jueves, 15 de agosto de 2019

294. ¿Es pecador quien experimenta en sí mismo pasiones fuertes?-CATEQUESIS-



No, las pasiones pueden ser muy valiosas. Sólo  por una mala orientación, las pasiones, que  están pensadas para la realización vigorosa del  bien, se convierten en colaboradoras del mal.  [1767­1770, 1773­1775] Las pasiones que se orientan al bien se convierten en  virtudes por medio del discernimiento de la razón.  Son entonces las propulsoras de una vida de lucha en  pro del amor y la justicia. Las pasiones que dominan  al hombre, oscureciendo la luz de la razón, y le  privan de su libertad y le empujan al mal se llaman  vicios.

1767. En sí mismas, las pasiones no son buenas ni malas. Sólo reciben calificación moral en la medida en que dependen de la razón y de la voluntad. Las pasiones se llaman voluntarias ―o porque están ordenadas por la voluntad, o porque la voluntad no se opone a ellas‖ (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 1-2, q. 24, a. 1, c). Pertenece a la perfección del bien moral o humano el que las pasiones estén reguladas por la razón (cf. Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 1-2, q. 24, a. 3, c).

1770. La perfección moral consiste en que el hombre no sea movido al bien sólo por su voluntad, sino también por su apetito sensible según estas palabras del salmo: ―Mi corazón y mi carne gritan de alegría hacia el Dios vivo‖ (Sal 84,3)

1773. En las pasiones, en cuanto impulsos de la sensibilidad, no hay ni bien ni mal moral. Pero según dependan o no de la razón y de la voluntad, hay en ellas bien o mal moral. 

1775. La perfección del bien moral consiste en que el hombre no sea movido al bien sólo por su voluntad, sino también por su “corazón”. 

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