de haber recibido estos regalos del buen Dios, pero tenga temor de no aprovecharlos debidamente. Consuélese al ver que con los milagros y la predicación logra que tantos paganos se vuelvan cristianos católicos, pero no vaya a creerse mejor que los demás, porque entonces le estaría robando a Dios el honor y la gloria que sólo El se merece. Hay muchos que son muy santos y no hacen milagros ni hablan hermosamente. Así que no hay que llenarse de orgullo por haber recibido estas cualidades, sino alegrarse mucho al ver que Dios es más amado y más glorificado por las gentes". Mucho le sirvieron a Agustín estos consejos para mantenerse humilde.
Después de haber trabajado por varios años con todas las fuerzas de su alma por convertir al cristianismo el mayor número posible de ingleses, y por organizar de la mejor manera que pudo, la Iglesia Católica en Inglaterra, San Agustín de Canterbury murió santamente el 26 de mayo del año 605. Y un día como hoy fue su entierro y funeral. Desde entonces ha gozado de gran fama de santidad en esa nación y en muchas partes más.

San Felipe Neri. 26 de Mayo


Habiendo quedado huérfano de madre, lo envió su padre a casa de un tío muy rico, el cual planeaba dejarlo heredero de todos sus bienes. Pero allá Felipe se dio cuenta de que las riquezas le podían impedir el dedicarse a Dios, y un día tuvo lo que él llamó su primera "conversión". Y consistió en que se alejó de la casa del riquísimo tío y se fue para Roma llevando únicamente la ropa que llevaba puesta. En adelante quería confiar solamente en Dios y no en riquezas o familiares pudientes.
Al llegar a Roma se hospedó en casa de un paisano suyo de Florencia, el cual le cedió una piecita debajo de una escalera y se comprometió a ofrecerle una comida al día si él les daba clases a sus hijos. La habitación de Felipe no tenía sino la cama y una sencilla mesa. Su alimentación consistía en una sola comida al día: un pan, un vaso de agua y unas aceitunas. El propietario de la casa, declaraba que desde que Felipe les daba clases a sus hijos, estos se comportaban como ángeles.
Los dos primeros años Felipe se ocupaba casi únicamente en leer, rezar, hacer penitencia y meditar. Por otros tres años estuvo haciendo estudios de filosofía y de teología.
Pero luego por inspiración de Dios se dedicó por completo a enseñar catecismo a las gentes pobres. Roma estaba en un estado de ignorancia religiosa espantable y la corrupción de costumbres era impresionante. Por 40 años Felipe será el mejor catequista de Roma y logrará transformar la ciudad.
Felipe había recibido de Dios el don de la alegría y de amabilidad. Como era tan simpático en su modo de tratar a la gente, fácilmente se hacía amigo de obreros, de empleados, de vendedores y niños de la calle y empezaba a hablarles del alma, de Dios y de la salvación. Una de sus preguntas más frecuentes era esta: "amigo ¿y cuándo vamos a empezar a volvernos mejores?". Si la persona le demostraba buena voluntad, le explicaba los modos más fáciles para llegar a ser más piadosos y para comenzar a portarse como Dios quiere.
A aquellas personas que le demostraban mayores deseos de progresar en santidad, las llevaba de vez en cuando a atender enfermos en hospitales de caridad, que en ese tiempo eran pobrísimos y muy abandonados y necesitados de todo.
Otra de sus prácticas era llevar a las personas que deseaban empezar una vida nueva, a visitar en devota procesión los siete templos principales de Roma y en cada uno dedicarse un buen rato a orar y meditar. Y así con la caridad para los pobres y con la oración lograba transformar a muchísima gente.
Desde la mañana hasta el anochecer estaba enseñando catecismo a los niños, visitando y atendiendo enfermos en los hospitales, y llevando grupos de gentes a las iglesias a rezar y meditar. Pero al anochecer se retiraba a algún sitio solitario a orar y a meditar en lo que Dios ha hecho por nosotros. Muchas veces pasó la noche entera rezando. Le encantaba irse a rezar en las puertas de los templos o en las catacumbas o grandes cuevas subterráneas de Roma donde están encerrados los antiguos mártires.
Lo que más pedía Felipe al cielo era que se le concediera un gran amor hacia Dios. Y la vigilia de la fiesta de Pentecostés, estando aquella noche rezando con gran fe, pidiendo a Dios el poder amarlo con todo su corazón, éste se creció y se le saltaron dos costillas. Felipe entusiasmado y casi muerto de la emoción exclamaba: "¡Basta Señor, basta! ¡Que me vas a matar de tanta alegría!". En adelante nuestro santo experimentaba tan grandes accesos de amor a Dios que todo su cuerpo de estremecía, y en pleno invierno tenía que abrir su camisa y descubrirse el pecho para mitigar un poco el fuego de amor que sentía hacia Nuestro Señor. Cuando lo fueron a enterrar notaron que tenía dos costillas saltadas y que estas se habían arqueado para darle puesto a su corazón que se había ensanchado notablemente.
En 1458 fundó con los más fervorosos de sus seguidores una cofradía o hermandad para socorrer a los pobres y para dedicarse a orar y meditar. Con ellos fundó un gran hospital llamado "De la Santísima Trinidad y los peregrinos", y allá durante el Año del Jubileo en 1757, atendieron a 145,000 peregrinos. Con las gentes que lo seguían fue propagando por toda Roma la costumbre de las "40 horas", que consistía en colocar en el altar principal de cada templo la Santa Hostia, bien visible, y dedicarse durante 40 horas a adorar a Cristo Sacramentado, turnándose las personas devotas en esta adoración.
A los 34 años todavía era un simple seglar. Pero a su confesor le pareció que haría inmenso bien si se ordenaba de sacerdote y como había hecho ya los estudios necesarios, aunque él se sentía totalmente indigno, fue ordenado de sacerdote, en el año 1551.
Y apareció entonces en Felipe otro carisma o regalo generoso de Dios: su gran don de saber confesar muy bien. Ahora pasaba horas y horas en el confesionario y sus penitentes de todas las clases sociales cambiaban como por milagro. Leía en las conciencias los pecados más ocultos y obtenía impresionantes conversiones. Con grupos de personas que se habían confesado con él, se iba a las iglesias en procesión a orar, como penitencia por los pecados y a escuchar predicaciones. Así la conversión era más completa.
San Felipe quería irse de misionero al Asia pero su director espiritual le dijo que debía dedicarse a misionar en Roma. Entonces se reunió con un grupo de sacerdotes y formó una asociación llamada el "Oratorio", porque hacían sonar una campana para llamar a las gentes a que llegaran a orar. El santo les redactó a sus sacerdotes un sencillo reglamento y así nació la comunidad religiosa llamada de Padres Oratorianos o Filipenses. Esta congregación fue aprobada por el Papa en 1575 y ayudada por San Carlos Borromeo.
San Felipe tuvo siempre el don de la alegría. Donde quiera que él llegaba se formaba un ambiente de fiesta y buen humor. Y a veces para ocultar los dones y cualidades sobrenaturales que había recibido del cielo, se hacía el medio payaso y hasta exageraba un poco sus chistes y chanzas. Las gentes se reían de buena gana y aunque a algunos muy seriotes les parecía que él debería ser un poco más serio, el santo lograba así que no lo tuvieran en fama de ser gran santo (aunque sí lo era de verdad).
En su casa de Roma reunía centenares de niños desamparados para educarlos y volverlos buenos cristianos. Estos muchachos hacían un ruido ensordecedor, y algunos educadores los regañaban fuertemente. Pero San Felipe les decía: "Haced todo el ruido que queráis, que a mí lo único que me interesa es que no ofendáis a Nuestro Señor. Lo importante es que no pequéis. Lo demás no me disgusta". Esta frase la repetirá después un gran imitador suyo, San Juan Bosco.
Una vez tuvo un ataque fortísimo de vesícula. El médico vino a hacerle un tratamiento, pero de pronto el santo exclamó: "Por favor háganse a un lado que ha venido Nuestra Señora la Virgen María a curarme". Y quedó sanado inmediatamente. A varios enfermos los curó al imponerles las manos. A muchos les anunció lo que les iba a suceder en el futuro. En la oración le venían los éxtasis y se quedaba sin darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor. Muchas personas vieron que su rostro se llenaba de luces y resplandores mientras rezaba o mientras celebraba la Santa Misa. Y a pesar de todo esto se mantenía inmensamente humilde y se consideraba el último de todos y el más indigno pecador.
Los últimos años los dedicó a dar dirección espiritual. El Espíritu Santo le concedió el don de saber aconsejar muy bien, y aunque estaba muy débil de salud y no podía salir de su cuarto, por allí pasaban todos los días numerosas personas. Los Cardenales de Roma, obispos, sacerdotes, monjas, obreros, estudiantes, ricos y pobres, jóvenes y viejos, todos querían pedirle un sabio consejo y volvían a sus casas llenos de paz y de deseos de ser mejores. Decían que toda Roma pasaba por su habitación.
Empezó a sentir tales fervores y tan grandes éxtasis en la Santa Misa, después de la consagración, que el que le acolitaba, se iba después de la elevación y volvía dos horas después y alcanzaba a llegar para el final de la misa.
El 25 de mayo de 1595 su médico lo vio tan extraordinariamente contento que le dijo: "Padre, jamás lo había encontrado tan alegre", y él le respondió: "Me alegré cuando me dijeron: vayamos a la casa del Señor". A la media noche le dio un ataque y levantando la mano para bendecir a sus sacerdotes que lo rodeaban, expiró dulcemente. Tenía 80 años.
El Papa lo declaró santo en el año 1622 y las gentes de Roma lo consideraron como a su mejor catequista y director espiritual.