Las pasiones existen para que, por medio de
emociones fuertes y percepciones claras de
lo justo seamos atraídos hacia el bien y
rechacemos el mal. [17621766,17711772]
Dios ha hecho al hombre de tal modo que pueda
amar y odiar, desear algo o despreciarlo, ser
atraído por algunas cosas y tener miedo ante
otras, que esté lleno de alegría, de tristeza o de
ira. En el fondo de su corazón el hombre siempre
ama el bien y odia el mal, o lo que considera como
tal.
1762. La persona humana se ordena a la bienaventuranza por medio
de sus actos deliberados: las pasiones o sentimientos que experimenta
pueden disponerla y contribuir a ello.
1766. ―Amar es desear el bien a alguien‖ (Santo Tomás de
Aquino, Summa theologiae, 1-2, q. 26, a. 4, c). Los demás afectos
tienen su fuerza en este movimiento original del corazón del hombre
hacia el bien. Sólo el bien es amado (cf. San Agustín, De Trinitate, 8,
3, 4). ―Las pasiones son malas si el amor es malo, buenas si es bueno‖
(San Agustín, De civitate Dei, 14, 7).
1772. Ejemplos eminentes de pasiones son el amor y el odio, el deseo
y el temor, la alegría, la tristeza y la ira.
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