martes, 20 de agosto de 2019

308. ¿Qué es la esperanza? -CATEQUESIS-



La esperanza es la virtud por la que  anhelamos, con fortaleza y constancia, aquello  para lo que estamos en la tierra: para alabar y  servir a Dios; aquello en lo que consiste  nuestra verdadera felicidad: encontrar en Dios  nuestra plenitud; y en donde está nuestra  morada definitiva: Dios. [1817­1821,1843] La esperanza es confianza en lo que Dios nos ha  prometido en la Creación, en los profetas y  especialmente en Jesucristo, aunque todavía no lo  veamos, Para que podamos esperar con paciencia la  verdad se nos da el Espíritu Santo de Dios.1—3

1817. La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. ―Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa‖ (Hb 10,23). ―El Espíritu Santo que Él derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna‖ (Tt 3, 6-7).

1821. Podemos, por tanto, esperar la gloria del cielo prometida por Dios a los que le aman (cf. Rm 8, 28-30) y hacen su voluntad (cf. Mt 7, 21). En toda circunstancia, cada uno debe esperar, con la gracia de Dios, ―perseverar hasta el fin‖ (cf. Mt 10, 22; cf. Concilio de Trento: DS 1541) y obtener el gozo del cielo, como eterna recompensa de Dios por las obras buenas realizadas con la gracia de Cristo. En la esperanza, la Iglesia implora que ―todos los hombres [...] se salven‖ (1Tm 2, 4). Espera estar en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo: «Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo. Mira que mientras más peleares, más mostrarás el amor que tienes a tu Dios y más te gozarás con tu Amado con gozo y deleite que no puede tener fin» (Santa Teresa de Jesús, Exclamaciones del alma a Dios, 15, 3)

1843. Por la esperanza deseamos y esperamos de Dios con una firme confianza la vida eterna y las gracias para merecerla. 

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