jueves, 15 de agosto de 2019

300. ¿Por qué debemos cultivarnos a nosotros mismos?-CATEQUESIS-



Debemos cultivarnos a nosotros mismos para  poder practicar el bien con alegría y facilidad. A  ello nos ayuda en primer término la fe en Dios,  pero también el hecho de vivir las virtudes; es  decir, que con la ayuda de Dios formemos en  nosotros actitudes firmes, no nos entreguemos a  ninguna pasión desordenada y orientemos las  potencias de la razón y de la voluntad cada vez  más inequívocamente hacia el bien. [1804­1805,  1810­1811, 1834,1839] Las principales virtudes son: prudencia, justicia,  fortaleza y templanza. Se las llama también «virtudes  cardinales» (del lat. cardo = perno, gozne de la puerta,  o bien cardinalis = importante).

1804. Las virtudes humanas son actitudes firmes, disposiciones estables, perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe. Proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena. El hombre virtuoso es el que practica libremente el bien. Las virtudes morales se adquieren mediante las fuerzas humanas. Son los frutos y los gérmenes de los actos moralmente buenos. Disponen todas las potencias del ser humano para armonizarse con el amor divino

1805. Cuatro virtudes desempeñan un papel fundamental. Por eso se las llama ―cardinales‖; todas las demás se agrupan en torno a ellas. Estas son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. ―¿Amas la justicia? Las virtudes son el fruto de sus esfuerzos, pues ella enseña 1733 1768 2500 1827 1788 1780 2095 2401 la templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza‖ (Sb 8, 7). Bajo otros nombres, estas virtudes son alabadas en numerosos pasajes de la Escritura

1810. Las virtudes humanas adquiridas mediante la educación, mediante actos deliberados, y una perseverancia, mantenida siempre en el esfuerzo, son purificadas y elevadas por la gracia divina. Con la ayuda de Dios forjan el carácter y dan soltura en la práctica del bien. El hombre virtuoso es feliz al practicarlas. 

1834. Las virtudes humanas son disposiciones estables del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe. Pueden agruparse en torno a cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza 

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