Por
tanto, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios que se presenten
ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Éste es el
verdadero culto que deben ofrecer. No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario,
cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a
conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo
que es perfecto (Rm 12, 1-2).
La evolución tecnológica ha revolucionado
la forma de comunicación social, transformando las relaciones humanas; la llegada
de las redes sociales ha ampliado las relaciones interpersonales; ahora se
puede tener amigos de todo el mundo. Esta comunicación virtual es la novedad y el
atractivo de los medios electrónicos
para gente de todas las edades.
De manera virtual y por redes
sociales, se experimenta una especie de libertad para expresarse, de buena o
mala manera, partiendo del principio del anonimato, a distancia y de modo
impersonal. Los medios virtuales con sus emoticones, stickers y gifs simplifican
la comunicación; al mismo tiempo, suscitan emociones y, aparentemente, no
comprometen en nada a los comunicadores.
Pues bien, son muchos los casos de
personas que establecen relaciones íntimas por medios electrónicos, lo mismo
hombres que mujeres; comprometiendo su tiempo, atención, emociones e incluso la
economía; en este sentido es claro que la infidelidad virtual es verdadera infidelidad.
Para muchas personas no es infidelidad
y pecado, al piensan que por no haber contacto físico, el adulterio no es tal;
puesto que cada uno continua viviendo en su casa, con su esposo o esposa -quizá
alguno de los dos es soltero-, e incluso cumplen en lo posible, con las
exigencias económicas y de vida familiar.
Tal parece que el adormecimiento de
la conciencia nos hace relativizar la magnitud de la ofensa que se hace a la
persona a la que se debe fidelidad y, en muchos casos, a la alianza hecha
delante de Dios, cuando está de por medio el sacramento del matrimonio.
Ahora bien, el amor entre los esposos
pide de manera natural la reciproca fidelidad y la esclusividad en las
expresiones corporales propias de la intimidad, para alcanzar mayor realización
como esposo o esposa. La infidelidad virtual es causante de frustración; es
decir, se deja de dar frutos en el amor esponsal. En esta exclusividad se dan
los frutos más hermosos: los hijos y el amor correspondido de los esposos que genera confianza para enfrentar
la vida.
El texto biblico citado al principio
es una invitación a transformar nuestra manera vivir a partir de nuestra manera de pensar. El lamentable permisivismo en el que estamos viviendo nos hace creer que si la
mayoría lo hace entonces es normal, se tiene menos culpa, o bien, se minimizan
las propias faltas al mirar las faltas de otros y de esta manera la corrupción
de la infidelidad tiene una puerta muy amplia.
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