sábado, 10 de agosto de 2019

287. ¿No consiste precisamente la «libertad» en poder decidirse también por el mal?-CATEQUESIS-



El mal sólo es aparentemente digno de interés y  decidirse por el mal sólo hace libre en apariencia.  El mal no da la felicidad, sino que nos priva del  verdadero bien; nos ata a algo carente de valor y  al final destruye toda nuestra libertad. [1730­1733,  1743­1744] Esto lo vemos en la adicción. En ella un hombre vende su  libertad a cambio de algo que le parece bueno. En  realidad se convierte en esclavo. El hombre es  perfectamente libre cuando dice siempre sí al bien;  cuando ninguna adicción, ninguna costumbre, le impiden  elegir y hacer lo que es justo y bueno. La decisión por el  bien es siempre una decisión orientada a Dios. 51 292 I 

1730. Dios ha creado al hombre racional confiriéndole la dignidad de una persona dotada de la iniciativa y del dominio de sus actos. ―Quiso Dios ―dejar al hombre en manos de su propia decisión‖ (Si 15,14), de modo que busque a su Creador sin coacciones y, adhiriéndose a Él, llegue libremente a la plena y feliz perfección‖ (GS 17): «El hombre es racional, y por ello semejante a Dios; fue creado libre y dueño de sus actos» (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 4, 4, 3).

1743. Dios [...] ha querido “dejar al hombre [...]en manos de su propia decisión” (Si 15,14), para que pueda adherirse libremente a su Creador y llegar así a la bienaventurada perfección (cf. GS 17, 1).

1744. La libertad es el poder de obrar o de no obrar y de ejecutar así, por sí mismo, acciones deliberadas. La libertad alcanza su perfección, cuando está ordenada a Dios, el supremo Bien.  

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